El extremo alemán, que llevaba casi dos semanas entrenando al margen del
grupo tras negarse a jugar contra el Villarreal, ha roto de manera unilateral
su vinculación con el club, que expiraba el próximo 30 de junio. La directiva
presentará una demanda contra el futbolista, que se ha marchado a coste cero.
Ebert celebra un gol al Real Mallorca en la pasada temporada. Foto: www.realvalladolid.es |
Patrick Ebert no volverá a vestir la camiseta del Real Valladolid. Por
si existía alguna duda, el extremo alemán la ha disipado de la peor manera
posible. Ebert ha roto de manera unilateral el contrato que le vinculaba con el
Real Valladolid hasta el próximo 30 de junio. Se marcha de Zorrilla de un
portazo y sin dejar ni un euro. El Real Valladolid demandará al jugador por el
perjuicio económico causado. Ni cláusula de rescisión, ni traspaso, Ebert
abandona Valladolid a coste cero.
El alemán se ha salido, al fin, con la suya. Hace apenas dos semanas, se
negó a jugar contra el Villarreal horas antes de un decisivo encuentro para un
Real Valladolid hundido en la clasificación. Alegó que “no tenía la cabeza”
para saltar al césped de Zorrilla. En realidad, un órdago al club para salir en
el mercado de invierno, para que Carlos Suárez aceptara alguna de las ofertas
por el alemán. El Málaga pagaba 300.000 euros, más la cesión de Flavio o Samu. El fútbol alemán
(Friburgo y Hannover) se sumaba, poco después, a la puja. El Génova y el Spartak de Moscú han
sido las últimas novias.
Carlos Suárez paró los pies al alemán tras su falta de profesionalidad borrándose del encuentro contra el Villarreal. “Ebert tiene una oferta de otro
equipo, pero los precios para una venta los pongo yo. Creo que se ha equivocado
con su forma de proceder. Es de mal profesional y mal compañero
y creo que, al final, tendrá que buscarse la vida porque este club, más que
dinero, necesita profesionales que quieran sumar y remar”.
Ebert se encontró con una contundente respuesta de la directiva del Real Valladolid.
Suárez avisó al alemán: “Si
se tiene que ir, será por el dinero que el club considere oportuno, ni por un
céntimo menos”. Pero Ebert ni se inmutó pese a que la directiva le abrió un
expediente sancionador. El alemán se ha entrenado en solitario en las dos últimas semanas, desde su
negativa a jugar contra el Villarreal, y ha continuado con su idea de marcharse
del vestuario de Zorrilla, con toda la plantilla en su contra. Y, como desde
que fichó por el Real Valladolid, ha seguido actuando a su modo y manera.
Ebert está a un paso de fichar por el Spartak de Moscú.
El mercado ruso está abierto hasta el próximo 28 de febrero. Y no ha querido
esperar a una negociación entre ambos clubes. Ha roto el contrato y se larga
gratis. El Real Valladolid, cansado de la caprichosa actitud del extremo
alemán, presentará una demanda contra el jugador. Un triste epílogo a una
relación de amor-odio entre ambas partes. Ebert, en apenas dos años, ha
pasado de ser el héroe de la afición a un apestado.
El alemán, que llegó gratis en el verano de 2012
procedente del descendido Hertha Berlín, se ganó de inmediato fama de jugador
complicado. La directiva, los compañeros y la afición perdonaron a Ebert su
fuerte y egoísta carácter mientras su rendimiento en el campo fue alto. Ebert firmó una
primorosa primera vuelta de la temporada 2012/13 con cinco goles y, sobre todo,
un enorme liderazgo y relevancia en el juego de un Real Valladolid que vivía
tranquilo en la mitad de la clasificación. Era, sin duda, una de las grandes revelaciones de la Liga.
Ebert, en San Mamés, en su último encuentro como jugador del Real Valladolid. |
Los problemas físicos, en especial en los isquiotibiales, una cruz en el rendimiento de
Ebert, empezaron a cambiar la relación del alemán con el club y la afición. No
recuperó su mejor nivel y empezó a mostrar su deseo de cambiar de aires. Una
inoportuna y, sobre todo, desvelada reunión con el Atlético de Madrid provocó
el primer serio encontronazo entre el Real Valladolid y Patrick Ebert, más
interesado en fichar por otro equipo que en continuar en Zorrilla.
Suárez recordó, sin embargo, al jugador el coste de su salida: 8
millones de euros, su cláusula de rescisión, si bien Ebert es propietario del
35% del pase. El Atlético se cayó de la puja y ningún otro equipo interesado en
su fichaje, como el Sevilla, se decidió a cerrar en el último verano una operación de alto coste en
tiempos de escasa liquidez en la mayoría de los clubes. Ebert se quedó en
Zorrilla pero su mente hacía tiempo que ya no estaba por la labor.
Su segunda temporada en Valladolid ha sido decepcionante:
tres goles en trece partidos con frecuentes lesiones y, sobre todo, una mala
actitud en el césped. Ebert solo ha justificado su incuestionable calidad en
las jugadas a balón parado. En el Nuevo San Mamés, el pasado 20 de enero, disputó su último encuentro
como blanquivioleta. En año y medio, deja nueve goles, una velocidad endiablada, un gran golpeo
de balón, un carrusel de lesiones, un carácter fuerte, egoísta y problemático y una
salida vergonzosa que se resolverá en los tribunales. Auf Wiedersehen, Patrick!