sábado, 12 de abril de 2014

El Real Valladolid solo sabe sumar de uno en uno

Osasuna mandó en el primer tiempo con un insistente Cejudo, que estrelló un disparo en el larguero, y un soberbio Jaime que, tras el descanso, le sacó un mano a mano. Mejoró el equipo de Juan Ignacio en el segundo periodo. Víctor Pérez rozó el gol olímpico (se topó con el palo) y Andrés Fernández, en la recta final, desvió un remate a bocajarro de Javi Guerra. Justísimo empate sin goles. La emoción se quedó en las gradas de un abarrotado El Sadar.

Jaime, a punto de sacar un decisivo mano a mano a Cejudo.
Fotos: www.realvalladolid.es
Juan Ignacio Martínez habría sido feliz en el fútbol de inicios de los noventa. ¿Lo recuerdan? Los jugadores no llevaban sus nombres en la espalda. Las alineaciones respetaban del uno al once los dorsales colocados cada uno en su espacio natural en el césped. Se permitían únicamente dos cambios por equipo. Los colegiados vestían de negro. Las victorias valían dos puntos. Y, sobre todo, empatar no era una tragedia. Empatar en casa suponía un desliz asumible. Lo importante era no perder. Empatar a domicilio significaba casi una victoria.

El Real Valladolid de la temporada 2013/14 se ha equivocado de época y, muy probablemente, también de categoría. Sería feliz en aquellos campeonatos en los que, para los nostálgicos, el dramatismo de la situación de un equipo lo indicaba el número de negativos que se colocaba detrás de la puntuación. ¿Lo recuerdan? Con aquellas reglas, este Real Valladolid tendría una situación moderadamente grave. Con ocho empates y tres derrotas en Zorrilla, tendría catorce negativos que se reducirían a seis gracias a un solitario triunfo y seis tablas a domicilio.

Dos décadas después, esas cuentas ya no valen. En las ligas del siglo XXI, empatar es casi perder. En especial en la recta final del torneo cuando todos los equipos tienen algún objetivo en juego: el título, plazas europeas o, como en el caso del Real Valladolid, la permanencia. El Sadar ha sido una nueva oportunidad perdida y ya van… El rey del empate viajó a Pamplona a por el premio gordo, los tres puntos de la victoria. Al menos eso anunció Juan Ignacio Martínez. Al final se conformó con un triste empate a cero, el segundo consecutivo tras el cosechado en la pasada jornada ante el Valencia en Zorrilla.

Álvaro Rubio defiende a De las Cuevas.
El Real Valladolid firmaba sus decimocuartas tablas de la temporada. ¡Una salvajada! Un nuevo ‘puntito’ que servirá de muy poco si el equipo sigue sin ganar. Tres escasas victorias en cada vuelta. A este ritmo, por muy bajo que sea el nivel en Primera, el Real Valladolid es carne de Segunda. Solo un equipo, el colista Betis, ha ganado menos en esta temporada. El empate en El Sadar, abarrotado con una afición volcada, es un exiguo botín para conseguir la salvación. Tan exiguo como justo. Los blanquivioletas no demostraron en Pamplona creer en la victoria. Les valía el empate.

Juan Ignacio planteó el partido como los entrenadores de los campeonatos de dos puntos por victoria. Empatar en El Sadar era un buen resultado. Osasuna, con dos puntos más en la clasificación, mandó con claridad en el primer periodo. El Real Valladolid, ordenado pero timorato, esperaba agazapado una oportunidad a la contra. Un planteamiento muy conservador para pensar realmente en la victoria. Y arriesgado. Por poco sobrado que esté Osasuna de calidad, regalar la posesión a un rival de Primera División es una locura.

Cejudo aceptó el regalo y merodeó la portería castellana con cuatro disparos. Jaime, como contra el Valencia, no estaba por la labor. El equipo lleva tres jornadas consecutivas sin encajar un gol. El larguero salvó a Jaime en un extraordinario latigazo de Cejudo desde treinta metros. Osasuna, a los nueve minutos, estuvo a punto de derrumbar la apuesta inicial de Juan Ignacio por no perder. A la media hora, Jaime, de nuevo, mantuvo el empate en una incómoda falta lateral al área que se envenenó. Damiá estuvo muy cerca de desviarla a gol.

Javi Guerra y Arribas, atendidos tras un choque.
Estaba, desde luego, más cerca el gol navarro que el castellano. Guerra era un soldado abandonado en medio de las líneas enemigas y debilitado. Tuvo que ser atendido en dos ocasiones por los asistencias médicas en el primer periodo. Óscar no entraba en juego. Tampoco Larsson y Bergdich, la novedad en el once junto con Mitrovic, en las bandas. El bagaje ofensivo era sonrojante. Ni una aproximación con peligro real en todo el primer tiempo. El Real Valladolid jugaba al cero a cero. Nada de buscar la victoria.

El paso por los vestuarios abrió un tenue amanecer entre los nubarrones. Se estiró el Real Valladolid en los primeros minutos del segundo periodo. Peña descubrió que podía subir, que no estaba prohibido, que Osasuna no era un muro impenetrable. Víctor Pérez también aprendía una lección: las jugadas de estrategia son una opción de gol. El manchego, que desperdició antes del descanso una falta a un palmo del área, casi clava un gol olímpico. Esta vez el larguero, el mismo que salvó a Jaime en el primer periodo, ayudaba a Andrés Fernández.

Un espejismo. A la contra, en la siguiente jugada, regresó la pareja de moda del primer tiempo: Cejudo-Jaime. El interior rojillo se plantó mano a mano ante el portero. Jaime, que está respondiendo a la perfección al órdago de Juan Ignacio tras sentar a Mariño, le cerró el pasó, se lanzó al suelo y le sacó el balón con una mano portentosa. Se comió a Cejudo en una acción plena de confianza. El cero a cero no se movía para alivio de Juan Ignacio que reclutó a Manucho para, en teoría, ir a por la victoria.

Bergdich, novedad en el once, pugna con Raoul Loe.
No fue así. El encuentro se igualó. Osasuna ya no era el dominador absoluto de la situación. Pero tampoco el Real Valladolid manejaba el ritmo. Ambos equipos evidenciaban su posición en la tabla y competían en imprecisiones. El partido era malo de solemnidad, tan impropio de Primera como merecedor de un empate a cero. Solo un chispazo podía evitarlo. Lo tuvo el Real Valladolid. Javi Guerra, dentro del área, tropezó con la figura de Andrés Fernández, que se lució con un paradón de los que suman puntos. Ya en el descuento, Valiente remató fuera una falta botada por Jeffren.

Ninguno había hecho méritos para ganar. El Real Valladolid, que tendrá ahora un parón de dos semanas por el inoportuno partido aplazado contra el Real Madrid del próximo fin de semana, suma otro empate que de poco servirá si Getafe (Atlético y Levante, a domicilio) y Almería (Real Madrid, en el Bernabéu, y Celta) suman una victoria en alguno de sus dos venideros encuentros. En el siglo XXI, de uno en uno, nadie se queda en Primera. El rey del empate huele a Segunda. No sabe ganar, solo sumar de uno en uno.

Alineaciones:

Osasuna 0: Andrés Fernández; Marc Bertrán, Miguel Flaño, Arribas, Damiá; Silva, Raoul Loe, Cejudo (Lobato 70’), Roberto Torres, De las Cuevas (Oier 77’); y Oriol Riera (Acuña 89’).

Real Valladolid 0: Jaime; Rukavina, Jesús Rueda, Mitrovic, Peña; Álvaro Rubio (Marc Valiente 75’), Víctor Pérez, Larsson (Manucho 52’), Óscar, Bergdich (Jeffren 90’); y Javi Guerra.

Árbitro: Clos Gómez (colegio aragonés). Amonestó a Mitrovic (64’), por parte del Real Valladolid.

Incidencias: 33ª jornada de la Liga BBVA. El Sadar. Prácticamente lleno. 17.914 espectadores.

Las notas:

Jaime (9): Ahora mismo, el jugador más en forma del Real Valladolid. Decisivo, por segunda jornada consecutiva, para sumar un punto. Salvó espectacularmente un mano a mano con Cejudo en el inicio del segundo periodo. Muy seguro en todas sus acciones.

Rukavina (4): Un ejemplo del aparente conformismo del Real Valladolid con el empate a cero. Su aportación ofensiva fue inexistente.

Jesús Rueda (6): Aplicado en labores defensivas. No tuvo fallos.

Mitrovic 'se presenta' a Oriol Riera.
Mitrovic (7): Regresó al once tras su sanción contra el Almería y su suplencia contra el Valencia. Contundente. Le dejó un recadito a Oriol Riera en un salto para marcar territorio.

Peña (5): Apenas subió la banda, solo en el comienzo del segundo periodo. Sin problemas atrás.  

Álvaro Rubio (6): Correcto en una mitad de campo, la defensiva. Inexistente, como todo el equipo, en la otra. No creó peligro.

Víctor Pérez (6): Rozó un gol olímpico en un saque de esquina en los primeros minutos del segundo tiempo. Sustituido por Álvaro Rubio en el último cuarto de hora para aguantar el empate a cero.

Larsson (4): Menos activo que en partidos anteriores. Sufrió la escasa presencia ofensiva del equipo en el primer periodo y dejó su puesto a Manucho siete minutos después de la reanudación.

Óscar (4): Sigue sin estar fino, ya sea jugando en la banda, como en las últimas jornadas, o en la mediapunta, como en Pamplona. Con muy poca presencia en el área rival. En el arranque del partido, no controló en el área un balón que le dejaba ante Andrés Fernández. Tras la entrada de Manucho, ocupó la banda derecha.

Bergdich (4): Revulsivo en el once que se quedó en nada. El franco-marroquí estuvo muy lejos de su versión más bulliciosa.

Javi Guerra encara a Arribas ante la mirada de Silva.
Javi Guerra (4): Dolorido en el primer periodo tras dos fuertes golpes. Necesitó atención médica. En la recta final, Andrés Fernández le salvó un clarísimo disparo de gol.

Manucho (4): Entró por Larsson para acompañar a Guerra. Su entrada apenas se notó. Sin opciones de remate.

Marc Valiente (6): Recambio de Víctor Pérez para jugar en la medular el último cuarto de hora. Remató fuera una falta de Jeffren en el tiempo de prolongación.

Jeffren (-): Entró por Bergdich en el tiempo de prolongación. Apenas con tiempo para poner una falta en el área que Valiente mandó fuera.

Juan Ignacio Martínez (2): Prometió ir a por la victoria. O mintió o el equipo no le entendió el mensaje. Nada de lo que sucedió en el campo demostró que el Real Valladolid buscara la victoria. Planteamiento muy conservador, en especial en el primer periodo, pensando en otro empate que sirve de poco en la lucha por la permanencia.