Quien más, quien menos, en la
ciudad conocía su nombre y su trayectoria deportiva. No solo eso, guardaba un
gran cariño hacia Lalo, hacia un chico de la ciudad, hacia un vallisoletano
más. No hacía falta ser un aficionado al baloncesto. Lalo era un poco alguien
de todos los vallisoletanos, alguien cercano, alguien querido, un amigo.
Gonzalo García Téllez. Lalo García en el mundo del
baloncesto. O simplemente Lalo en el polideportivo Pisuerga y en las calles de
Valladolid. Un vecino más en la ciudad. Quien más, quien menos, en la ciudad
conocía su nombre y su trayectoria deportiva. No solo eso, guardaba un gran
cariño hacia Lalo, hacia un chico de la ciudad, hacia un vallisoletano más. No
hacía falta ser un aficionado al baloncesto. Lalo era un poco alguien de todos
los vallisoletanos, alguien cercano, alguien querido, un amigo. Un ‘cinco, el número que
llevó en sus trece años en el CB Valladolid, pegado a nuestro corazón.
La pérdida de Lalo García ha sido sentida por toda
Valladolid. Marzo se despedía con la peor de las noticias. El paso de los días,
desde que se conociera su desaparición el miércoles 4 de marzo, había cambiado
el semblante en la ciudad. La incredulidad por los graves problemas personales
de Lalo, algo que muchos desconocíamos, se mezcló con la preocupación por su
paradero. Inquietaba ver cómo se buscaba a Lalo en el Pisuerga. La última vez
que se le vio fue a última hora del 4 de marzo, a las diez de la noche, en la
cafetería Carex, enfrente mismo del polideportivo Pisuerga, el hogar de su vida
deportiva.
Pero la inquietud, aunque con prudencia, se tornó cada
día en esperanza. Lalo no aparecía en el río. La búsqueda no ofrecía resultados.
Lalo tenía que estar vivo en algún lado. Había cumplido 44 años el pasado día
20. Había que celebrarlo todos juntos, cuando Lalo hubiera vuelto a su casa,
con su familia, con sus amigos, con todos los suyos, con toda Valladolid. Una
esperanza, una ilusión, que desapareció este martes, 31 de marzo. Era el final
que todos temíamos pero que nos resistíamos a admitir. Un cuerpo flotaba junto
al embarcadero situado en las inmediaciones del polideportivo Pisuerga. Era
Lalo, era nuestro Lalo.
Algo ha cambiado desde entonces en Valladolid. La
muerte de Lalo ha afectado a todos. Era nuestro chico, aquel joven que vimos
jugar en el CB Valladolid, llamado entonces Fórum Filatélico Valladolid (y
Grupo Libro brevemente), en su época dorada al lado de Arvydas Sabonis, Valdemaras
Homicius, Valeri Tikhonenko, José Antonio Corbalán, Alex Bento, Miguel Ángel Reyes,
Silvano Bustos, Mike Schlegel, Juan Espinosa, David Enciso, Jacobo Odriozola, Fede
Ramiro... Lalo jugó también, entre otros, con Oscar Schmidt, Andrei Fetisov, Anicet Lavodrama,
Fede Ramiro, Román Montañez, Carles Marco, Raúl Pérez, Sergio Luyk, Toñín Llorente, Mike Hansen
(además su excuñado), David Brabender, Dyron Nix, Tony White y John Williams.
El ‘5’ del CB Valladolid, que retiró el número de la
camiseta de Lalo (al más puro estilo de las grandes leyendas de la NBA) durante un homenaje al jugador en 2004 cuando cumplió 33 años (apenas tres
después de retirarse golpeado por las lesiones), impactó a todos con los que
compartió vestuario como Sabonis. En declaraciones a El Norte de Castilla, el
lituano encajaba el triste adiós de su excompañero durante tres temporadas
(1989-1992): “¿Qué pasó? No sabía nada. ¡Madre mía! Me quedo con la
boca abierta. No sé ni qué decir. Guardo un buen recuerdo de Lalo. Era un buen
chico, un gran hombre, siempre alegre.. Era un buen jugador, gran defensor,
defendía siempre a los jugadores decisivos del otro equipo... ¡Madre mía, madre
mía!”.
Lalo García, con Arvydas Sabonis, su compañero durante tres temporadas. |
Lalo,
con su sonrisa, con su afable carácter, ganaba a todo el mundo, también al
brasileño Oscar Schmidt: “Adoraba jugar con él. Era un buen chico. Era un
líder”.
Todo
un histórico del basket nacional, Juan Antonio Corbalán, abandonó el deporte en
Valladolid en un equipo en el que ya brillaba, con menos de veinte años, Lalo.
Corbalán
ha dedicado un emotivo artículo al vallisoletano en El Mundo:
“Recuerdo a Lalo García como aquel chico que acababa de
pasar de júnior a profesional. Era todo fuerza, con muchas
ilusiones y la responsabilidad de ser el jugador de la casa, el
que representaba el espíritu de aquel Fórum Filatélico que estaba repleto de
figuras.
Él adoptó el rol del jugador joven, doméstico, con el
honor de ser de la tierra y con los sueños de cualquiera que comenzaba a
aquella edad, a poco de la veintena.
Se trataba de un jugador que no mitificaba mucho todo lo
que le sucedía. Jugaba
de tú a tú con cualquier rival sin problemas, por mucho que fuera más bien
pequeño. Tenía fuerza y espíritu, era muy valiente y compensaba
entonces de esa manera su falta de físico. Además, no le asustaban las figuras.
Una vez, Javier Casero me preguntó cómo veía al equipo.
Le comenté que, por las características que teníamos en aquellos días, y aunque
me gustaba jugar muy rápido, debíamos movernos lentamente
para sacar el rendimiento de Arvydas Sabonis sin renunciar a la velocidad de
Lalo. Él debía representar el contragolpe porque era muy veloz
y disponía de mucha intuición para ello. Así fue”.
Trece temporadas (1988-2000) en el primer equipo con
unos números aún insuperables: 389 partidos en la ACB, 2.730 puntos, 8.369
minutos, 428 asistencias y 479 robos. Líder, aún hoy en día, en todos esos
apartados en el CB Valladolid. Además, capturó 610 rebotes. Un deportista
insuperable en Pisuerga. Un deportista que muy pronto trascendió la pista. Un
emblema tal y como se ha repetido, sin exagerar, en los últimos días. Un verdadero emblema del baloncesto de Valladolid y de Valladolid.
Lalo debutó en la ACB el 30 de octubre de 1988.
Tenía diecisiete años. Se estrenó en un santuario del baloncesto español, Badalona, ante el Joventut de los hermanos Jofresa, Morales y José Antonio
Montero. Pepe Laso, técnico entonces del Fórum Filatélico Valladolid, fue el
encargado de dar la alternativa a aquel chico que había llegado a la cantera
del club procedente del colegio La Salle en categoría cadete (quince años). En
su debut, jugó nueve minutos y anotó una canasta de dos. Lalo estaba acompañado
por una plantilla con nombres históricos en el club como Quino Salvo, su
padrino deportivo, Juan Domingo de la Cruz, José Antonio Alonso y todo un
referente, Samuel Puente. Miguel Ángel Reyes, Silvano Bustos, Víctor José
Fernández y los estadounidenses Michael Young, Fred Cofield y John Devereaux
fueron sus otros compañeros en su primer año en la ACB.
No tardó en ganarse a la grada. Lalo jugaba con el
corazón y con mucha garra sin perder una sana sonrisa en su cara de niño risueño. Excelente la definición de Sunil Bhardwaj, actual presidente del CB
Valladolid, del juego del vallisoletano: “Sin ser el
más alto era el que más saltaba, sin ser el más rápido era el que más balones
robaba y sin ser el más eficaz era el que mejores canastas anotaba”.
Con sus 187 centímetros, Lalo, desde su posición de
escolta con buen manejo del balón (ayudaba a menudo a los bases), fue la garra del
Fórum durante más de una década, el eslabón del equipo entre la pista y la
grada, la cara y, sobre todo, el corazón del conjunto vallisoletano. Lalo no
destacaba como tirador (acabó su carrera con un 34% de acierto en los triples), ni como un gran anotador (siete puntos de promedio), pero su presencia en la cancha
se apreciaba. Esencial en labores defensivas, siempre intenso. Lalo se encargaba del trabajo más
sufrido, de secar a la estrella del equipo rival, cometido con el que casi
siempre cumplía. Un especialista defensivo que completaba su labor con gran
eficacia en contraataques tras robar el balón. Un valiente a la hora de encarar
el aro. Míticas son sus penetraciones en la canasta rival.
Lalo aportaba la dureza necesaria para que lucieran en
ataque las estrellas: Sabonis, Schlegel, Oscar, Fetisov, Marco… Su mejor
temporada llegó en el curso 1994/95, con una media de 12,9 puntos.
Su labor no pasó desapercibida en la ACB. Tuvo
ofertas para salir de Valladolid. Siempre se mantuvo, no obstante, fiel a los
colores morados. Una lealtad agradecida por la afición y por toda la ciudad.
Lalo tenía capacidad para haber jugado en un grande del baloncesto español. Pero se quedó en Pucela.
La Selección no olvidó al vallisoletano. Contó también con
la presencia de Lalo, internacional sub-20 (diez partidos) y júnior (28
encuentros). Ganó la medalla de bronce en el Europeo júnior de 1990. Lalo era
el capitán de un equipo en el que estaba otro histórico como Alfonso Reyes. La
puerta de la selección absoluta se abrió también con ocho internacionalidades. Debutó
el 22 de mayo de 1992 en León
ante Ucrania. El mítico Antonio Díaz Miguel probó a Lalo en la concentración
preolímpica de los Juegos de Barcelona.
La retirada deportiva (24 de mayo de 2001 en Pisuerga en los cuartos de final del playoff ante el Barça) marcó un antes y un después en
la vida de Lalo García, aunque no una ruptura. Siguió vinculado al club de
su vida, fue vicepresidente hasta 2002. También continuó ligado a la empresa Fórum Filatélico. Irónicamente, resultó una mala
decisión. Lalo, que había heredado la cartera de clientes de su padre, que
había trabajado anteriormente en la empresa, se introdujo en mayo de 2006 en
una pesadilla de la que realmente nunca despertó. El juez de la Audiencia
Nacional Fernando Grande Marlaska ordenó el precinto de las sedes de Fórum
Filatético y Afinsa por un delito de estafa. A Lalo le pilló todo en medio en las oficinas de Pisuerga y
sin saber nada. Perdió todos sus ahorros (apenas recuperó una décima parte tras
el concurso de acreedores de Fórum), como otros 200.000 clientes en toda
España. Entre ellos había familiares y amigos de Lalo. Un durísimo golpe para
el vallisoletano. Nunca se perdonó una responsabilidad que no tenía. A él también le habían engañado.
En realidad, nunca se recuperó.
El baloncesto también se acabó para Lalo tras una
convulsa etapa como director deportivo entre 2006 y 2008. El CB Valladolid
había empezado a zozobrar, el club comenzaba su lento e irreversible naufragio.
Lalo pagó el descenso a la LEB. El presidente José Luis Mayordomo prescindía de
sus servicios tras una breve etapa como presidente de la Fundación Baloncesto Valladolid y como relaciones externas: “Lalo tiene que entender que todo en la vida se acaba y que no
sale del club por la puerta de atrás. Él veía que su
trabajo en el club estaba vacío, no tenía contenidos. Lalo tiene razones
personales como para replantearse su vida. Desde aquí le deseamos toda la
suerte del mundo”. Mayordomo le abrió una puerta de salida que jamás volvió a abrirse.
La
vida se había torcido al ‘5’ de Pisuerga, con importantes problemas económicos, laborales (había encontrado recientemente un trabajo en la sección de seguros de El Corte Inglés) y personales
en los últimos años. Su sonrisa de niño ya no estaba. Su aspecto físico había cambiado con un notable incremento de peso. Hasta que, en un mes de marzo de 2015, ya no hubo vuelta
atrás. Lalo, divorciado en dos ocasiones y padre de dos hijos de trece y ocho
años, desapareció en la noche del 4 de marzo hasta que el río le devolvió en la mañana del 31 de marzo a los pies del pabellón donde
fue feliz. Era el final que nadie quería. Era el final que Lalo no merecía.
Mike
Hansen recogía horas después el sentir de la familia tras conocerse la fatal noticia:
“Me
gustaría que todos recordaseis a Lalo no solo por lo gran deportista que ha
sido, no solo por su dedicación y entrega a su deporte y a su ciudad. Me
gustaría que nadie se olvidara nunca de su generosidad para con todo el mundo,
de su sentido del humor, su alegría y su empatía con todos, grandes y pequeños.
Y desde aquí recalcar el enorme amor hacia su madre, sus hijos, su familia y
sus amigos.
Lalo
nunca habrá otro como tú. Tú eres el más grande y la imagen del baloncesto en
Valladolid, el espejo y el referente de todos los niños de esta ciudad, ayer,
hoy y siempre”.
Valladolid
entera tiene una deuda de gratitud hacia Lalo. Más que nadie, el mundo del
baloncesto. El CB Valladolid es consciente de ello:
“Se
nos ha ido Lalo pero su recuerdo quedará y deberá ser ejemplo para futuros
jugadores. Tenemos la obligación de contar a los más pequeños quien fue aquel
vallisoletano que hizo sombra a los Sabonis, Smith Becerra o Corbalán.
Desde
el Club Baloncesto Valladolid solo nos queda honrar su memoria y estar al lado
de su familia, de su madre, hermanas e hijos”.
Toda Valladolid y todos los vallisoletanos lloramos por un ‘cinco’ pegado para siempre a nuestro corazón: Lalo García. Descanse en paz.