viernes, 5 de agosto de 2016

Bolt tras Phelps

El velocista jamaicano (29 años), tricampeón en 100 metros, 200 metros y relevos 4x100 metros en Pekín y Londres, aspira a ser el primer atleta en la historia en encadenar tres títulos olímpicos en pruebas en la pista. Mientras, el nadador estadounidense (31 años) afronta sus quintos Juegos, tras dos años fuera de la piscina entre 2012 y 2014, con el objetivo de incrementar su inigualable palmarés de 22 medallas olímpicas, 18 de oro.

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Uno corriendo, el otro nadando.

Nadie va más rápido que Usain Bolt (Sherwood Content-Trelawny-Jamaica, 1986) y Michael Phelps (Baltimore-Maryland-Estados Unidos, 1985).

Dos mitos deportivos. Dos leyendas olímpicas.

Cuando la antigua Grecia, la madre de la democracia y de la sociedad occidental, inventó los Juegos Olímpicos e inmortalizó a sus primeros héroes, no podría imaginarse a héroes tan perfectos como Bolt y Phelps.

Hace tiempo que entraron con fuerza en los libros de historia, y no solo en las páginas de deportes.

Usain Bolt y Michael Phelps pertenecen a ese reducidísimo grupo de irreductibles al paso del tiempo. Su legado quedará para siempre. Eternos, inmunes al cruel e inexorable tic-tac del tiempo para el común de los mortales.

Y aun así, no lo han dicho todo.

Río 2016 será la última oportunidad (Bolt se retirará en los Mundiales de Atletismo de Londres 2017 y Phelps tras los Juegos de Río) para ver en acción a los dos colosos del olimpismo moderno del siglo XXI. Dos adelantados a su tiempo.

Bolt tras Phelps.

El relámpago tras el tiburón.

El velocista jamaicano, un icono mundial a la altura de las principales mediáticas estrellas del fútbol, el baloncesto o el tenis, afronta con ambición y orgullo un gran reto en el Estadio Olímpico Engenhão: ser el primer atleta en encadenar tres títulos olímpicos en pruebas en la pista.


Usain Bolt, victorioso en Pekín 2008 (arriba) y Londres 2012 (abajo).
Hasta ahora, esa hazaña ha bordeado la pista: los estadounidenses Carl Lewis y Al Oerter, cuádruples campeones en los fosos del salto de longitud (1984-1996) y lanzamiento de disco (1956-1968); y el estadounidense John Flanagan en lanzamiento de martillo (1900-1908), el soviético Viktor Saneyev, en triple salto (1968-1980), el checo Jan Zelezny, en lanzamiento de jabalina (1988-2000), y el polaco Robert Korzeniowski, en los 50 kilómetros marcha (1996-2004), tricampeones olímpicos.

Bolt persigue su tercer triplete tras los oros en 100 metros, 200 metros y el relevo 4x100 metros en los Juegos de Pekín y Londres.

Ambición no le falta. El jamaicano siempre ha recalcado su deseo de ser el más grande. Lo deja claro en cada entrevista, en cada declaración pública. Forma parte de su personalidad, de su encanto, de su leyenda. No es soberbia, es simplemente Usain Bolt.

“Quiero ser recordado como uno de los más grandes deportistas de la historia”, resume en una entrevista concedida al diario El País antes de partir a Río 2016.

“Hablando de fútbol, por ejemplo, se puede discutir sobre quién es el mejor jugador de la historia. Pero nadie discute quién es el hombre más rápido del mundo. Pasará mucho tiempo antes de que nazca alguien con tanto talento como yo para batir mis records (…). Cuando la gente habla de leyendas en deporte habla de gente como Ali, Owens, Michael Jordan o Pelé. Que mi nombre figure en esa lista es un honor. Trabajo para ser un icono”, sentencia Bolt.

El velocista jamaicano, desde su espectacular irrupción en los Juegos de Pekín (tenía dos platas previas, en los 200 metros y el relevo 4x100 metros del Mundial de Osaka 2007), acumula medallas (seis oros olímpicos y once mundiales), records (tres en los 100 metros hasta los estratosféricos 9.58 del Mundial de Berlín 2009 y dos en los 200 metros hasta los 19.19 del mismo campeonato) y marcas (poseedor de los tres mejores tiempos en la historia de los 100 metros y cuatro de los seis mejores en los 200 metros).

Desborda talento y carisma.

Bolt es una bendición para el deporte mundial por lo que hace y por cómo lo hace.

A Río llega, como siempre, relajado y confiado. En su carrera, solo ha fallado una vez, en la final de los 100 metros del Mundial de Daegu 2011. Una salida en falso causó su descalificación.

Bolt, que aunque no lo parezca también envejece, no lleva, sin embargo, una buena temporada 2016, golpeado por las lesiones. A un mes de los Juegos, las alarmas saltaron en los trials jamaicanos. Bolt se lesionó en los isquiotibiales del muslo izquierdo y se perdió la final de los 100 metros. Una lesión que en los trials estadounidenses le habría dejado fuera de Río. En Jamaica, son más permisivos y se reservan una plaza en casos de lesiones justificadas. ¿Cómo dejar fuera a Bolt?

Pero lo cierto es que al jamaicano no se le ha visto mucho (cinco carreras de 100 y una de 200), ni muy bien, en 2016, lo cual tampoco quiere decir demasiado de cara a Río. En el meeting de la Diamond League de Londres, a tres semanas del debut (sábado 13 de agosto) en las series de los 100 metros en Río, Bolt ganó en los 200 sin apretar y sin secuelas de la lesión en los trials jamaicanos.

De cualquier manera, la temporada 2016 antes de Río no es buena. Bolt aparece como el cuarto más rápido en el ranking anual de los 100 metros tras los estadounidenses Justin Gatlin y Trayvon Bromell y el francés Jimmy Vicaut y el quinto en los 200 metros tras los estadounidenses LaShawn Merritt, Justin Gatlin y Ameer Webb y el antiguano Miguel Francis.

Pero el relámpago no se apaga y corre tras el tiburón.

Bolt nunca podrá atrapar a Phelps en el volumen de medallas, porque el número de pruebas en la piscina es superior, pero en Río tiene en la mano igualar un reto cumplido por el nadador estadounidense: tres Juegos Olímpicos consecutivos subiendo al podio (y además en lo más alto).



La gran leyenda olímpica: Michael Phelps.
Phelps, que debutó en Sidney 2000 con apenas quince años (quinto en la final de los 200 metros mariposa), ha sido el indiscutible héroe, con el permiso de Bolt en Pekín y Londres, de los tres últimos Juegos Olímpicos: Atenas 2004 (seis oros y dos bronces), Pekín 2008 (ocho oros) y Londres 2012 (cuatro oros y dos platas).

El palmarés olímpico de Michael Phelps es único: 22 melladas (18 oros, 2 platas y 2 bronces). E incluye otros 34 metales mundiales (27 oros, 6 platas y 1 bronce) y 21 continentales (16 oros y 5 platas).

En los Juegos de Londres, el tiburón de Baltimore se convirtió en la mayor gloria olímpica de la historia, adelantando a la gimnasta soviética Larisa Latynina, ganadora de 18 medallas entre Melbourne 1956 y Tokio 1964, con Roma 1960 como paso intermedio.

Y Phelps, aparentemente, se despidió del deporte tras Londres 2012:

“No me volveréis a ver en el agua. He alcanzado todos mis objetivos. He pasado tanto tiempo de mi vida en una piscina que no volveré a tirarme, ni por diversión”.

Ya estaba todo hecho. Ya no quedaba, aparentemente, nada más que hacer.

Pero el hiperactivo Phelps, al que su madre (soltera) apuntó de niño a natación para ‘calmarle’ y canalizar su inabarcable energía, no estaba hecho para estar lejos de la competición.

Una última zambullida.

Otra gloria olímpica, el nadador estadounidense Mark Spitz (9 oros, 1 plata y 1 bronce), acertó con el significado del paréntesis deportivo de Phelps: “En el último año o dos años quizás ha tratado de encontrarse a sí mismo. Lo que sabe hacer realmente bien es nadar”, analizó Spitz tras conocerse el regreso del tiburón de Baltimore.

Como otros grandes como Michael Jordan, Michael Schumacher, Julio César Chávez o Lance Armstrong, Phelps añoró la competitividad.

Regresó a la piscina en la primavera de 2014 y volverá a su reino: los Juegos Olímpicos.

El mismo de siempre y, al mismo tiempo, un nuevo Phelps.

Ya treintañero (una ‘vejez’ para un nadador de élite), reciente padre de un niño y, sobre todo, recuperado de una crisis existencial bastante importante (con coqueteos con el suicidio) y unos graves problemas de consumo de marihuana y alcohol que le llevaron incluso a comisaría, tras ser cazado ebrio al volante en septiembre de 2014, y le dejaron fuera del Mundial de Kazán 2015.

Pero el tiburón de Baltimore, que pasó por una clínica de rehabilitación y suma casi dos años sin beber una gota de alcohol, no ha perdido el hambre. Competirá en seis pruebas: los 100 y 200 metros mariposa, los 200 metros estilos y los relevos 4x100 metros estilos, 4x100 metros libres y 4x200 metros libres. Casi como en sus mejores días.

Phelps tiene la segunda mejor marca del año en los 100 metros mariposa y los 200 metros estilos, tras el húngaro Laszlo Cseh y el japonés Kosuke Hagino, respectivamente. De nuevo Cseh es el más rápido en los 200 metros mariposa, pero Phelps tiene por medio a otros cuatro rivales en el ranking anual.

Y la motivación existe: ser campeón olímpico con más de treinta años, encadenar cuatro oros consecutivos en sus reinos de los 100 metros mariposa y los 200 metros estilos, recuperar el oro en los 200 metros mariposa (que le arrebató el sudafricano Le Clos en Londres) e incluso, porque los campeones también tienen su corazón, ganar delante de su hijo recién nacido.

Porque Bolt y Phelps están en Río y quieren seguir ganando.

Uno corriendo, el otro nadando. Nadie es más rápido que ellos.

Leyendas. Héroes olímpicos. Los más grandes del siglo XXI.