lunes, 22 de agosto de 2016

Lo mejor y lo peor de España en Río 2016

Los Juegos del Agua. El piragüismo y la natación suman más de la mitad de los oros. Saúl Craviotto y Mireia Belmonte, ambos con un oro y un bronce, igualan, con cuatro medallas, a otros ilustres olímpicos como Joan Llaneras, Andrea Fuentes y Arantxa Sánchez Vicario. El baloncesto, con una plata femenina y un bronce masculino, sostiene a los deportes de equipo, que se estrellaron casi unánimente en la barrera de los cuartos. El atletismo renace, el taekwondo se mantiene y surgen con fuerza el bádminton y la halterofilia. Nadal tira de épica, con un oro en dobles y un bronce moral en individuales tras dos ajustadísimos encuentros. Fracasan la vela, el judo, el tiro y el ciclismo de carretera. Y, es cierto, no sobran los nuevos valores, salvo Carolina Marín, Marcus Cooper Walz y, en menor medida, Eva Calvo y Orlando Ortega. Tokio 2020, a cuatro años vista, no pinta tan bien.

Río ‘salva’ sus Juegos y Estados Unidos arrasa / El legado de Phelps y Bolt Todos los resultados del equipo olímpico español en Río 2016 / Tokio 2020 buscará el relevo generacional

Río 2016: Los primeros Juegos de Sudamérica / Informe McLaren: Rusia, casi fuera / Bolt tras Phelps / El listón de las 20 medallas / Barcelona lo cambió todo / Río se sobrepone a la picadura del Zika

Mireia Belmonte, emocionada tras ganar el oro en los 200 metros mariposa.
Foto: Diego G. Souto (Facebook COE).
Río 2016: Los segundos mejores Juegos del olimpismo español.


Solo Barcelona’92 salió mejor.

Río 2016 ha sido un notable éxito.

Razones no faltan:

1. Por oros...

Siete, con los campeones olímpicos Mireia Belmonte, en natación; Maialen Chourraut, Marcus Cooper Walz y Saúl Craviotto-Cristian Toro, en piragüismo; Rafa Nadal-Marc López, en tenis; Carolina Marín, en bádminton; y Ruth Beitia, en atletismo.

Solo en Barcelona’92, España se subió más veces a la cúspide del podio: trece oros, casi la mitad entre vela (cuatro) y judo (dos), dos deportes que se han ido de vacío de Río.

2. Casi por medallas...

Diecisiete. A los siete oros, se añaden las cuatro platas del atleta Orlando Ortega, la taekwondista Eva Calvo, la selección femenina de baloncesto y la selección de gimnasia rítmica y los seis bronces de la nadadora Mireia Belmonte, la levantadora de pesas Lydia Valentín, el taekwondista Joel González, el piragüista Saúl Craviotto, la selección masculina de baloncesto y el ciclista, en la especialidad de mountain bike, Carlos Coloma.

Barcelona’92 es inalcanzable, con 22 medallas. Pero Río 2016 ha igualado el medallero de Atlanta 96 y Londres 2012. Pekín 2008 ha quedado a solo una medalla y Atenas 2004, a tres. Pero, salvo con Barcelona, los metales de Río han sido más valiosos.

3. También por los diplomas olímpicos...

Con 38. Solo se lograron más en Sidney (51), Atenas (43) y Barcelona (41).

Hasta seis olímpicos, la tiradora Fátima Gálvez, el ciclista Jonathan Castroviejo, la nadadora Mireia Belmonte (en los 800 metros), el tenista Rafa Nadal (en individuales), el piragüista Sete Benavides y las regatistas Berta Betanzos y Támara Echegoyen, se quedaron a un paso del podio.

4. Casi también por participación...

Con 306 olímpicos. El primer éxito de unos Juegos es clasificarse, con más mérito del que públicamente se reconoce. España solo ha superado la barrera de los 300 olímpicos en cuatro ocasiones: Barcelona (430), Sidney (324), Atenas (320) y Río (306). Y eso que en Río han faltado dos equipos tradicionales en los Juegos: el fútbol y el balonmano masculino.

5. Por participación femenina...

con 143 olímpicas, Río 2016 no tiene comparación. Más que en Barcelona (128) y Atenas (138).

Salto adelante, una vez más, del deporte femenino español. Una alta representación que roza ya el equilibrio perfecto con el deporte masculino: 143 mujeres y 163 hombres.

6. Por mantenerse en el top-15 del medallero...

(Por oros) y casi también en el top-15 en el total de medallas.

La sexta plaza en el medallero de Barcelona vuelve a ser una gloriosa excepción. La decimocuarta en Río solo ha sido superada por la decimotercera en Atlanta.

Río 2016 han sido los segundos mejores Juegos en la historia del olimpismo español porque ha prevalecido lo bueno sobre lo malo. Lo mejor sobre lo peor.

¿Y qué ha sido lo mejor de entre lo mejor?

1. Los deportes de agua.
El piragüismo ha brillado: tres oros y un bronce. La natación, uno de los deportes estrella de los Juegos, ha rascado un oro y un bronce gracias al talento de Mireia Belmonte.

Las cuatro medallas del piragüismo le incluyen en un club selecto. Solo la vela, con cinco (cuatro oros y una plata) en Barcelona; el ciclismo, con cinco (con tres platas y dos bronces) en Atenas, y cuatro (dos oros, una plata y un bronce) en Pekín; y el atletismo, con cuatro (con dos oros, una plata y un bronce) en Barcelona, habían conseguido antes un botín de medallas tan numeroso en unos mismos Juegos.

El piragüismo, que lleva sumando desde Atenas, ya es el segundo deporte olímpico más prolífico en España con dieciséis medallas: Cinco oros, siete platas y cuatro bronces. Por delante, únicamente la vela, a tres preseas.

Saúl Craviotto, oro en K-2 (200 metros), con Cristian Toro, y bronce en K-1 (200 metros).
Foto: Nacho Casares (Facebook COE).
2. Mireia Belmonte y Saúl Craviotto.

En los Juegos del Agua, tenían que triunfar una nadadora y un piragüista. Ambos, con un oro y un bronce. Ya conocían el podio olímpico. Belmonte y Craviotto atesoran cuatro medallas olímpicas e igualan al ciclista de pista Joan Llaneras, la nadadora de sincronizada Andrea Fuentes y la tenista Arantxa Sánchez Vicario. A tiro, el mejor olímpico español en la historia: David Cal, con un oro y cuatro platas.

Craviotto, con su segundo oro en K-2, con Carlos Pérez Rial en Pekín en la distancia de 500 metros y con Cristian Toro en Río en el sprint de 200 metros, se ha convertido en el tercer deportista español con dos oros olímpicos en su palmarés. Un logro que solo tenían, hasta ahora, el gimnasta Gervasio Deferr, en las finales de salto en Sidney y Atenas, y el ciclista Joan Llaneras, en la prueba de puntuación en Sidney y Pekín.

3. El papel de los veteranos.

Río 2016 ha salido muy bien porque las grandes figuras del deporte español se resisten al inexorable tic-tac del reloj.

Diecisiete medallas, con quince protagonistas, contando de manera individual a los equipos de baloncesto. Y una amplia mayoría con experiencia olímpica previa (Ruth Beitia ya participó en Atenas y Lydia Valentín y Carlos Coloma en Pekín), incluso experiencia en el podio: Mireia Belmonte (dos platas en Londres), Saúl Craviotto (oro en Pekín y plata en Londres), Rafa Nadal (oro en Pekín), Joel González (oro en Londres) y Maialen Chourraut (bronce en Londres). Sumaban siete medallas. En Río, se han llevado siete más.

Una experiencia olímpica más que evidente en la selección de baloncesto masculina. Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, José Manuel Calderón, Rudy Fernández y Felipe Reyes habían saboreado las platas de Pekín y Londres. Los cuatro primeros incluso estuvieron en Atenas y, en el caso de Navarro, en Sidney.

Los veteranos del equipo olímpico español han protagonizado once de las diecisiete medallas en Río, y eso sin contar al equipo de baloncesto femenino, que conjuga veteranía (Laia Palau) y juventud (Astou Ndour).

Por encima de los treinta años, se mueven medallistas como Ruth Beitia (37), Laia Palau (36), Pau Gasol (36), Juan Carlos Navarro (36), Felipe Reyes (36), José Manuel Calderón (34), Carlos Coloma (34), Maialen Chourraut (33), Saúl Craviotto (31), Lydia Valentín (31) y Rafa Nadal (30). Mireia Belmonte (25) es más joven en un deporte, como la natación, con escasos deportistas por encima de los treinta años. Belmonte ya estuvo en Pekín hace ocho años. Competitivamente, es otra veterana.

Una veteranía que casi no acusan el marchador Jesús Ángel García Bragado y la piragüista Teresa Portela. Dos clásicos del olimpismo español, sin el premio de las medallas. Bragado (46 años), que debutó en Barcelona, concluyó sus séptimos Juegos. Fue vigésimo en los 50 kilómetros marcha, el único español que cruzó la línea de meta, y el abanderado en la ceremonia de clausura. Mientras, Portela (34 años), que debutó en Sidney, obtuvo en Río su quinto diploma olímpico, sexta en la final de K-1 200 metros.


Veteranía y juventud en el deporte español: Pau Gasol y Carolina Marín.
Fotos: Diego G. Souto (Facebook COE).
4. Los nuevos valores.

Básicos para el futuro. No han sido muchos, pero sí muy importantes, con dos grandes nombres propios: los campeones olímpicos Carolina Marín y Marcus Cooper Walz.

Marín (23 años) ha colocado en portada, al menos durante dos semanas, a un deporte muy minoritario en España como el bádminton, con apenas siete mil licencias. Campeona mundial y europea, número uno del ranking mundial y ahora campeona olímpica, la onubense es el nuevo valor más seguro del deporte español. En el debe, unos desmedidos gritos (que algunos defienden y otros criticamos) que no aportan nada en su juego (la intimidación no es una estrategia limpia). Ganaría igual sin los gritos.

Mientras, Walz (21 años) ha entrado con fuerza, con el oro de Río, en el deporte español. El piragüista balear (llegó a la isla a los tres meses), de padre (ausente) británico y madre alemana, es el relevo de David Cal y Saúl Craviotto. Apuesta de presente y mucho futuro. Promete muchas remontadas, como le gusta competir.

La taekwondista Eva Calvo (25 años) y el vallista de origen cubano Orlando Ortega (25 años), ambos subcampeones olímpicos en Río, se encuentran aún en buena edad para llegar en la élite a Tokio 2020.

Otros jóvenes valores que rozaron el podio, con un diploma olímpico, son las remeras Anna Boada (23) y Aina Cid (21), el levantador de pesas Andrés Mata (23), el boxeador Samuel Carmona (20 años), el nadador Joan Lluís Pons (19) y el taekwondista Jesús Tortosa (18).

Y, por encima de todos, incluso de Carolina Marín y Marcus Cooper Walz, la tenista Garbiñe Muguruza (22 años), vigente campeona de Roland Garros. Más que un nuevo valor del deporte español, una realidad. Le falta regularidad. En Río, fracasó en cuartos en los dobles, en octavos en los individuales, con una dura derrota (un doble 6-1) ante la campeona olímpica, la puertorriqueña Mónica Puig, y en primera ronda en unos mixtos con Nadal que no llegaron a la pista por el sobrecargado calendario del balear en los Juegos.

Muguruza es la líder de una nueva hornada que aún no se ha asomado.

Tampoco habrá que perder de vista a la evolución del velocista Bruno Hortelano (24 años), nacido en Australia y formado en Estados Unidos. Una rara avis en el deporte español. 2016 ha sido el año de su explosión: campeón europeo en los 200 metros y cuarto en los 100, plusmarquista nacional en los 100 y 200 metros y semifinalista olímpico en los 200 metros. Por primera vez, España cuenta con un velocista de élite mundial.

5. Las sorpresas.

Para que unos Juegos salgan bien, siempre son necesarias las sorpresas. Porque siempre fallan alguna(s) de las medallas ‘seguras’. Las sorpresas de Río tuvieron, además, premio grande, con el oro del piragüista Marcus Cooper Walz, que debutaba en unos Juegos para coger experiencia para Tokio 2020, su verdadero objetivo.

El rendimiento del piragüismo, aunque ya se presuponía alto, ha sido mejor de lo esperado con los tres oros de Cooper, Maialen Chourraut y el K-2 de Saúl Craviotto y Cristian Toro y el bronce de Craviotto en K-1, con Sete Benavides cuarto en C-1 (perdió el bronce en la foto finish) y el K-4 en quinta posición.

Los Juegos se cerraron, además, con un bronce inesperado: el ciclista Carlos Coloma, que había sido 28º en Pekín y sexto (diploma olímpico) en Londres.

6. El olimpismo español ha obtenido medallas en diez deportes.

Piragüismo (cuatro), atletismo, natación, baloncesto y taekwondo (dos) y bádminton, halterofilia, ciclismo, gimnasia y tenis (una).

Si contamos los diplomas, el deporte español ha tenido puestos de finalistas en todos los deportes en los que ha competido en Río 2016 salvo en lucha, tenis de mesa y tiro con arco. Se quedó fuera también en gimnasia artística un fiasco sobradamente compensado con la plata en rítmica.

7. El medallero español se ha estrenado en dos nuevos deportes.

Bádminton y halterofilia, ambos minoritarios. Y con dos mujeres: Carolina Marín y Lydia Valentín, respectivamente.

Al deporte olímpico español ya solo le queda conocer el podio en cinco disciplinas: voleibol, pentatlón moderno, tenis de mesa y, tras su regreso al programa olímpico, golf y rugby-seven. Dentro de la natación, faltan medallas en los saltos y aguas abiertas; en lucha, en la versión greco-romana; en ciclismo, en BMX; y en gimnasia, en trampolín.


Vuelven las medallas al atletismo con Ruth Beitia y Orlando Ortega.
Fotos: Nacho Casares y Diego G. Souto (Facebook COE).
8. El atletismo vuelve al podio.

Y a lo grande. El deporte rey de los Juegos se había marchado de vacío de Pekín y Londres. El hispano-cubano Joan Lino Martínez, bronce en salto de longitud en Atenas, era el último medallista olímpico español.

Otro hispano-cubano, Orlando Ortega, rompió la sequía con una plata en los 110 metros vallas en Río 2016. Y lo mejor estaba por llegar en el último día de competición en la pista: oro de Ruth Beitia en salto de altura. Segunda medallista española en atletismo, tras el bronce de María Vasco en los 20 kilómetros marcha en Sidney, y primera campeona olímpica española, emulando las gestas de Fermín Cacho y Dani Plaza en los 1.500 metros lisos y los 20 kilómetros marcha, respectivamente, en Barcelona.

9. Doblete del baloncesto.

Plata femenina y bronce masculino. Nunca antes, el deporte español había colado a dos deportes de equipo en el podio en una misma edición.

El baloncesto femenino, vigente subcampeón mundial y oro y bronce en los dos últimos Europeos, se plantaba por primera vez en un podio olímpico, a pesar de la importantísima ausencia, por lesión, de la estrella del combinado: Sancho Lyttle. El equipo de Lucas Mondelo solo cedió ante la inaccesible, hoy por hoy, Estados Unidos.

El baloncesto masculino, tras dos históricas finales (con plata) en Pekín y Londres ante Estados Unidos, cazó una tercera medalla olímpica consecutiva: un bronce. Una despedida (ya se verá) más que digna a la generación de los Juniors de Oro, con Pau Gasol y Juan Carlos Navarro como máximos referentes. Un mal comienzo de Juegos, con derrotas ante Croacia y Brasil, corregido parcialmente a tiempo, emparejó a España con Estados Unidos en semifinales. Final adelantada. El sueño americano tampoco se cumplió esta vez. España se resarció ante Australia en un partidazo por el bronce resuelto por un punto.

10. La épica de Rafa Nadal.

Algo más que un oro en dobles y una cuarta plaza en individuales. El abanderado español en la ceremonia de inauguración no quiso perderse Río (ya se despidió de Londres por sus sempiternos problemas en las rodillas). Forzó. Nadal había abandonado en tercera ronda en Roland Garros (no se presentó ante Marcel Granollers) y se perdió Wimbledon por problemas en la muñeca.

Llegó a Río con dos meses sin competir. El balear, como en toda su carrera, tiró de épica. Recompensa con el oro en dobles junto con Marc López. Y recompensa, sin medalla, en individuales. Reconocimiento absoluto en España pese a las derrotas en semifinales ante Juan Martín del Potro y en el partido por el bronce Kei Nishikori. Nadal lo dio todo. Mucho más que todo.

11. La justicia de Lydia Valentín.

Un bronce de ley. La berciana se había quedado fuera del podio en Pekín (quinta) y Londres (cuarta). Mereció más. Y tendrá más. Los contraanálisis de sus rivales tendrán, cuatro y ochos después, consecuencias. Valentín será, en breves fechas, plata en Pekín y oro en Londres. En Río, con su bronce, pudo, al menos, disfrutar la alegría en el podio.

Eva Calvo, plata en taekwondo. Foto: Diego G. Souto (Facebook COE).
12. El taekwondo, deporte refugio.

Desde que entrara en el programa olímpico en Sidney, seis medallas: un oro (Joel González en Londres), cuatro platas (Gabriel Esparza en Sidney, Brigitte Yagüe y Nicolás García Hemme en Londres y Eva Calvo en Río) y un bronce (Joel González en Río).

España llevó tres olímpicos en taekwondo en Río y sacó dos medallas (Eva Calvo y Joel González) y un diploma, de Jesús Tortosa, que perdió el combate por el bronce.

Río 2016: muchas luces y alguna sombra, más o menos resoluble.

1. Sin fútbol y balonmano masculino.

Dos ausencias muy importantes en el contexto del deporte español. Entre ambos, suman seis medallas.

El fútbol masculino ha aportado un oro (la histórica final del Camp Nou en Barcelona con el gol de Kiko en el último minuto) y dos platas (en Bruselas 1920 y Sidney 2000). Desde entonces, a pesar de la era dorada de la selección absoluta, el combinado olímpico no ha rendido a un buen nivel: primera fase en Londres con un empate (Marruecos) y dos derrotas (Japón y Honduras) y ausente en Atenas, Pekín y Río.

La última clasificación olímpica se esfumó en los playoffs de acceso al Europeo sub-21 del pasado año. España perdió (1-2) en el Ramón de Carranza de Cádiz. En la ida, no había pasado del empate sin goles.

Aunque el fútbol pasa a un segundo plano en los Juegos, el olimpismo español necesita el regreso del fútbol, incluso también el estreno del pujante fútbol femenino.

Y también el regreso del balonmano masculino. Triple medallista de bronce olímpico (Atlanta, Sidney y Pekín). Selección olímpica, de manera interrumpida, desde Moscú y siempre en puestos de finalista, salvo en Seúl.

El balonmano masculino se despidió de Río por errores propios. La selección fue subcampeona en el último Europeo. Cayó con claridad, por siete goles, en la final ante una Alemania con muchas ausencias. Un año antes, en el Mundial, España cedió en semifinales ante la campeona Francia. Alemania y Francia se ganaron el pasaporte a Brasil.

El billete olímpico dependía de unos playoffs, que eran accesibles. España no estuvo a la altura desde el primer momento. La Federación Española de Balonmano perdió la organización del Pre-Olímpico ante Suecia por apenas 50.000 euros. Ya en Suecia, España arrancó con una derrota ante Eslovenia. Cumplió ante la débil Irán para jugarse el pase a Río ante la anfitriona del playoff, Suecia. De despropósito a despropósito (Mundial, Europeo, adjudicación del PreOlímpico…), España derrotó a los nórdicos, pero igualó en la clasificación con eslovenos y suecos. Desempató la diferencia de goles en los partidos entre los tres combinados nacionales. Y, por un gol, España se quedó fuera.

Támara Echegoyen y Berta Betanzos acariciaron el bronce.
Foto: Real Federación Española de Vela (Facebook COE).
2. La vela y el judo han dejado de ganar.

Sin medallas en Río. Támara Echegoyen y Berta Betanzos, en la nueva clase 49er FX, y la campeona olímpica (en Londres) Marina Alabau, en RS:X, llegaron a la última regata, a la medal race, con opciones hasta de medalla de oro. Finalmente, se quedaron con sendos diplomas.

La vela, el deporte olímpico español por excelencia (diecinueve medallas, trece de oro) vive una preocupante sequía. El deporte que casi nunca fallaba en el medallero, incluso antes de Barcelona, ha empezado a fallar.

Río 2016 han sido los segundos Juegos, desde Montreal 1976, sin medallistas españoles en vela. Solo había pasado antes en Sidney.

Más grave es la situación del judo. Básico en el despertar del deporte español: dos oros en Barcelona de Miriam Blasco y Almudena Muñoz, una plata (Ernesto Pérez Lobo) y dos bronces (Isabel Fernández y Yolanda Soler) en Atlanta y un oro de Isabel Fernández en Sidney.

Río 2016 han sido las cuartas Olimpiadas consecutivas sin medallistas españoles en judo, un deporte que reparte 56 medallas.

3. Los grandes fracasos.

Medallas que parecían seguras, y no lo fueron: Miguel Ángel López, Fátima Gálvez, Mario Mola y Garbiñe Muguruza.

No firmo una plata o un bronce porque no quiero conformarme. Yo sueño con lo mejor”, adelantó el marchador Miguel Ángel López, bronce en los Mundiales de Moscú 2013 y oro en Pekín 2015 y campeón europeo en 2014, siempre en la distancia de 20 kilómetros. El marchador murciano fracasó en Río: undécimo, a más de un minuto del podio, en su especialidad, los 20 kilómetros marcha. No completó los 50 kilómetros marcha. Se retiró a quince kilómetros de meta. “Una semana horrible en Río”, como ha reconocido el propio atleta.

Fátima Gálvez, Mario Mola y Garbiñe Muguruza ‘mitigaron’ la decepción de las medallas con un insuficiente diploma.

Pobre consuelo para Fátima Gálvez, vigente campeona mundial y número uno del ranking en foso olímpico. “No admito un cuarto puesto después de dos años de sacrificio. Quería tirar la escopeta detrás del plato, por pura impotencia, cuando he fallado”. Gálvez, en el primer día de competición de los Juegos, perdió el bronce en el desempate con la estadounidense Corey Cogdell. Hace cuatro años, en Londres, ya fue quinta.

Plata mundial en 2014 y 2015, bronce mundial en 2013, bronce europeo en 2013 y 2014 y líder anual de las Series Mundiales, pero sin medalla olímpica. Mario Mola se quedó fuera del podio. Pagó caro un flojo primer tramo de natación y la brecha abierta con los Brownlee (Alistair y Jonathan) en el sector de bicicleta. Mola no tapó la ausencia de Javier Gómez Noya, con una fractura del radio del brazo izquierdo a poco más de medio mes de los Juegos.

“Era consciente de que llegar al podio era difícil. He acusado la fatiga y el cansancio (…). Cuando uno hace todo lo que puede, no está obligado a nada. Los Brownlee han estado espléndidos”, se ha justificado el triatleta balear.

El fracaso de Garbiñe Muguruza no es menor: cuartos de final (diploma olímpico) en dobles, octavos de final en individuales y primera ronda, sin competir, en mixtos por la falta de descanso de su compañero, Rafa Nadal. La vigente campeona de Roland Garros y número 3 de la WTA ha defraudado en su primera experiencia olímpica.

No tanto por los resultados, las medallas en tenis son siempre caras y los torneos han tenido muchas sorpresas en Río, como por la imagen. Muguruza sacó su peor versión. Afloró su regularidad. Se despidió de mala manera del cuadro individual con una sonrojante derrota, un doble 6-1, ante la posterior campeona olímpica, la puertorriqueña Mónica Puig. “Acabé frustrada”, ha admitido.



Miguel Ángel López, Sergio García y Garbiñe Muguruza no cumplieron los objetivos.
Fotos: Diego G. Souto (Facebook COE).
4. Las otras decepciones.

Alejandro Valverde desperdició, casi seguro, su última oportunidad para proclamarse campeón olímpico o, al menos, conocer el podio olímpico. El mejor clasicómano en la historia del ciclismo español y el corredor más completo del pelotón mundial en mucho tiempo desaprovechó un circuito (muy duro) hecho a su medida. No entró en la lucha por las medallas. Se descolgó del grupo de los favoritos en la fase decisiva, en la que trabajó para ‘Purito’ Rodríguez para devolverlo la cabeza de la prueba.

El regreso del golf al programa olímpico, no estaba desde San Luis 1904, afloró nuevas posibilidades de medalla para el deporte español. Más aún con la ausencia, en teoría por el Zika (en la práctica por la falta de incentivos económicos y deportivos), de los primeros del ranking mundial. La gran oportunidad para Sergio García. El castellonense se quedó lejos de las medallas, a seis golpes del bronce. Al menos, atrapó un diploma.

Un diploma que sabe a muy poco para Gemma Mengual y Ona Carbonell, quintas en dúos en natación sincronizada. Acostumbradas a las medallas, la sincronizada española ha bajado de nivel en la era post-Anna Tarrés, actual seleccionadora ucraniana. Mengual y Carbonell han rajado de los jueces: “Al final, ya sabemos cómo va esto. Se ha visto que a Japón lo quieren meter ahí (en el podio). Llevo años y lo sé”.

Con las ausencias de los equipos y las nulas opciones de Néstor Abad y Ana Pérez Campos, las esperanzas de medalla en la gimnasia artística estaban depositadas en Ray Zapata, de origen dominicano y entrenado por toda una leyenda del deporte español: Gervasio Deferr. Zapata, bronce en suelo, su especialidad, en el último Mundial, se quedó fuera de la final, con la undécima mejor nota.

Marina Alabau estuvo cerca de reeditar la medalla de Londres. No ha sido un ciclo fácil, con maternidad incluida. La sevillana llegó a la medal race con una descalificación previa, tras una reclamación de la israelí Maayan Davidovich, que ya le complicó mucho el podio. En la medal race, la brasileña Patricia Freitas le arrebató el bronce en los últimos instantes.

El waterpolo femenino, vigente subcampeón olímpico y campeón mundial en 2013, ha dado un paso atrás. El equipo de Miki Oca, que dejó en casa a Jennifer Pareja, no pasó de los cuartos de final. Perdió ante Rusia, un rival que, en condiciones normales, era batible.

El balonmano femenino, bronce en Londres y actual subcampeón europeo, tampoco pasó de cuartos. Eliminación cruel. Tras un notable torneo, las Guerreras cedieron en la prórroga ante Francia. Y eso en un partido que llegaron a dominar por seis goles (siete al descanso) mediado el segundo periodo. Un palo.

5. La barrera de los cuartos en los deportes de equipo.

El fútbol, el voleibol y el balonmano masculino fueron los únicos deportes de equipo sin representación española en Río, pero solo en baloncesto, tanto masculino como femenino, se subió al podio. El baloncesto salvó el honor de los deportes de equipo, principal foco de atracción en España en unos Juegos.

La barrera de los cuartos de final resultó un muro para el hockey hierba masculino (con un muy polémico arbitraje, con un discutible penalti stroke en contra a minuto y medio del final y con empate en el marcador, ante la campeona Argentina) y femenino, el waterpolo masculino (ante la campeona Serbia) y femenino, el balonmano femenino y el rugby-7 femenino.

Eso sí, solo un equipo, el rugby-7 masculino no pasó a las eliminatorias.

6. La falta de relevo generacional.

Tokio 2020 tiene un reto muy serio. El deporte olímpico español se ha hecho mayor. Necesita, con urgencia, rejuvenecer para Tokio 2020.

Será muy difícil que varios de los medallistas en Río repitan en Tokio 2020. Y no por falta de calidad, sino por edad.

El problema es que los veteranos Ruth Beitia, Carlos Coloma, Maialen Chourraut, Lydia Valentín, Rafa Nadal y los doble medallistas Saúl Craviotto y Mireia Belmonte (todos por encima de los treinta, salvo Belmonte, pero con tres Juegos ya nadados por la catalana) han sumado más de la mitad (nueve) de las preseas de equipo olímpico español en Río. Y eso sin contar a la selección masculina de baloncesto, con una columna vertebral, con Pau Gasol (36 años) como máximo exponente, muy entrada en años.

De momento, Mireia Belmonte es la única de las veteranas que ya tiene en mente Tokio 2020: “Ahora tengo claro que quiero seguir nadando otros cuatro años más para llegar hasta los Juegos de Tokio. Me gusta mucho la natación como para dejarla ya. Tengo 25 años y estoy en la flor de la vida”.

Pero los veteranos no son el problema. Bienvenida su exitosa longevidad deportiva.

El problema es que en Río 2016 se ha descubierto poco talento nuevo: los medallistas Carolina Marín, Marcus Cooper Walz, Cristian Toro, Eva Calvo y Orlando Ortega, más los ‘diplomados’ Anna Boada, Aina Cid, Andrés Mata, Samuel Carmona, Joan Lluís Pons y Jesús Tortosa, sin olvidar a Bruno Hortelano.

Falta relevo generacional. El deporte español no puede vivir, cuatro años después de Río, de Gasol, Nadal, Craviotto, Belmonte, Chourraut o Valentín.


Marcus Cooper Walz (oro en Río) y Samu Carmona (diploma olímpico).
Fotos: Nacho Casares y Diego G. Souto (Facebook COE).
7. El modelo olímpico español.

De ello depende el futuro del deporte olímpico en España.

“Es necesario un cambio de modelo. Si no, tendremos que acostumbrarnos a tener años buenos y años malos. En mi opinión, hemos de pasar a una gestión público-privada del deporte”, ha reclamado Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español (COE), en una entrevista en El Mundo tras los Juegos de Río.

“Pero quiero advertir de una cosa: no pido ese cambio solo para crecer, sino para no decrecer. Llevo años en los que aviso de que el deporte español puede perder posiciones si no actuamos. O invertimos, o perdemos campeones. Es más, dije que los efectos de la reducción de aportación económica del Gobierno se notarían en Tokio, porque en Río todavía hemos conservado a deportistas en su madurez, como la propia Ruth Beitia o Saúl Craviotto, que se beneficiaron de las etapas anteriores a los recortes en su preparación. El problema es para quienes tienen que hacerlo ahora”, ha recordado Blanco.

“Esté quien esté en el equipo directivo del CSD, creemos que hay que pensar en una revisión del Plan ADO, continuar con el apoyo al deporte femenino y profundizar en la alianza con el fútbol profesional para que llegue dinero a los deportes minoritarios. Es justo reconocer que al modelo del deporte español se le saca un rendimiento incomparable. Funciona a pesar de estar cuestionado”, ha replicado el presidente del Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal.

El Consejo Superior de Deportes (que no mantiene una relación fluida con el COE) cuenta con un presupuesto de 164,3 millones de euros en este año, una subida del 9,4% en año olímpico.

Pero los fondos de las imprescindibles becas del Plan ADO están en palpable regresión: 52 millones en el ciclo olímpico de Pekín 2008, 42 millones en el ciclo olímpico de Londres 2012 y 31 millones en el ciclo olímpico de Río 2016.

De los 306 olímpicos españoles en Río, 178 no han disfrutado de ninguna beca. Ni mucho menos, todos son de élite. (Plan ADO). “El programa ADO es el pilar de los éxitos del deporte español. Tiene que continuar. Sería un gravísimo error acabarlo o sustituirlo por otros paralelos. Debe mantener la esencia. La base no se debe mover”, ha exigido el presidente del COE.

Con un Plan ADO desinflado, en el ciclo olímpico de Río 2016 ya se ha abierto una nueva vía, impulsada por las becas de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM). En Río, 55 olímpicos españoles disfrutaron de una beca de la UCAM, entre ellos nueve medallistas: Mireia Belmonte, Saúl Craviotto, Carolina Marín, Maialen Chourraut, Ruth Beitia, Eva Calvo, Artemi Gavezou, Lydia Valentín y Joel González.

Para que los éxitos de hoy sean también del mañana toca actuar.

“La crisis económica da menos dinero al deporte y ha incidido mucho. En deporte de alta competición ha sido muy importante la ayuda recibida externamente, sobre todo con el dinero de la familia de los deportistas, y destacar el Programa Podium, que ha conseguido traer a 22 deportistas de los 88 becados que tenemos. Pero sí debo de añadir que hay que corregir el tema de las categorías inferiores, se debe invertir en deporte base”, ha analizado, por último, Alejandro Blanco, presidente del COE.