Los
Juegos del Agua. El piragüismo y la natación suman más de la mitad de los oros.
Saúl Craviotto y Mireia Belmonte, ambos con un oro y un bronce, igualan, con
cuatro medallas, a otros ilustres olímpicos como Joan Llaneras, Andrea Fuentes
y Arantxa Sánchez Vicario. El baloncesto, con una plata femenina y un bronce
masculino, sostiene a los deportes de equipo, que se estrellaron casi
unánimente en la barrera de los cuartos. El atletismo renace, el taekwondo se
mantiene y surgen con fuerza el bádminton y la halterofilia. Nadal tira de épica,
con un oro en dobles y un bronce moral en individuales tras dos ajustadísimos
encuentros. Fracasan la vela, el judo, el tiro y el ciclismo de carretera. Y,
es cierto, no sobran los nuevos valores, salvo Carolina Marín, Marcus Cooper
Walz y, en menor medida, Eva Calvo y Orlando Ortega. Tokio 2020, a cuatro años
vista, no pinta tan bien.
Río ‘salva’ sus Juegos y Estados Unidos arrasa / El legado de Phelps y Bolt / Todos los resultados del equipo olímpico español en Río 2016 / Tokio 2020 buscará el relevo generacional
Río 2016: Los primeros Juegos de Sudamérica / Informe McLaren: Rusia, casi fuera / Bolt tras Phelps / El listón de las 20 medallas / Barcelona lo cambió todo / Río se sobrepone a la picadura del Zika
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Mireia Belmonte, emocionada tras ganar el oro en los 200 metros mariposa. Foto: Diego G. Souto (Facebook COE). |
Río 2016: Los segundos mejores
Juegos del olimpismo español.
Solo Barcelona’92
salió mejor.
Río 2016 ha sido un
notable éxito.
Razones no faltan:
1. Por oros...
Siete, con los
campeones olímpicos Mireia Belmonte, en natación; Maialen Chourraut, Marcus
Cooper Walz y Saúl Craviotto-Cristian Toro, en piragüismo; Rafa Nadal-Marc
López, en tenis; Carolina Marín, en bádminton; y Ruth Beitia, en atletismo.
Solo en
Barcelona’92, España se subió más veces a la cúspide del podio: trece oros,
casi la mitad entre vela (cuatro) y judo (dos), dos deportes que se han ido de
vacío de Río.
2. Casi por medallas...
Diecisiete. A los
siete oros, se añaden las cuatro platas del atleta Orlando Ortega, la taekwondista
Eva Calvo, la selección femenina de baloncesto y la selección de gimnasia
rítmica y los seis bronces de la nadadora Mireia Belmonte, la levantadora de
pesas Lydia Valentín, el taekwondista Joel González, el piragüista Saúl
Craviotto, la selección masculina de baloncesto y el ciclista, en la
especialidad de mountain bike, Carlos Coloma.
Barcelona’92 es
inalcanzable, con 22 medallas. Pero Río 2016 ha igualado el medallero de
Atlanta 96 y Londres 2012. Pekín 2008 ha quedado a solo una medalla y Atenas
2004, a tres. Pero, salvo con Barcelona, los metales de Río han sido más
valiosos.
3. También por los diplomas olímpicos...
Con 38. Solo se
lograron más en Sidney (51), Atenas (43) y Barcelona (41).
Hasta seis
olímpicos, la tiradora Fátima Gálvez, el ciclista Jonathan Castroviejo, la
nadadora Mireia Belmonte (en los 800 metros), el tenista Rafa Nadal (en
individuales), el piragüista Sete Benavides y las regatistas Berta Betanzos y
Támara Echegoyen, se quedaron a un paso del podio.
4. Casi también por participación...
Con 306 olímpicos.
El primer éxito de unos Juegos es clasificarse, con más mérito del que
públicamente se reconoce. España solo ha superado la barrera de los 300
olímpicos en cuatro ocasiones: Barcelona (430), Sidney (324), Atenas (320) y
Río (306). Y eso que en Río han faltado dos equipos tradicionales en los
Juegos: el fútbol y el balonmano masculino.
5. Por participación femenina...
con 143 olímpicas,
Río 2016 no tiene comparación. Más que en Barcelona (128) y Atenas (138).
Salto adelante, una
vez más, del deporte femenino español. Una alta representación que roza ya el
equilibrio perfecto con el deporte masculino: 143 mujeres y 163 hombres.
6. Por mantenerse en el top-15 del medallero...
(Por oros) y casi
también en el top-15 en el total de medallas.
La sexta plaza en
el medallero de Barcelona vuelve a ser una gloriosa excepción. La decimocuarta
en Río solo ha sido superada por la decimotercera en Atlanta.
Río 2016 han sido
los segundos mejores Juegos en la historia del olimpismo español porque ha
prevalecido lo bueno sobre lo malo. Lo mejor sobre lo peor.
¿Y qué ha sido lo mejor de entre lo mejor?
1. Los deportes de agua.
El piragüismo ha
brillado: tres oros y un bronce. La natación, uno de los deportes estrella de
los Juegos, ha rascado un oro y un bronce gracias al talento de Mireia
Belmonte.
Las cuatro medallas
del piragüismo le incluyen en un club selecto. Solo la vela, con cinco (cuatro
oros y una plata) en Barcelona; el ciclismo, con cinco (con tres platas y dos
bronces) en Atenas, y cuatro (dos oros, una plata y un bronce) en Pekín; y el
atletismo, con cuatro (con dos oros, una plata y un bronce) en Barcelona,
habían conseguido antes un botín de medallas tan numeroso en unos mismos Juegos.
El piragüismo, que
lleva sumando desde Atenas, ya es el segundo deporte olímpico más prolífico en
España con dieciséis medallas: Cinco oros, siete platas y cuatro bronces. Por
delante, únicamente la vela, a tres preseas.
Saúl Craviotto, oro en K-2 (200 metros), con Cristian Toro, y bronce en K-1 (200 metros). Foto: Nacho Casares (Facebook COE). |
2. Mireia Belmonte y Saúl Craviotto.
En los Juegos del
Agua, tenían que triunfar una nadadora y un piragüista. Ambos, con un oro y un
bronce. Ya conocían el podio olímpico. Belmonte y Craviotto atesoran cuatro
medallas olímpicas e igualan al ciclista de pista Joan Llaneras, la nadadora de
sincronizada Andrea Fuentes y la tenista Arantxa Sánchez Vicario. A tiro, el
mejor olímpico español en la historia: David Cal, con un oro y cuatro platas.
Craviotto, con su
segundo oro en K-2, con Carlos Pérez Rial en Pekín en la distancia de 500
metros y con Cristian Toro en Río en el sprint de 200 metros, se ha convertido
en el tercer deportista español con dos oros olímpicos en su palmarés. Un logro
que solo tenían, hasta ahora, el gimnasta Gervasio Deferr, en las finales de
salto en Sidney y Atenas, y el ciclista Joan Llaneras, en la prueba de puntuación
en Sidney y Pekín.
3. El papel de los veteranos.
Río 2016 ha salido
muy bien porque las grandes figuras del deporte español se resisten al inexorable
tic-tac del reloj.
Diecisiete
medallas, con quince protagonistas, contando de manera individual a los equipos
de baloncesto. Y una amplia mayoría con experiencia olímpica previa (Ruth
Beitia ya participó en Atenas y Lydia Valentín y Carlos Coloma en Pekín),
incluso experiencia en el podio: Mireia Belmonte (dos platas en Londres), Saúl
Craviotto (oro en Pekín y plata en Londres), Rafa Nadal (oro en Pekín), Joel
González (oro en Londres) y Maialen Chourraut (bronce en Londres). Sumaban
siete medallas. En Río, se han llevado siete más.
Una experiencia olímpica
más que evidente en la selección de baloncesto masculina. Pau Gasol, Juan
Carlos Navarro, José Manuel Calderón, Rudy Fernández y Felipe Reyes habían
saboreado las platas de Pekín y Londres. Los cuatro primeros incluso estuvieron
en Atenas y, en el caso de Navarro, en Sidney.
Los veteranos del
equipo olímpico español han protagonizado once de las diecisiete medallas en
Río, y eso sin contar al equipo de baloncesto femenino, que conjuga veteranía (Laia
Palau) y juventud (Astou Ndour).
Por encima de los
treinta años, se mueven medallistas como Ruth Beitia (37), Laia Palau (36), Pau
Gasol (36), Juan Carlos Navarro (36), Felipe Reyes (36), José Manuel Calderón
(34), Carlos Coloma (34), Maialen Chourraut (33), Saúl Craviotto (31), Lydia
Valentín (31) y Rafa Nadal (30). Mireia Belmonte (25) es más joven en un
deporte, como la natación, con escasos deportistas por encima de los treinta
años. Belmonte ya estuvo en Pekín hace ocho años. Competitivamente, es otra
veterana.
Una veteranía que
casi no acusan el marchador Jesús Ángel García Bragado y la piragüista Teresa
Portela. Dos clásicos del olimpismo español, sin el premio de las medallas.
Bragado (46 años), que debutó en Barcelona, concluyó sus séptimos Juegos. Fue
vigésimo en los 50 kilómetros marcha, el único español que cruzó la línea de
meta, y el abanderado en la ceremonia de clausura. Mientras, Portela (34 años),
que debutó en Sidney, obtuvo en Río su quinto diploma olímpico, sexta en la
final de K-1 200 metros.
Veteranía y juventud en el deporte español: Pau Gasol y Carolina Marín. Fotos: Diego G. Souto (Facebook COE). |
4. Los nuevos valores.
Básicos para el
futuro. No han sido muchos, pero sí muy importantes, con dos grandes nombres
propios: los campeones olímpicos Carolina Marín y Marcus Cooper Walz.
Marín (23 años) ha
colocado en portada, al menos durante dos semanas, a un deporte muy minoritario
en España como el bádminton, con apenas siete mil licencias. Campeona mundial y
europea, número uno del ranking mundial y ahora campeona olímpica, la onubense
es el nuevo valor más seguro del deporte español. En el debe, unos desmedidos
gritos (que algunos defienden y otros criticamos) que no aportan nada en su
juego (la intimidación no es una estrategia limpia). Ganaría igual sin los
gritos.
Mientras, Walz (21
años) ha entrado con fuerza, con el oro de Río, en el deporte español. El
piragüista balear (llegó a la isla a los tres meses), de padre (ausente)
británico y madre alemana, es el relevo de David Cal y Saúl Craviotto. Apuesta
de presente y mucho futuro. Promete muchas remontadas, como le gusta competir.
La taekwondista Eva
Calvo (25 años) y el vallista de origen cubano Orlando Ortega (25 años), ambos
subcampeones olímpicos en Río, se encuentran aún en buena edad para llegar en
la élite a Tokio 2020.
Otros jóvenes
valores que rozaron el podio, con un diploma olímpico, son las remeras Anna
Boada (23) y Aina Cid (21), el levantador de pesas Andrés Mata (23), el
boxeador Samuel Carmona (20 años), el nadador Joan Lluís Pons (19) y el
taekwondista Jesús Tortosa (18).
Y, por encima de
todos, incluso de Carolina Marín y Marcus Cooper Walz, la tenista Garbiñe
Muguruza (22 años), vigente campeona de Roland Garros. Más que un nuevo valor
del deporte español, una realidad. Le falta regularidad. En Río, fracasó en
cuartos en los dobles, en octavos en los individuales, con una dura derrota (un
doble 6-1) ante la campeona olímpica, la puertorriqueña Mónica Puig, y en
primera ronda en unos mixtos con Nadal que no llegaron a la pista por el
sobrecargado calendario del balear en los Juegos.
Muguruza es la
líder de una nueva hornada que aún no se ha asomado.
Tampoco habrá que
perder de vista a la evolución del velocista Bruno Hortelano (24 años), nacido
en Australia y formado en Estados Unidos. Una rara avis en el deporte español.
2016 ha sido el año de su explosión: campeón europeo en los 200 metros y cuarto
en los 100, plusmarquista nacional en los 100 y 200 metros y semifinalista
olímpico en los 200 metros. Por primera vez, España cuenta con un velocista de
élite mundial.
5. Las sorpresas.
Para que unos
Juegos salgan bien, siempre son necesarias las sorpresas. Porque siempre fallan
alguna(s) de las medallas ‘seguras’. Las sorpresas de Río tuvieron, además,
premio grande, con el oro del piragüista Marcus Cooper Walz, que debutaba en
unos Juegos para coger experiencia para Tokio 2020, su verdadero objetivo.
El rendimiento del
piragüismo, aunque ya se presuponía alto, ha sido mejor de lo esperado con los
tres oros de Cooper, Maialen Chourraut y el K-2 de Saúl Craviotto y Cristian
Toro y el bronce de Craviotto en K-1, con Sete Benavides cuarto en C-1 (perdió
el bronce en la foto finish) y el K-4 en quinta posición.
Los Juegos se
cerraron, además, con un bronce inesperado: el ciclista Carlos Coloma, que
había sido 28º en Pekín y sexto (diploma olímpico) en Londres.
6. El olimpismo español ha obtenido medallas
en diez deportes.
Piragüismo
(cuatro), atletismo, natación, baloncesto y taekwondo (dos) y bádminton,
halterofilia, ciclismo, gimnasia y tenis (una).
Si contamos los
diplomas, el deporte español ha tenido puestos de finalistas en todos los
deportes en los que ha competido en Río 2016 salvo en lucha, tenis de mesa y
tiro con arco. Se quedó fuera también en gimnasia artística un fiasco
sobradamente compensado con la plata en rítmica.
7. El medallero español se ha estrenado en
dos nuevos deportes.
Bádminton y
halterofilia, ambos minoritarios. Y con dos mujeres: Carolina Marín y Lydia
Valentín, respectivamente.
Al deporte olímpico
español ya solo le queda conocer el podio en cinco disciplinas: voleibol,
pentatlón moderno, tenis de mesa y, tras su regreso al programa olímpico, golf
y rugby-seven. Dentro de la natación, faltan medallas en los saltos y aguas
abiertas; en lucha, en la versión greco-romana; en ciclismo, en BMX; y en
gimnasia, en trampolín.
Vuelven las medallas al atletismo con Ruth Beitia y Orlando Ortega. Fotos: Nacho Casares y Diego G. Souto (Facebook COE). |
8. El atletismo vuelve al podio.
Y a lo grande. El
deporte rey de los Juegos se había marchado de vacío de Pekín y Londres. El
hispano-cubano Joan Lino Martínez, bronce en salto de longitud en Atenas, era
el último medallista olímpico español.
Otro hispano-cubano,
Orlando Ortega, rompió la sequía con una plata en los 110 metros vallas en Río
2016. Y lo mejor estaba por llegar en el último día de competición en la pista:
oro de Ruth Beitia en salto de altura. Segunda medallista española en
atletismo, tras el bronce de María Vasco en los 20 kilómetros marcha en Sidney,
y primera campeona olímpica española, emulando las gestas de Fermín Cacho y
Dani Plaza en los 1.500 metros lisos y los 20 kilómetros marcha,
respectivamente, en Barcelona.
9. Doblete del baloncesto.
Plata femenina y
bronce masculino. Nunca antes, el deporte español había colado a dos deportes
de equipo en el podio en una misma edición.
El baloncesto
femenino, vigente subcampeón mundial y oro y bronce en los dos últimos
Europeos, se plantaba por primera vez en un podio olímpico, a pesar de la
importantísima ausencia, por lesión, de la estrella del combinado: Sancho
Lyttle. El equipo de Lucas Mondelo solo cedió ante la inaccesible, hoy por hoy,
Estados Unidos.
El baloncesto
masculino, tras dos históricas finales (con plata) en Pekín y Londres ante
Estados Unidos, cazó una tercera medalla olímpica consecutiva: un bronce. Una
despedida (ya se verá) más que digna a la generación de los Juniors de Oro, con
Pau Gasol y Juan Carlos Navarro como máximos referentes. Un mal comienzo de
Juegos, con derrotas ante Croacia y Brasil, corregido parcialmente a tiempo,
emparejó a España con Estados Unidos en semifinales. Final adelantada. El sueño
americano tampoco se cumplió esta vez. España se resarció ante Australia en un
partidazo por el bronce resuelto por un punto.
10. La épica de Rafa Nadal.
Algo más que un oro
en dobles y una cuarta plaza en individuales. El abanderado español en la
ceremonia de inauguración no quiso perderse Río (ya se despidió de Londres por
sus sempiternos problemas en las rodillas). Forzó. Nadal había abandonado en
tercera ronda en Roland Garros (no se presentó ante Marcel Granollers) y se
perdió Wimbledon por problemas en la muñeca.
Llegó a Río con dos
meses sin competir. El balear, como en toda su carrera, tiró de épica.
Recompensa con el oro en dobles junto con Marc López. Y recompensa, sin
medalla, en individuales. Reconocimiento absoluto en España pese a las derrotas
en semifinales ante Juan Martín del Potro y en el partido por el bronce Kei
Nishikori. Nadal lo dio todo. Mucho más que todo.
11. La justicia de Lydia Valentín.
Un bronce de ley.
La berciana se había quedado fuera del podio en Pekín (quinta) y Londres
(cuarta). Mereció más. Y tendrá más. Los contraanálisis de sus rivales tendrán,
cuatro y ochos después, consecuencias. Valentín será, en breves fechas, plata
en Pekín y oro en Londres. En Río, con su bronce, pudo, al menos, disfrutar la
alegría en el podio.
Eva Calvo, plata en taekwondo. Foto: Diego G. Souto (Facebook COE). |
12. El taekwondo, deporte refugio.
Desde que entrara
en el programa olímpico en Sidney, seis medallas: un oro (Joel González en
Londres), cuatro platas (Gabriel Esparza en Sidney, Brigitte Yagüe y Nicolás
García Hemme en Londres y Eva Calvo en Río) y un bronce (Joel González en Río).
España llevó tres
olímpicos en taekwondo en Río y sacó dos medallas (Eva Calvo y Joel González) y
un diploma, de Jesús Tortosa, que perdió el combate por el bronce.
Río 2016: muchas luces y alguna
sombra, más o menos resoluble.
1. Sin fútbol y balonmano masculino.
Dos ausencias muy
importantes en el contexto del deporte español. Entre ambos, suman seis
medallas.
El fútbol masculino
ha aportado un oro (la histórica final del Camp Nou en Barcelona con el gol de
Kiko en el último minuto) y dos platas (en Bruselas 1920 y Sidney 2000). Desde
entonces, a pesar de la era dorada de la selección absoluta, el combinado olímpico
no ha rendido a un buen nivel: primera fase en Londres con un empate
(Marruecos) y dos derrotas (Japón y Honduras) y ausente en Atenas, Pekín y Río.
La última
clasificación olímpica se esfumó en los playoffs de acceso al Europeo sub-21
del pasado año. España perdió (1-2) en el Ramón de Carranza de Cádiz. En la
ida, no había pasado del empate sin goles.
Aunque el fútbol
pasa a un segundo plano en los Juegos, el olimpismo español necesita el regreso
del fútbol, incluso también el estreno del pujante fútbol femenino.
Y también el
regreso del balonmano masculino. Triple medallista de bronce olímpico (Atlanta,
Sidney y Pekín). Selección olímpica, de manera interrumpida, desde Moscú y
siempre en puestos de finalista, salvo en Seúl.
El balonmano
masculino se despidió de Río por errores propios. La selección fue subcampeona
en el último Europeo. Cayó con claridad, por siete goles, en la final ante una
Alemania con muchas ausencias. Un año antes, en el Mundial, España cedió en
semifinales ante la campeona Francia. Alemania y Francia se ganaron el
pasaporte a Brasil.
El billete olímpico
dependía de unos playoffs, que eran accesibles. España no estuvo a la altura
desde el primer momento. La Federación Española de Balonmano perdió la
organización del Pre-Olímpico ante Suecia por apenas 50.000 euros. Ya en
Suecia, España arrancó con una derrota ante Eslovenia. Cumplió ante la débil
Irán para jugarse el pase a Río ante la anfitriona del playoff, Suecia. De
despropósito a despropósito (Mundial, Europeo, adjudicación del PreOlímpico…),
España derrotó a los nórdicos, pero igualó en la clasificación con eslovenos y
suecos. Desempató la diferencia de goles en los partidos entre los tres
combinados nacionales. Y, por un gol, España se quedó fuera.
Támara Echegoyen y Berta Betanzos acariciaron el bronce. Foto: Real Federación Española de Vela (Facebook COE). |
2. La vela y el judo han dejado de ganar.
Sin medallas en
Río. Támara Echegoyen y Berta Betanzos, en la nueva clase 49er FX, y la
campeona olímpica (en Londres) Marina Alabau, en RS:X, llegaron a la última
regata, a la medal race, con opciones hasta de medalla de oro. Finalmente, se
quedaron con sendos diplomas.
La vela, el deporte
olímpico español por excelencia (diecinueve medallas, trece de oro) vive una preocupante
sequía. El deporte que casi nunca fallaba en el medallero, incluso antes de
Barcelona, ha empezado a fallar.
Río 2016 han sido
los segundos Juegos, desde Montreal 1976, sin medallistas españoles en vela.
Solo había pasado antes en Sidney.
Más grave es la
situación del judo. Básico en el despertar del deporte español: dos oros en
Barcelona de Miriam Blasco y Almudena Muñoz, una plata (Ernesto Pérez Lobo) y
dos bronces (Isabel Fernández y Yolanda Soler) en Atlanta y un oro de Isabel
Fernández en Sidney.
Río 2016 han sido
las cuartas Olimpiadas consecutivas sin medallistas españoles en judo, un
deporte que reparte 56 medallas.
3. Los grandes fracasos.
Medallas que parecían
seguras, y no lo fueron: Miguel Ángel López, Fátima Gálvez, Mario Mola y
Garbiñe Muguruza.
“No firmo una plata o un
bronce porque no quiero conformarme. Yo sueño con lo mejor”, adelantó el
marchador Miguel Ángel López, bronce en los Mundiales de Moscú 2013 y oro en
Pekín 2015 y campeón europeo en 2014, siempre en la distancia de 20 kilómetros.
El marchador murciano fracasó en Río: undécimo, a más de un minuto del podio,
en su especialidad, los 20 kilómetros marcha. No completó los 50 kilómetros
marcha. Se retiró a quince kilómetros de meta. “Una semana horrible en Río”,
como ha reconocido el propio atleta.
Fátima Gálvez,
Mario Mola y Garbiñe Muguruza ‘mitigaron’ la decepción de las medallas con un insuficiente
diploma.
Pobre consuelo para
Fátima Gálvez, vigente campeona mundial y número uno del ranking en foso
olímpico. “No admito un cuarto puesto después de dos años de sacrificio. Quería
tirar la escopeta detrás del plato, por pura impotencia, cuando he fallado”.
Gálvez, en el primer día de competición de los Juegos, perdió el bronce en el
desempate con la estadounidense Corey Cogdell. Hace cuatro años, en Londres, ya
fue quinta.
Plata mundial en 2014 y
2015, bronce mundial en 2013, bronce europeo en 2013 y 2014 y líder anual de
las Series Mundiales, pero sin medalla olímpica. Mario Mola se quedó fuera del
podio. Pagó caro un flojo primer tramo de natación y la brecha abierta con los
Brownlee (Alistair y Jonathan) en el sector de bicicleta. Mola no tapó la
ausencia de Javier Gómez Noya, con una fractura del radio del brazo izquierdo a
poco más de medio mes de los Juegos.
“Era consciente de que llegar al podio era difícil. He acusado la
fatiga y el cansancio (…). Cuando uno hace todo lo que puede, no está obligado
a nada. Los Brownlee han estado espléndidos”, se ha justificado el triatleta
balear.
El fracaso de Garbiñe Muguruza no es menor: cuartos de final
(diploma olímpico) en dobles, octavos de final en individuales y primera ronda,
sin competir, en mixtos por la falta de descanso de su compañero, Rafa Nadal.
La vigente campeona de Roland Garros y número 3 de la WTA ha defraudado en su
primera experiencia olímpica.
No tanto por los resultados, las medallas en tenis son siempre
caras y los torneos han tenido muchas sorpresas en Río, como por la imagen.
Muguruza sacó su peor versión. Afloró su regularidad. Se despidió de mala
manera del cuadro individual con una sonrojante derrota, un doble 6-1, ante la
posterior campeona olímpica, la puertorriqueña Mónica Puig. “Acabé frustrada”,
ha admitido.
Miguel Ángel López, Sergio García y Garbiñe Muguruza no cumplieron los objetivos. Fotos: Diego G. Souto (Facebook COE). |
4. Las otras decepciones.
Alejandro Valverde
desperdició, casi seguro, su última oportunidad para proclamarse campeón
olímpico o, al menos, conocer el podio olímpico. El mejor clasicómano en la
historia del ciclismo español y el corredor más completo del pelotón mundial en
mucho tiempo desaprovechó un circuito (muy duro) hecho a su medida. No entró en
la lucha por las medallas. Se descolgó del grupo de los favoritos en la fase
decisiva, en la que trabajó para ‘Purito’ Rodríguez para devolverlo la cabeza
de la prueba.
El regreso del golf
al programa olímpico, no estaba desde San Luis 1904, afloró nuevas
posibilidades de medalla para el deporte español. Más aún con la ausencia, en
teoría por el Zika (en la práctica por la falta de incentivos económicos y
deportivos), de los primeros del ranking mundial. La gran oportunidad para
Sergio García. El castellonense se quedó lejos de las medallas, a seis golpes
del bronce. Al menos, atrapó un diploma.
Un diploma que sabe
a muy poco para Gemma Mengual y Ona Carbonell, quintas en dúos en natación
sincronizada. Acostumbradas a las medallas, la sincronizada española ha bajado
de nivel en la era post-Anna Tarrés, actual seleccionadora ucraniana. Mengual y
Carbonell han rajado de los jueces: “Al final, ya sabemos cómo va esto. Se ha
visto que a Japón lo quieren meter ahí (en el podio). Llevo años y lo sé”.
Con las ausencias
de los equipos y las nulas opciones de Néstor Abad y Ana Pérez Campos, las
esperanzas de medalla en la gimnasia artística estaban depositadas en Ray
Zapata, de origen dominicano y entrenado por toda una leyenda del deporte
español: Gervasio Deferr. Zapata, bronce en suelo, su especialidad, en el
último Mundial, se quedó fuera de la final, con la undécima mejor nota.
Marina Alabau
estuvo cerca de reeditar la medalla de Londres. No ha sido un ciclo fácil, con
maternidad incluida. La sevillana llegó a la medal race con una descalificación
previa, tras una reclamación de la israelí Maayan Davidovich, que ya le
complicó mucho el podio. En la medal race, la brasileña Patricia Freitas le
arrebató el bronce en los últimos instantes.
El waterpolo
femenino, vigente subcampeón olímpico y campeón mundial en 2013, ha dado un
paso atrás. El equipo de Miki Oca, que dejó en casa a Jennifer Pareja, no pasó
de los cuartos de final. Perdió ante Rusia, un rival que, en condiciones normales,
era batible.
El balonmano
femenino, bronce en Londres y actual subcampeón europeo, tampoco pasó de
cuartos. Eliminación cruel. Tras un notable torneo, las Guerreras cedieron en
la prórroga ante Francia. Y eso en un partido que llegaron a dominar por seis
goles (siete al descanso) mediado el segundo periodo. Un palo.
5. La barrera de los cuartos en los deportes
de equipo.
El fútbol, el
voleibol y el balonmano masculino fueron los únicos deportes de equipo sin
representación española en Río, pero solo en baloncesto, tanto masculino como
femenino, se subió al podio. El baloncesto salvó el honor de los deportes de
equipo, principal foco de atracción en España en unos Juegos.
La barrera de los
cuartos de final resultó un muro para el hockey hierba masculino (con un muy
polémico arbitraje, con un discutible penalti stroke en contra a minuto y medio
del final y con empate en el marcador, ante la campeona Argentina) y femenino, el
waterpolo masculino (ante la campeona Serbia) y femenino, el balonmano femenino
y el rugby-7 femenino.
Eso sí, solo un
equipo, el rugby-7 masculino no pasó a las eliminatorias.
6. La falta de relevo generacional.
Tokio 2020 tiene un
reto muy serio. El deporte olímpico español se ha
hecho mayor. Necesita, con urgencia, rejuvenecer para Tokio 2020.
Será muy difícil
que varios de los medallistas en Río repitan en Tokio 2020. Y no por falta de
calidad, sino por edad.
El problema es
que los veteranos Ruth Beitia, Carlos Coloma, Maialen Chourraut, Lydia Valentín,
Rafa Nadal y los doble medallistas Saúl Craviotto y Mireia Belmonte (todos por
encima de los treinta, salvo Belmonte, pero con tres Juegos ya nadados por la
catalana) han sumado más de la mitad (nueve) de las preseas de equipo olímpico
español en Río. Y eso sin contar a la selección masculina de baloncesto, con
una columna vertebral, con Pau Gasol (36 años) como máximo exponente, muy
entrada en años.
De momento,
Mireia Belmonte es la única de las veteranas que ya tiene en mente Tokio 2020:
“Ahora tengo claro que quiero seguir nadando otros cuatro años más para llegar
hasta los Juegos de Tokio. Me gusta mucho la natación como para dejarla ya. Tengo
25 años y estoy en la flor de la vida”.
Pero los veteranos
no son el problema. Bienvenida su exitosa longevidad deportiva.
El problema es que
en Río 2016 se ha descubierto poco talento nuevo: los medallistas Carolina
Marín, Marcus Cooper Walz, Cristian Toro, Eva Calvo y Orlando Ortega, más los
‘diplomados’ Anna Boada, Aina Cid, Andrés Mata, Samuel Carmona, Joan Lluís Pons
y Jesús Tortosa, sin olvidar a Bruno Hortelano.
Falta relevo
generacional. El deporte español no puede vivir, cuatro años después de Río, de
Gasol, Nadal, Craviotto, Belmonte, Chourraut o Valentín.
Marcus Cooper Walz (oro en Río) y Samu Carmona (diploma olímpico). Fotos: Nacho Casares y Diego G. Souto (Facebook COE). |
7. El modelo olímpico español.
De ello depende el
futuro del deporte olímpico en España.
“Es necesario un
cambio de modelo. Si no, tendremos que acostumbrarnos a tener años buenos y
años malos. En mi opinión, hemos de pasar a una gestión público-privada del
deporte”, ha reclamado Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español
(COE), en una entrevista en El Mundo tras los Juegos de Río.
“Pero quiero
advertir de una cosa: no pido ese cambio solo para crecer, sino para no
decrecer. Llevo años en los que aviso de que el deporte español puede perder
posiciones si no actuamos. O invertimos, o perdemos campeones. Es más, dije que
los efectos de la reducción de aportación económica del Gobierno se notarían en
Tokio, porque en Río todavía hemos conservado a deportistas en su madurez, como
la propia Ruth Beitia o Saúl Craviotto, que se beneficiaron de las etapas
anteriores a los recortes en su preparación. El problema es para quienes tienen
que hacerlo ahora”, ha recordado Blanco.
“Esté quien esté en
el equipo directivo del CSD, creemos que hay que pensar en una revisión del
Plan ADO, continuar con el apoyo al deporte femenino y profundizar en la
alianza con el fútbol profesional para que llegue dinero a los deportes
minoritarios. Es justo reconocer que al modelo del deporte español se le saca
un rendimiento incomparable. Funciona a pesar de estar cuestionado”, ha
replicado el presidente del Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal.
El Consejo Superior
de Deportes (que no mantiene una relación fluida con el COE) cuenta con un
presupuesto de 164,3 millones de euros en este año, una subida del 9,4% en año
olímpico.
Pero los fondos de
las imprescindibles becas del Plan ADO están en palpable regresión: 52 millones
en el ciclo olímpico de Pekín 2008, 42 millones en el ciclo olímpico de Londres
2012 y 31 millones en el ciclo olímpico de Río 2016.
De los 306 olímpicos
españoles en Río, 178 no han disfrutado de ninguna beca. Ni mucho menos, todos
son de élite. (Plan ADO). “El programa ADO es el pilar de los éxitos del
deporte español. Tiene que continuar. Sería un gravísimo error acabarlo o
sustituirlo por otros paralelos. Debe mantener la esencia. La base no se debe
mover”, ha exigido el presidente del COE.
Con un Plan ADO
desinflado, en el ciclo olímpico de Río 2016 ya se ha abierto una nueva vía,
impulsada por las becas de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM).
En Río, 55 olímpicos españoles disfrutaron de una beca de la UCAM, entre ellos
nueve medallistas: Mireia Belmonte, Saúl Craviotto, Carolina Marín, Maialen
Chourraut, Ruth Beitia, Eva Calvo, Artemi Gavezou, Lydia Valentín y Joel
González.
Para que los éxitos
de hoy sean también del mañana toca actuar.
“La crisis
económica da menos dinero al deporte y ha incidido mucho. En deporte de alta
competición ha sido muy importante la ayuda recibida externamente, sobre todo
con el dinero de la familia de los deportistas, y destacar el Programa Podium,
que ha conseguido traer a 22 deportistas de los 88 becados que tenemos. Pero sí
debo de añadir que hay que corregir el tema de las categorías inferiores, se
debe invertir en deporte base”, ha analizado, por último, Alejandro Blanco,
presidente del COE.