lunes, 27 de abril de 2015

Fallece Mike Phillips, exjugador del Fórum e histórico del basket español de los ochenta

Jugó en el CB Valladolid en la temporada 1987/88. Promedió 20,2 puntos y 9,2 rebotes. Fue compañero de, entre otros, Quino Salvo, Samuel Puente, Silvano Bustos, Juan Domingo de la Cruz, Arturo Fernández Seara, Miguel Ángel Reyes y su compatriota Michael Young, con Mario Pesquera en el banquillo.

Mike Phillips dejó huella en Pisuerga. Foto: www.cbvalladolid.es
Este pasado fin de semana ha fallecido en su casa de Kentucky a los 59 años de edad Mike Phillips, leyenda del baloncesto español en la década de los ochenta. Campeón liguero y de Copa con el Barça, máximo anotador de la ACB en la temporada 1985/86 y capaz de dejar huella en todos los equipos por los que pasó con unos números de vértigo.


El inolvidable Mike Phillips ha muerto debido a un accidente casero. Los medios que han dado la noticia hablan de una caída aunque se siguen investigando las causas del deceso.

Su leyenda arrancó en Kentucky. Antes, un 24 de marzo de 1956, había nacido en Akron, el pueblo de LeBron James. Su efectividad cerca del aro le hizo llegar a la prestigiosa Universidad de Kentucky, con la que vivió años muy exitosos culminados con el título de la NCAA logrado por los Wildcats en 1978.

¿Cómo pudo pasar un campeón de la NCAA al modesto Mollet de la Liga Nacional de inmediato? La explicación está en que sus números, con un leve descenso (de los 15,6 puntos, 9,8 rebotes de su segundo año a los 10,2 puntos y 4,7 rebotes del último curso con los Wildcats) bajaron su posición en el draft de la NBA, siendo elegido por los Nets en tercera ronda, posición número 45. En ese momento fue fichado por el Barça que le cedió al Mollet, donde su rendimiento convenció al club barcelonista para apostar más por él que por Jeff Ruland.

A partir de ahí se convirtió en uno de los jugadores inolvidables de la década de los ochenta en España, siendo campeón liguero con el Barça en su primera temporada, aún en Liga Nacional, y ganando dos Copas consecutivas. Alto, blanco, con bigote y rodilleras, un reflejo de la época, un aspecto que le hacía aún más carismático, más aún con las gafas a lo Jabbar en sus últimos años. Cuando dejó el conjunto barcelonista, su leyenda no dejó de crecer. Círculo Católico, Espanyol, Valladolid, Granollers, siempre en ACB. Y el ascenso a la élite con el Murcia en su despedida española.

Por el camino, un sinfín de exhibiciones que asombraban más por la facilidad con las que las hacía, casi sin saltar, siempre sin correr. Sobrio y poco dado a jugadas para la galería, era mucho más ágil de lo que aparentaba por su pesadez y su juego de pies era una delicia. Efectivo a más no poder, inteligente en la defensa y a la hora de posicionarse para el rebote. Capaz de ser máximo anotador de la campaña 1985-86 junto con el estudiantil David Russell y de promediar en ACB 23,2 puntos y 9,2 rebotes por partido, con un increíble 65% de acierto en tiros de dos durante su carrera.

Actualmente trabajaba de director de marketing de una empresa de equipamiento médico y su máximo sueño era tener un nieto. Así respondió en una reciente entrevista en Gigantes, donde habló de sus recuerdos de esos años: “España fue muy buena conmigo y con mi familia, la gente siempre me trató estupendamente. Nos encantó la comida e incluso hoy en día hablamos sobre aquellos años. Disfruté mucho yendo de caza por ahí, a veces me sorprendo a mí mismo porque tengo ganas de echarme la siesta alrededor de las dos de la tarde”.

“Era grande y muy físico y la mayor parte del tiempo jugaba de espaldas a la canasta, ese era mi sitio. Me tomaba en serio lo de anotar y rebotear”, añadió en la entrevista aquel mito ochentero cuyo nombre jamás será olvidado por los que le vieron jugar.

Noticia de www.abc.com