Se cansó de esperar en Oklahoma. Lo buscará en los Warriors de Curry, Thompson y Green. La franquicia de la Bahía de San Francisco, con 73 victorias y 9 derrotas en la fase regular, arrebató a los Bulls de Jordan un récord histórico que parecía imbatible, pero cayeron en las Finales, en el séptimo encuentro y en Oakland, ante los Cavaliers. LeBron James ha cumplido con la promesa: el primer campeonato en su casa. Ahora, el reto es incrementar la cuenta y acercarse, como mínimo, a Kobe Bryant y Tim Duncan. Solo San Antonio Spurs aparece como rival de primer nivel para Golden State y Cleveland.
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Una NBA sin Kobe, Duncan y Garnett
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Durant reventó el mercado en verano. Foto: Instagram Golden State Warriors. |
“Estas han sido, de
lejos, las semanas más desafiantes de mi carrera profesional. Entendía que
estaba en un cruce de caminos en mi evolución como jugador y como hombre. Y eso
incluye tomar decisiones muy difíciles. Lo que no entendía realmente era las
emociones que surgirían en este proceso”.
Kevin Durant
conmocionaba a la NBA, al baloncesto y al deporte mundial el lunes 4 de julio.
Dejaba Oklahoma y se embarcaba en el deslumbrante proyecto de Golden State.
“Lo primero a lo
que me obligué en esta decisión era que tenía que estar basada en el potencial
para crecer como jugador. Y eso es lo que me ha guiado. Pero estoy en un punto
en mi vida en el que es de igual importancia encontrar una oportunidad que me
ayude en mi evolución como hombre: moverme de mi zona de control a una nueva
ciudad y comunidad que ofrezca el mayor potencial para mi contribución y
crecimiento personal. Con esto en mente, he decidido que me marcho a Golden
State Warriors”, explicaba Durant en The Players Tribune.
El rumor más jugoso en el universo NBA, desde ‘The
Decision’ de LeBron James hace seis temporadas, era real. Durant se marcaba un LeBron para buscar su
primer anillo. A sus 27 años y tras nueve temporadas en la misma franquicia (la primera en Seattlle y las ocho siguientes ya en Oklahoma), con unas Finales en 2012 como mejor resultado, la paciencia se había agotado. Durant se sumaba a un proyecto ganador. No quería ser otro Malone, Ewing, Iverson, Nash, Barkley, Miller, Baylor o Maravich, una leyenda más sin anillo.
“Me desperté un día
a las siete de la mañana. Levanté a toda mi familia y les dije que iba a jugar
con los Warriors”. Así de fácil, según Durant.
Cinco semanas antes, había vivido su última decepción ante los mismos Warriors en las Finales de la Conferencia Oeste. Golden State remontó una apasionante serie que los Thunder dominaban por 3-1. Y eso que Durant promedió casi un doble-doble con treinta puntos y ocho rebotes.
Cinco semanas antes, había vivido su última decepción ante los mismos Warriors en las Finales de la Conferencia Oeste. Golden State remontó una apasionante serie que los Thunder dominaban por 3-1. Y eso que Durant promedió casi un doble-doble con treinta puntos y ocho rebotes.
“Estoy contento de
estar aquí. Excitado. Estoy preparado para jugar. Hubo buenas vibraciones. Fue
algo orgánico, algo auténtico. Me siento muy cómodo aquí”, insistió el nuevo
Warrior en su presentación oficial.
Oklahoma era el
pasado: “Esa llamada ha sido lo más difícil que he hecho en mi vida. Se
derramaron lágrimas… Confié en mi interior”.
La decisión de
Durant levantó inmediatamente numerosas críticas, entre ellas la de su excompañero y amigo (hasta ahora) Russell Westbrook. El fondo, el mismo, había
buscado el camino más sencillo hacia el anillo.
Uno de esos grandes
sin anillo, el bocachanclas oficial de la NBA, Charles Barkley, resumía el
sentir de una parte muy importante del mundo del baloncesto:
“No tengo ningún
problema con la gente que lo busca (el anillo) al final de sus carreras, como
Karl Malone y Gary Payton”. El mismo Barkley, a sus 33 años, lo hizo en
Houston junto con Olajuwon y Drexler. No lo consiguió. Perdió en las Finales de
la Conferencia Oeste ante Utah en el primer y mejor intento. Los Lakers de Malone y
Payton, que se unieron a Kobe Bryant y Shaquille O’Neal, tampoco triunfaron.
Cayeron en las Finales de 2004 ante Detroit.
“Pero estamos
hablando de un tipo de 27 años que ha liderado la Liga en anotación cuatro de
los últimos cinco años (cuatro de siete, en realidad) y que ha sido MVP. Si
te traspasan, te traspasan. Pero cuando se juntan todos y dicen ‘vamos a
dominar la Liga’ e intentan hacer trampas para ganar un campeonato... ¿No
queréis competir? Es como si vuelvo atrás y digo, ‘voy a llamar a Michael
Jordan, Larry Bird y Magic Johnson y dominemos la NBA’. Yo no me siento un
fracasado. Patrick Ewing, Karl Malone, John Stockton... Podemos decir que
éramos bastante buenos”, denunció Barkley en ESPN sobre la decisión de Durant.
Barkley no ha sido
el único, aunque sí uno de los más claros.
Durant ha pasado,
de cualquier manera, de quienes han cuestionado su decisión: “Para los críticos
es fácil decirte desde fuera qué es lo que tienes que hacer, decirte cómo
jugar. Yo soy el que está en esa situación, así que no puedo estar
preocupándome del ruido exterior. El trabajo no se puede detener ahí. Todo
sigue igual”.
Pero lo cierto es que Durant ha apostado por un caballo ganador.
Llega a unos
Warriors campeones e históricos, reinventando el baloncesto a base de triples
(y mucho más, claro). Ganaron el anillo hace dos temporadas. Se escapó el doblete en el séptimo partido de las últimas Finales ante Cleveland. Los Warriors
de Steve Kerr, agotados, con Curry a medio gas, se quedaron a una victoria de una temporada perfecta: anillo y
récord histórico (73-9) en la fase regular, superando a los históricos Bulls de
Jordan, Pippen, Rodman y Jackson de 1996.
Si ya eran un equipo potentísimo, con Durant lo serán aún más.
La llegada de la antigua estrella de los Thunder a la Bahía de San Francisco desnivela uno de los principios de la NBA: la competitividad. A priori, estos Warriors juegan con mucha ventaja con respecto a casi toda la Liga.
Durant se suma a Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green y Andre Iguodala. Un ‘cinco’ galáctico. Un ‘cinco’ con mucho baloncesto en sus manos. Un ‘cinco’ en una edad perfecta para acaparar campeonatos y crear una dinastía.
Los Warriors, pese al esfuerzo económico para absorber el contrato de Durant (26.5 millones de dólares) y las renovaciones inminentes de Curry y el mismo Durant, han conservado a gran parte del bloque, con la importante renovación de Shaun Livingston.
Durant bien vale las salidas de Harrison Barnes, Andrew Bogut, Leandro Barbosa, Festus Ezeli, Marreese Speights y Brandon Rush.
La alta posibilidad de un anillo, la tentación de formar parte de un proyecto histórico y el gran trabajo previo en los despachos de Bob Myers, con contratos ‘baratos’, en la actual NBA, a Klay Thompson y Draymond Green, han permitido a los Warriors cubrir bien sus carencias en el juego interior. El georgiano Zaza Pachulia, que rehabilitó su carrera en Dallas, será el ‘center’ titular de un equipo que, en los minutos calientes, apostará por el ‘small ball’ con Green, Durant y Iguodala como interiores.
Y Pachulia no ha llegado solo. El siempre solvente David West, que ya lo intentó con San Antonio, repite jugada: contrato mínimo para tener, a sus 36 años, un soñado anillo. El brasileño Anderson Varejao continúa en los Warriors, al igual que el casi inédito Kevon Looney. Dos ‘siete pies’, el ‘rookie’ Damian Jones y Javale McGee, avalado por Iguodala, minimizan las salidas de Bogut, Ezeli y Speights.
El anillo de los Warriors se paga muy barato.
Cualquier otra resolución de la temporada sería una sorpresa.
La única duda supone cómo repartir los tiros en un ataque tan demoledor con Curry (30.1 puntos y más de cinco triples por partido en la pasada temporada, con una media de veinte lanzamientos), Durant (28.2 puntos y 2.6 triples, con casi también veinte tiros jugando al lado de Westbrook) y Thompson (22.1 puntos, 3.5 triples y más de diecisiete tiros). Si Kerr encuentra la clave, los Warriors serán imparables y campeones. La apuesta de Durant, pese a las críticas, habrá valido la pena.
El protagonismo de Kevin Durant y los Warriors en este verano no eliminan por completo, de cualquier manera, las opciones de Cleveland Cavaliers, vigentes campeones.
La franquicia de
Ohio sigue siendo la indiscutible favorita en la menos competitiva Conferencia Este. La NBA se
aproxima a unas terceras Finales consecutivas entre Warriors y Cavaliers. Sería
histórico. Nunca en la NBA se han repetido unas Finales durante tres años
consecutivos. De momento, Warriors y Cavaliers se han repartido un anillo.
LeBron James ha cumplido la promesa por la que regresó a casa hace dos años:
“Antes de que nadie se preocupara de donde jugaría al baloncesto, yo era un niño del nordeste de Ohio. Es donde caminé. Es donde corrí. Es donde lloré. Es donde sangré. Tiene un lugar especial en mi corazón. En el nordeste de Ohio, nada es regalado. Todo se gana. Trabajas para tener lo que tienes. Estoy listo para aceptar el reto. Vuelvo a casa”.
El anillo en Cleveland era un reto deportivo pero, sobre todo, un reto emocional.
Un conmovido LeBron, al borde de las lágrimas, festejaba su tercer anillo, el primero en casa, tras derrotar a los Warriors. Se quitaba un enorme peso de encima que le ha acompañado durante toda su carrera.
“Me puse un objetivo hace dos años cuando volví: llevar un campeonato a esta ciudad. Di todo lo que tenía. Me dejé mi corazón, mi sangre, mi sudor, mis lágrimas en el juego. Contra todo pronóstico. No sé por qué quisimos ir por el camino más difícil, no sé por qué el hombre de arriba (Dios) me pone en el camino más difícil. Pero el hombre de arriba no te pone en una situación que no puedas controlar. Siempre mantuve la misma actitud positiva. En lugar de preguntarme, ‘¿por qué yo?’, me dije que esto es lo que él quería que hiciera. Y, Cleveland, ¡esto es para ti!”.
LeBron James se había dejado la piel en las Finales de 2015 ante los Warriors: 35.8 puntos, 13.3 rebotes, 8.8 asistencias y 1.3 robos por partido. Se multiplicó ante las ausencias, por lesión, de Kyrie Irving y Kevin Love. Pero el anillo, por cuarta vez en su vida, segunda con la camiseta de los Cavaliers, se escapó.
Volvió un año después, sin bajas en Cleveland. LeBron no se escondió. MVP de las Finales con 29.7 puntos, 11.3 rebotes, 8.9 asistencias, 2.6 robos y 2.3 tapones por partido. Y ganó.
El reto estaba cumplido.
¿Y ya? Pues no.
LeBron quiere más. Quiere ser el mejor. Quiere ganar a Jordan. “Es un objetivo personal. Es mi meta, ser capaz de ser más grande que el más grande (Michael Jordan). Creo que eso debería ser la meta persona de todo el mundo”, ha lanzado un ambicioso LeBron James durante esta pretemporada.
A sus 31 años, con trece temporadas de experiencia en la NBA, LeBron está en plena madurez, sin signos de decadencia física.
La figura de Jordan es su motivación.
“Lo que yo he vivido es totalmente diferente a lo que vivió él. Lo que hizo fue increíble. Le admiré mucho. Creo que está bien ponerme en situación de ser uno de esos grandes jugadores pero, si alguna vez puedo ser el mejor jugador, eso sería algo extraordinario”, ha sentenciado LeBron.
Los Cavaliers, cumplido el sueño del anillo, se han rendido a las peticiones de ‘King’ James. Casi 132 millones de dólares en sueldos. La franquicia más cara de la historia para satisfacer a su líder dentro y fuera de la cancha.
Dan Gilbert, propietario de los Cavs, y David Griffin, manager general, renovaron a última hora en la pasada temporada a Tristan Thompson por cinco años y 82 millones. Una locura, una locura que funcionó. Con el anillo en la mano, han cedido con JR Smith en el culebrón de este verano: cuatro años y 57 millones. LeBron pidió la continuidad de ambos, con los que comparte agente, Rich Paul, y Cleveland accedió.
La defensa del anillo está en marcha. LeBron tiene el equipo hecho. Irving promedió 27.1 puntos en las Finales ante los Warriors. Tristan Thompson justificó, a base de rebotes, el desembolso de Cleveland y la confianza de Lebron. Y el díscolo JR Smith maduró y trabajó, como nunca, en la pista.
Y eso que falta aún por acoplarse la pieza de Kevin Love.
Los Cavaliers, que han perdido a Mozgov, Kaun, Dellavedova y el retirado Mo Williams, han cubierto los huecos en el ‘roster’ con Chris Andersen, hombre de máxima confianza de LeBron, con el que ganó el anillo en Miami en 2013, un veterano de nivel como Mike Dunleavy, el escolta DeAndre Liggins y un novato que tendrá un papel relevante: Kay Felder. Tendrá la responsabilidad de sustituir al hiperactivo Dellavedova. LeBron ya fue campeón con Miami con un base rookie en la segunda unidad: Norris Cole.
¿Tienen rivales Golden State y Cleveland?
Solo uno importante: San Antonio.
Los Spurs son un
prodigio de regularidad. Han disputado los últimos diecinueve playoffs, con
cinco anillos (1999, 2003, 2005, 2007 y 2014), unas Finales ante Miami (2013) y
tres Finales de Conferencia.
Toda una era en la élite. Toda la era Tim Duncan.
La ausencia del eterno ‘21’ de los Spurs, que se retiró este pasado verano, supone la gran novedad del equipo de Popovich. Y la principal preocupación.
“Lo que me hace estar más tranquilo tras perder a Duncan es Pau Gasol. Es un jugador inteligente y lo ha demostrado con buenos equipos”, ha confirmado Popovich.
Duncan había reducido su rendimiento ofensivo, incluso por debajo de los diez puntos por partido. Sin embargo, su liderazgo en el vestuario de los Spurs era vital y seguía siendo la referencia defensiva en la zona.
Pau Gasol, a sus 36 años, tiene uno de los grandes retos de su carrera: relevar a una institución de la NBA como Duncan y pelear por el anillo ante Warriors y Cavaliers. El talento ofensivo de Gasol está fuera de toda duda. En defensa, Popovich le exigirá más que de costumbre. A fin de cuentas, le tocará compartir juego interior con LaMarcus Aldridge, otro talento ofensivo que baja en labores defensivas.
Pero San Antonio ya es el equipo de Kawhi Leonard. ¿Un futuro MVP? Quizás, no. Quizás, sí. Los Spurs de Leonard cerraron en la pasada campaña su mejor fase regular en la historia con una marca de 67-15. Cierto es que en los playoffs se vieron superados por Durant, Westbrook y las dos torres, al mismo tiempo, de Oklahoma: Kanter y Adams.
Junto con Pau Gasol, a los Spurs, que han perdido también a Boris Diaw, han llegado otro veterano con muchos puntos, David Lee, hasta cuatro novatos (David Bertans, Dejounte Murray, Nicolás Laprovíttola y Bryn Forbes) y un básico Dewayne Dedmon. Al exjugador de Orlando le tocará ‘pegarse’ bajo los aros ante tanta alegría ofensiva con Gasol, Aldridge y Lee. Todo un desafío para la defensa de Popovich.
Warriors, Cavaliers o Spurs.
Cualquier otro ganador del anillo sería una notable sorpresa.
La Conferencia Oeste vive bajo el síndrome Durant. El cambio de Durant de Oklahoma a Golden State ha devaluado la competitividad en el Salvaje Oeste de la NBA.
Los Thunder, que estuvieron muy cerca de plantarse en las Finales ante los Cavaliers, han perdido mucho potencial. Sin Durant, y sin Ibaka, el objetivo será más modesto, con Oladipo, Ilyasova, Lauvergne, Abrines y el novato Domantas Sabonis, hijo del mítico Arvydas Sabonis, como principales, pero insuficientes, incorporaciones. El equipo de Westbrook, indiscutible estrella de la franquicia tras firmar una extensión del contrato hasta 2019, buscará un puesto en los playoffs. Y Westbrook, sin Durant al lado, exprimirá sus opciones para ser el MVP de la fase regular.
Eso sí, Westbrook no ha encajado muy bien la salida de Durant: “Eso es muy lindo, tío, es muy lindo. Mi trabajo es preocuparme por lo que ocurre aquí (en Oklahoma), de todos los compañeros egoístas que al parecer tenemos en el equipo. De verdad que agradezco poder jugar para este equipo con estos grandes compañeros (…). No me importa lo que digan desde fuera. Mi trabajo es estar atento a lo que ocurre aquí. Estoy realmente cansado de hablar de esto y no responderé a más preguntas como esta. Jugar en Oklahoma fue una elección muy sencilla”, ha replicado en Mercury News.
Los Angeles Clippers y Portland Trail Blazers son claros favoritos para los playoffs. Los Clippers continúan con su ‘big three’: Chris Paul, Blake Griffin y DeAndre Jordan, cuyo progreso fue evidente en los recientes Juegos de Río. Jordan sentó en el banquillo a Cousins. Cuarto año del proyecto Rivers. Hasta hora: dos semifinales de Conferencia y una primera ronda. Menos de lo esperado. Los Clippers intentarán colarse, con la base de los últimos años (incluso Redick y el eterno Jamal Crawford), entre Warriors y Spurs. Y con sus estrellas sanas. Griffin está recuperado tras perderse más de medio curso en la pasada temporada por la famosa infantil pelea con un encargado de material de la franquicia.
“Vamos a dejarlo
claro. La última temporada apestó. Lo siento de verdad. Lo que pasó en Toronto (la
famosa pelea) fue culpa mía al 100%. La pifié. No hay día en el que no piense
en ello. Y no lo digo como cliché. Genuinamente pienso en ello todos los días,
y siento que he decepcionado a los aficionados que nos han acompañado desde el
principio”, se ha disculpado Griffin públicamente en una columna en The Players
Tribune. Griffin, que está en su último año de contrato con los Clippers, debe
demostrar definitivamente que es una gran estrella, dentro y fuera de la pista.
Los Blazers apuntan muy alto. De tapados, nada de nada. Equipo con mucho futuro… y presente, con un firme candidato a MVP: Damian Lillard. Paul Allen, cofundador de Microsoft junto con Bill Gates y propietario de la franquicia, no ha escatimado dólares en este verano para mantener a todo el proyecto con las millonarias renovaciones de McCollum (cuatro temporadas y 106 millones), Crabbe (cuatro temporadas y 75 millones), Meyers Leonard (cuatro temporadas y 41 millones) y Harkless (cuatro temporadas y 40 millones). Solo los Clippers tienen una masa salarial más abultada que los Blazers en la Conferencia Oeste. Terry Stotts, renovado hasta 2020, cuenta, además, con dos buenos refuerzos: el ‘multiusos’ Evan Turner, que ha sacado un contratazo de cuatro años y setenta millones, y el nigeriano Festus Ezeli, arrebatado a los mismos Warriors.
Para los otros cuatro puestos de playoffs en el Oeste, además de los Thunder de Westbrook, surgen, al menos, siete potenciales candidatos: Memphis, Utah, Houston, Dallas, New Orleans, Minnesota e incluso Denver.
Los Grizzlies ofrecen continuidad en el ‘roster’, con la megarenovación de Conley (cinco años y 153 millones, por unos días el mayor contrato en la historia de la NBA) y con un importante cambio en la plantilla y el banquillo. Chandler Parsons ha abandonado Dallas, donde no ha brillado, a cambio de un contrato máximo (cuatro años y 94 millones) para mejorar la capacidad ofensiva de los Grizzlies, a menudo limitada a Marc Gasol, Randolph y Conley. Mientras, David Fizdale, tras ocho años como asistente en Miami, se estrena como primer entrenador. Pero lo más importante para los Grizzlies será la salud de la plantilla, principal problema en la pasada Liga. De momento, Marc Gasol y compañía están bien.
Utah, fuera de los playoffs en cinco de los últimos seis años, tiene serias papeletas para volver a la élite de la NBA. Una defensa de primer nivel, un grupo joven y con calidad (Hayward, Hood, Gobert y Favors) e interesantes movimientos en el mercado: los veteranos Diaw y Joe Johnson y el base George Hill, que mejora una posición que los Jazz tenían cogida con pinzas con Raulzinho Neto. Snyder recupera también a Dante Exum, que se perdió por completo la última temporada por una rotura del ligamento cruzado de la rodilla izquierda.
Los playoffs son el objetivo real para Houston, Dallas, New Orleans, Minnesota y Denver.
Los Rockets de Harden, más aún tras la salida de Howard, tendrán que quitarse el merecido calificativo de equipo sospechoso. No ayuda mucho la elección de la franquicia para el banquillo. Mike D’Antoni, máximo exponente del ‘run&gun’, que solo funcionó en los Phoenix Suns de Nash. D’Antoni se estrelló en dos franquicias tan mediáticas como Lakers y Knicks. Las altas sí son más creíbles: Ryan Anderson, Eric Gordon y hasta Nene. Houston promete un festival de puntos y triples. Ya se verá si es suficiente.
Dallas, mientras estén Nowitzki y Rick Carlisle, será siempre competitivo. Nada de ‘tanking’. Los tejanos han intercambiado cromos con los Warriors, aunque en operaciones independientes: Harrison Barnes y Andrew Bogut por Zaza Pachulia y Javale McGee. Todo dependerá de la progresión de Barnes, a la sombra de Curry, Thompson e incluso Green e Iguodala en los Warriors. La llegada de Durant a la Bahía le cerró la puerta de la renovación. Barnes, con un carácter algo apocado, tendrá que reivindicarse en Dallas como futura estrella de la NBA. El sueldo lo es: 94 millones por cuatro años.
Los Pelicans de Anthony Davis serán lo que pueda la ‘Ceja’, que se perdió el último mes de la NBA 2015/16 y los Juegos de Río por una lesión en la rodilla izquierda que le mandó al quirófano. El primer año de Alvin Gentry fue muy decepcionante: muchas derrotas, muchas lesiones y mal juego. Lógicamente, fuera de los playoffs tras conocer la post-temporada un año antes. Un paso atrás que, al menos, ha servido para ganar un escolta de primer nivel en el draft: el bahameño Buddy Hield. La prensa estadounidense no ha tardado en colgar a Hield el sobrenombre del ‘nuevo Curry’ por su habilidad y facilidad con los triples. El temperamental Lance Stephenson, E’Twaun Moore, Terrence Jones, Solomon Hill y Langston Galloway se unen también al grupo de la ‘Ceja’ para devolver a New Orleans a los playoffs.
Minnesota y Denver
son proyectos distintos a los tres anteriores. Vienen, desde hace tiempo, desde abajo. Ha llegado el momento definitivo de crecer. Los Timberwolves llevan fuera
de los playoffs doce temporadas, más que nadie en la actual NBA. Una eterna
promesa. Los mimbres están. Minnesota, que ha perdido el liderazgo del retirado
Garnett, cuenta con uno de los mejores grupos de jóvenes de la NBA, con los dos
últimos rookies del año, Wiggins (20 años) y Towns (20), con el dominicano
apuntando a gran estrella de la Liga, más LaVine (20), el novato Kris Dunn
(21), Dieng (26) y Ricky Rubio (26), todo un veterano en la franquicia en su
sexta temporada. Tom Thibodeau, tras un año sabático después de salir de
Chicago, tiene en sus manos un proyecto ilusionante de cinco temporadas, pero que
debe ya empezar a progresar.
Las urgencias en Denver son menores. Solo llevan tres años fuera de los playoffs y no han contado con rookies tan de primer nivel como Minnesota. Pero la reconstrucción en Denver ha avanzado rápido y bien. Con el italiano Gallinari al frente, Mike Malone dispone de un grupo internacional muy joven y con mucho futuro: el congoleño Mudiay (20 años), el pívot serbio Nikola Jokic (21), el pívot bosnio Jusuf Nurkic (22), más los novatos Jamal Murray, alero canadiense de 19 años, y Juancho Hernangómez, alero español de 21. Kenneth Faried, Wilson Chandler (recuperado tras perderse la temporada pasada por una lesión en la cadera), y Will Barton, que estuvo en la lucha por el título de Mejor Sexto Hombre, ponen la nota ‘veterana’ a un equipo que podría ser una de las revelaciones del curso.
Sacramento, Phoenix y Lakers no entran en las quinielas de los playoffs.
Los Kings porque son una constante frustración. De nada les ha valido contar con el pívot más dominante de la NBA: DeMarcus Cousins. Aún no conoce los playoffs tras seis años en la Liga. Sacramento, que tiene en el escaparate a Rudy Gay, ha vuelto a cambiar el rumbo de la franquicia con la contratación de Dave Joerger, que metió a Memphis en los playoffs en sus tres temporadas con los Grizzlies. Vlade Divac, general manager de los Kings, ha jugado con fuego en el mercado contratando a Ty Lawson (con problemas de alcoholismo) y el temperamental Matt Barnes. Afflalo es la otra principal novedad de Sacramento.
Phoenix modificó, hace año y medio, su plan. Envió a Isaiah Thomas a Boston y a Goran Dragic a Miami. Se quedó con Bledsoe e incorporó a Brandon Knight. Una extraña revolución que, de momento, no ha funcionado. Sin embargo, la temporada 2015/16 resultó fructífera gracias a la irrupción de un novato: Devin Booker, con 13.8 puntos de media en su año rookie. Booker, que cumplirá veinte años el próximo domingo, seguirá creciendo al lado de Bledsoe, Knight y Barbosa, que regresa a Phoenix tras su exitosa etapa en los Warriors.
Los Lakers están
conociendo otra NBA. Tres años sin playoffs. Inaudito. Y aún queda camino para
regresar al primer plano. Sin olvidar el adiós de su último gran mito: Kobe
Bryant. Fin de una era. La franquicia californiana, por primera vez en su historia,
tiene que crecer desde abajo. Las grandes estrellas de la NBA han rechazado en
los últimos años a los Lakers. Toca construir un futuro equipo campeón. La
reconstrucción en los Lakers ya tiene buenos materiales: Jordan Clarkson, D’Angelo
Russell (que deberá dar un salto adelante en su temporada sophomore), Julius
Randle y un futuro All Star como Brandon Ingram, número dos del draft y un Durant
en potencia. Kupchak ha encargado el proyecto a Luke Walton (36 años), que ganó
dos anillos (2009 y 2010) con los Lakers como jugador. Walton, durante el
periodo de baja de Steve Kerr en los Warriors, demostró sus actitudes como
primer entrenador. Mozgov, campeón con Cleveland, Thomas Robinson, un diamante todavía por pulir, un rejuvenecido Luol Deng y
el veterano Calderón han llegado con el nuevo técnico de los Lakers. Pero los playoffs seguirán, casi al cien por cien, aún lejos de Los Angeles.
¿Y la Conferencia Este?
Continuismo. Solo Cleveland opta al anillo.
La Conferencia Este continúa estancada. La desigualdad con la Conferencia Oeste se mantiene.
La lucha se centrará en las plazas de playoffs.
Y ahí, es cierto, la igualdad es muy grande. Solo Brooklyn y Philadelphia no cuentan en los pronósticos. Las otras doce franquicias (Toronto, Miami, Atlanta, Boston, Charlotte, Indiana, Detroit, Chicago, Washington, Orlando, Milwaukee y hasta New York) son candidatos a los playoffs. Cualquiera puede entrar. Cualquiera puede quedarse fuera.
Toronto se ha acostumbrado a los playoffs. Los Raptors llevan tres temporadas consecutivas extendiendo el curso, aunque a los canadienses les ha costado mucho ganar su primera eliminatoria. Fracasaron en sus dos primeros intentos. Llegaron a las Finales de la Conferencia Este, ante Cleveland, en la pasada temporada, aunque sufrieron ante Indiana y Miami, avanzando siempre en el séptimo encuentro de ambas series. Dwane Casey, quinto año en Toronto, ha perdido a Biyombo, revelación en los playoffs, pero los Raptors cumplieron con su principal objetivo en el mercado: la renovación de DeMar DeRozan (cinco temporadas por 139 millones). Valanciunas y, especialmente, DeRozan y Lowry, que acaba contrato, serán, una vez más, los argumentos de los Raptors para no caerse de los playoffs.
Miami lo tiene mucho más complicado. Del equipo campeón en 2012 y 2013, solo queda Udonis Haslem. Los Heat han vivido un verano para olvidar. Se marchó su emblema en los últimos trece años: Dwyane Wade. Ocurrió lo impensable e innecesario. Wade no llegó a un acuerdo económico con Pat Riley. El escolta buscaba un reconocimiento económico: dos años y cincuenta millones. Riley no se movió de los cuarenta. Y llegó el divorcio que nadie en Miami y en toda la NBA creía posible.
“El lado de los negocios en el deporte, a veces, sencillamente, apesta. Amo a Pat Riley. Es alguien que siempre ha estado presente en mi vida desde que fui elegido en el draft a los 21 años. Pero, a la vez, tiene un trabajo que hacer. Tiene un rol diferente que asumir. Y ese rol no es ser mi mejor amigo. Ese rol es ser el presidente de la organización y ser un hombre de negocios. Y eso apesta. Conoces a alguien tan bien, os queréis el uno al otro, pero el lado de los negocios aparece. No estoy diciendo que nos abrazamos y lloramos en ese momento. Pero quiero a Pat. Siempre le querré. Y sé que él siente lo mismo hacia mí”, replicó Wade. “Siempre seré un Heat”.
“Lo que pasó con Wade me dejó destrozado. Voy a echar de menos lo que tenía planeado para su futuro, sobre cómo veía su final aquí con los Heat. Es mi responsabilidad hacer que ocurriera. No lo hice”, ha lamentado Riley. “Estuve aquí cuando se fue Zo (Mourning), cuando se fue Shaq (O’Neal), cuando se fueron Brian Grant, Eddie Jones... Pero Dwyane (Wade) es único. Siempre habrá una llave bajo la alfombra (para él). Sencillamente espero que no se oxide”, ha añadido el presidente de los Heat.
El conflicto entre Wade y Riley, a pesar de las conciliadoras palabras de ambos, debió tener otra resolución. “La salida de Wade se podría haber evitado. Había un montón de cosas que le llevaban quemando un tiempo, y llegaron a su tope en este verano”, ha resumido Haslem.
Una pérdida deportiva (Wade promedió 19 puntos por partido en la última temporada regular y 21.4 puntos en los últimos playoffs), pero, aún más, una pérdida simbólica. Miami Heat se ha quedado huérfano.
El verano aún guardaba
otra mala noticia: Chris Bosh no pasaba el obligatorio reconocimiento médico.
Un nuevo coágulo alejaba a Bosh de las canchas. Tercer contratiempo médico en
apenas año y medio. Paró, tras el All Star 2015, tras detectársele coágulos en
uno de sus pulmones. Volvió en la temporada siguiente para reaparecer los
problemas de circulación en el pasado mes de febrero. Bosh no juega desde el 9
de febrero. No está claro que le volvamos a ver en una pista, aunque Bosh no ha arrojado la toalla:
“Solo porque el camino tenga altibajos no significa que vaya a dejar de compartir lo que siento. Los pequeños contratiempos suceden, pero esto no va a cambiar mis intenciones de volver”.
Las bajas de Wade y Bosh han diluido por completo el ‘big three’ construido por LeBron James para ganar dos anillos en 2012 y 2013, más dos subcampeonatos en 2011 y 2014.
Miami sí conserva a un pívot dominador, como Whiteside, a cambio de un jugoso contrato de cuatro temporadas por 98 millones. Le tocará liderar a unos Heat a la baja, con la ayuda del base esloveno Goran Dragic. Dion Waiters y Derrick Williams, dos jugadores con necesidad constante de revalorizarse, representan las principales nuevas apuestas de los Heat para seguir en unos playoffs que se han puesto muy caros.
Atlanta también ha cambiado, aunque por otras circunstancias. Los Hawks han deshecho su ‘big three’. Solo Millsap continúa. Dos ‘halcones’ de toda la vida: Jeff Teague y Al Horford migraron, respectivamente, a Indiana y Boston. Un notable viraje en una de las franquicias más regulares de los últimos tiempos. Llega el momento del alemán Schröder y una nueva oportunidad para Dwight Howard, esta vez en su ciudad natal.
“La única cosa que realmente me molesta escuchar es que soy un cáncer para el vestuario, y que soy un tipo que quiere dividir a sus compañeros. Nunca he sido así en toda mi vida. Siempre he sido alguien que une a la gente, ya sea mis compañeros, a la comunidad, a mi familia... Solo escuchar esa palabra, ‘cáncer’, me molesta porque, para ser honesto, no lo soy. Siempre he sido alguien que se preocupa por sus compañeros de equipo. Y escuchar ‘cáncer’, ‘diva’ y cosas por el estilo. Ese no soy yo”, ha rebatido Howard.
Boston ha sido equipo de playoffs en las dos últimas temporadas. La reconstrucción con Brad Stevens duró un año. Al siguiente, los Celtics volvieron a los playoffs y dejaron su firma en la famosa eliminatoria ante Cleveland que causó la lesión de hombro de Kevin Love. Boston tropezó también con Atlanta en la primera ronda de los últimos playoffs, esta vez en seis partidos. Faltaba un último empujón, una estrella. Los Celtics lo intentaron, con fuerza, con Durant, también con Howard. El premio final ha sido Horford, que no está tampoco nada mal. Sallinger y Evan Turner han salido de Boston, pero la franquicia confía en mucho en el potencial del rookie Jaylen Brown.
Michael Jordan avanza en Charlotte…, como propietario. Los Hornets, desde que Jordan adquirió la franquicia en mayo de 2013, han sido equipo de playoffs en dos de las tres últimas temporadas. Aunque sin pasar ninguna eliminatoria. Para el nuevo curso, la principal noticia pasa por la renovación de Nico Batum, (cinco años y 120 millones) y la recuperación de Kidd Gilchrist, que solo disputó siete partidos en la pasada Liga. Kemba Walker (20.9 puntos por partido en la temporada 2015/16, sus mejores números) será el líder de unos impredecibles Hornets, capaces de lo mejor y lo peor.
Indiana ha sido uno
de los equipos que mejor se ha movido en el mercado: Jeff Teague, Aaron Brooks,
Thaddeus Young, Al Jefferson y Kevin Seraphin. El ‘pájaro’ ha rodeado muy bien
a Paul George, Monta Ellis y Myles Turner, que ya ofreció mucho en su año
rookie. Larry Bird ha cumplido en los despachos, aunque con la discutible
decisión de colocar a Nate McMillan como entrenador jefe por Frank Vogel. Le
toca ahora a un ambicioso Paul George.
“Creo que va a costar algún tiempo pero, una vez lo consigamos, fácilmente podemos ser un equipo de 115 puntos por noche (…). Honestamente, nos veo a nosotros siendo capaces de desafiar a Cleveland y LeBron. Tengo confianza en mí mismo. Tengo confianza en lo que puedo hacer (…). Definitivamente, quiero ser MVP este año. No va a ser fácil. Pero tengo que ir a por él (LeBron). Este es mi año para ir a por él”, ha avisado Paul George. Ya en sus años en Miami, LeBron sufrió ante Indiana en una semifinal y dos finales de Conferencia.
Stan Van Gundy ha dado un nuevo aire a Detroit, uno de los equipos con más capacidad de crecimiento en la NBA. Metió a los Pistons en los playoffs, aunque el reto ante Cleveland quedó aún algo grande. Van Gundy no quiere que la progresión se pare: “Les he dicho a mis chicos que deben dar lo mejor de ellos mismos. Fuimos los octavos el año pasado. No tenemos margen para relajarnos. Soy optimista para esta temporada, pero también debo ser realista. No podemos estar donde nos quedamos el año pasado”. La progresión de Drummond marcará el futuro inmediato de la franquicia de Michigan.
Chicago ha pasado página. Los Bulls se quedaron a dos victorias de los playoffs. No pasaba desde hacía ocho años. El ciclo Rose estaba agotado. El MVP en la temporada 2008/09, tras un carrusel de lesiones desde los fatídicos playoffs de 2012 (aquel innecesario minuto final de un encuentro resuelto ante Philadelphia), no ha recuperado su mejor nivel. Ni siquiera un nivel intermedio para liderar a Chicago. Era el momento idóneo de la ruptura para ambos. También con Noah, mermado igualmente por las lesiones. Pau Gasol, en busca de una mejor opción para el anillo, es la tercera baja importante en Chicago.
“Creciendo en
Robbins (Illinois), nunca soñé que una carrera NBA hubiera sido posible y que
algún día llevaría un uniforme de los Chicago Bulls. Ver a los Bulls mientras
crecía, me inspiró desde niño para perseguir mi sueño de convertirme en jugador
de baloncesto. Mis memorias más preciadas fueron ver a mi padre jugar al
baloncesto en las canchas del Fermi Elementary School y desarrollar mi juego en
el Blue Island Recreation Center.
Pero lo cierto es que Durant ha apostado por un caballo ganador.
Durant se une a un equipo de ensueño con Curry y Green (en la imagen), más Thompson e Iguodala. Foto: Instagram Golden State Warriors. |
Si ya eran un equipo potentísimo, con Durant lo serán aún más.
La llegada de la antigua estrella de los Thunder a la Bahía de San Francisco desnivela uno de los principios de la NBA: la competitividad. A priori, estos Warriors juegan con mucha ventaja con respecto a casi toda la Liga.
Durant se suma a Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green y Andre Iguodala. Un ‘cinco’ galáctico. Un ‘cinco’ con mucho baloncesto en sus manos. Un ‘cinco’ en una edad perfecta para acaparar campeonatos y crear una dinastía.
Los Warriors, pese al esfuerzo económico para absorber el contrato de Durant (26.5 millones de dólares) y las renovaciones inminentes de Curry y el mismo Durant, han conservado a gran parte del bloque, con la importante renovación de Shaun Livingston.
Durant bien vale las salidas de Harrison Barnes, Andrew Bogut, Leandro Barbosa, Festus Ezeli, Marreese Speights y Brandon Rush.
La alta posibilidad de un anillo, la tentación de formar parte de un proyecto histórico y el gran trabajo previo en los despachos de Bob Myers, con contratos ‘baratos’, en la actual NBA, a Klay Thompson y Draymond Green, han permitido a los Warriors cubrir bien sus carencias en el juego interior. El georgiano Zaza Pachulia, que rehabilitó su carrera en Dallas, será el ‘center’ titular de un equipo que, en los minutos calientes, apostará por el ‘small ball’ con Green, Durant y Iguodala como interiores.
Y Pachulia no ha llegado solo. El siempre solvente David West, que ya lo intentó con San Antonio, repite jugada: contrato mínimo para tener, a sus 36 años, un soñado anillo. El brasileño Anderson Varejao continúa en los Warriors, al igual que el casi inédito Kevon Looney. Dos ‘siete pies’, el ‘rookie’ Damian Jones y Javale McGee, avalado por Iguodala, minimizan las salidas de Bogut, Ezeli y Speights.
El anillo de los Warriors se paga muy barato.
Cualquier otra resolución de la temporada sería una sorpresa.
La única duda supone cómo repartir los tiros en un ataque tan demoledor con Curry (30.1 puntos y más de cinco triples por partido en la pasada temporada, con una media de veinte lanzamientos), Durant (28.2 puntos y 2.6 triples, con casi también veinte tiros jugando al lado de Westbrook) y Thompson (22.1 puntos, 3.5 triples y más de diecisiete tiros). Si Kerr encuentra la clave, los Warriors serán imparables y campeones. La apuesta de Durant, pese a las críticas, habrá valido la pena.
El protagonismo de Kevin Durant y los Warriors en este verano no eliminan por completo, de cualquier manera, las opciones de Cleveland Cavaliers, vigentes campeones.
LeBron cumplió su promesa: Cleveland ya tiene su anillo de campeón de la NBA.
Foto: Instagram Cleveland Cavaliers.
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LeBron James ha cumplido la promesa por la que regresó a casa hace dos años:
“Antes de que nadie se preocupara de donde jugaría al baloncesto, yo era un niño del nordeste de Ohio. Es donde caminé. Es donde corrí. Es donde lloré. Es donde sangré. Tiene un lugar especial en mi corazón. En el nordeste de Ohio, nada es regalado. Todo se gana. Trabajas para tener lo que tienes. Estoy listo para aceptar el reto. Vuelvo a casa”.
El anillo en Cleveland era un reto deportivo pero, sobre todo, un reto emocional.
Un conmovido LeBron, al borde de las lágrimas, festejaba su tercer anillo, el primero en casa, tras derrotar a los Warriors. Se quitaba un enorme peso de encima que le ha acompañado durante toda su carrera.
“Me puse un objetivo hace dos años cuando volví: llevar un campeonato a esta ciudad. Di todo lo que tenía. Me dejé mi corazón, mi sangre, mi sudor, mis lágrimas en el juego. Contra todo pronóstico. No sé por qué quisimos ir por el camino más difícil, no sé por qué el hombre de arriba (Dios) me pone en el camino más difícil. Pero el hombre de arriba no te pone en una situación que no puedas controlar. Siempre mantuve la misma actitud positiva. En lugar de preguntarme, ‘¿por qué yo?’, me dije que esto es lo que él quería que hiciera. Y, Cleveland, ¡esto es para ti!”.
LeBron James se había dejado la piel en las Finales de 2015 ante los Warriors: 35.8 puntos, 13.3 rebotes, 8.8 asistencias y 1.3 robos por partido. Se multiplicó ante las ausencias, por lesión, de Kyrie Irving y Kevin Love. Pero el anillo, por cuarta vez en su vida, segunda con la camiseta de los Cavaliers, se escapó.
Volvió un año después, sin bajas en Cleveland. LeBron no se escondió. MVP de las Finales con 29.7 puntos, 11.3 rebotes, 8.9 asistencias, 2.6 robos y 2.3 tapones por partido. Y ganó.
El reto estaba cumplido.
¿Y ya? Pues no.
LeBron quiere más. Quiere ser el mejor. Quiere ganar a Jordan. “Es un objetivo personal. Es mi meta, ser capaz de ser más grande que el más grande (Michael Jordan). Creo que eso debería ser la meta persona de todo el mundo”, ha lanzado un ambicioso LeBron James durante esta pretemporada.
A sus 31 años, con trece temporadas de experiencia en la NBA, LeBron está en plena madurez, sin signos de decadencia física.
La figura de Jordan es su motivación.
“Lo que yo he vivido es totalmente diferente a lo que vivió él. Lo que hizo fue increíble. Le admiré mucho. Creo que está bien ponerme en situación de ser uno de esos grandes jugadores pero, si alguna vez puedo ser el mejor jugador, eso sería algo extraordinario”, ha sentenciado LeBron.
Los Cavaliers, cumplido el sueño del anillo, se han rendido a las peticiones de ‘King’ James. Casi 132 millones de dólares en sueldos. La franquicia más cara de la historia para satisfacer a su líder dentro y fuera de la cancha.
Dan Gilbert, propietario de los Cavs, y David Griffin, manager general, renovaron a última hora en la pasada temporada a Tristan Thompson por cinco años y 82 millones. Una locura, una locura que funcionó. Con el anillo en la mano, han cedido con JR Smith en el culebrón de este verano: cuatro años y 57 millones. LeBron pidió la continuidad de ambos, con los que comparte agente, Rich Paul, y Cleveland accedió.
La defensa del anillo está en marcha. LeBron tiene el equipo hecho. Irving promedió 27.1 puntos en las Finales ante los Warriors. Tristan Thompson justificó, a base de rebotes, el desembolso de Cleveland y la confianza de Lebron. Y el díscolo JR Smith maduró y trabajó, como nunca, en la pista.
Y eso que falta aún por acoplarse la pieza de Kevin Love.
Los Cavaliers, que han perdido a Mozgov, Kaun, Dellavedova y el retirado Mo Williams, han cubierto los huecos en el ‘roster’ con Chris Andersen, hombre de máxima confianza de LeBron, con el que ganó el anillo en Miami en 2013, un veterano de nivel como Mike Dunleavy, el escolta DeAndre Liggins y un novato que tendrá un papel relevante: Kay Felder. Tendrá la responsabilidad de sustituir al hiperactivo Dellavedova. LeBron ya fue campeón con Miami con un base rookie en la segunda unidad: Norris Cole.
¿Tienen rivales Golden State y Cleveland?
Solo uno importante: San Antonio.
Kawhi Leonard, referencia de los Spurs. Foto: Facebook San Antonio Spurs. |
Toda una era en la élite. Toda la era Tim Duncan.
La ausencia del eterno ‘21’ de los Spurs, que se retiró este pasado verano, supone la gran novedad del equipo de Popovich. Y la principal preocupación.
“Lo que me hace estar más tranquilo tras perder a Duncan es Pau Gasol. Es un jugador inteligente y lo ha demostrado con buenos equipos”, ha confirmado Popovich.
Duncan había reducido su rendimiento ofensivo, incluso por debajo de los diez puntos por partido. Sin embargo, su liderazgo en el vestuario de los Spurs era vital y seguía siendo la referencia defensiva en la zona.
Pau Gasol, a sus 36 años, tiene uno de los grandes retos de su carrera: relevar a una institución de la NBA como Duncan y pelear por el anillo ante Warriors y Cavaliers. El talento ofensivo de Gasol está fuera de toda duda. En defensa, Popovich le exigirá más que de costumbre. A fin de cuentas, le tocará compartir juego interior con LaMarcus Aldridge, otro talento ofensivo que baja en labores defensivas.
Pero San Antonio ya es el equipo de Kawhi Leonard. ¿Un futuro MVP? Quizás, no. Quizás, sí. Los Spurs de Leonard cerraron en la pasada campaña su mejor fase regular en la historia con una marca de 67-15. Cierto es que en los playoffs se vieron superados por Durant, Westbrook y las dos torres, al mismo tiempo, de Oklahoma: Kanter y Adams.
Junto con Pau Gasol, a los Spurs, que han perdido también a Boris Diaw, han llegado otro veterano con muchos puntos, David Lee, hasta cuatro novatos (David Bertans, Dejounte Murray, Nicolás Laprovíttola y Bryn Forbes) y un básico Dewayne Dedmon. Al exjugador de Orlando le tocará ‘pegarse’ bajo los aros ante tanta alegría ofensiva con Gasol, Aldridge y Lee. Todo un desafío para la defensa de Popovich.
Warriors, Cavaliers o Spurs.
Cualquier otro ganador del anillo sería una notable sorpresa.
La Conferencia Oeste vive bajo el síndrome Durant. El cambio de Durant de Oklahoma a Golden State ha devaluado la competitividad en el Salvaje Oeste de la NBA.
Los Thunder, que estuvieron muy cerca de plantarse en las Finales ante los Cavaliers, han perdido mucho potencial. Sin Durant, y sin Ibaka, el objetivo será más modesto, con Oladipo, Ilyasova, Lauvergne, Abrines y el novato Domantas Sabonis, hijo del mítico Arvydas Sabonis, como principales, pero insuficientes, incorporaciones. El equipo de Westbrook, indiscutible estrella de la franquicia tras firmar una extensión del contrato hasta 2019, buscará un puesto en los playoffs. Y Westbrook, sin Durant al lado, exprimirá sus opciones para ser el MVP de la fase regular.
Eso sí, Westbrook no ha encajado muy bien la salida de Durant: “Eso es muy lindo, tío, es muy lindo. Mi trabajo es preocuparme por lo que ocurre aquí (en Oklahoma), de todos los compañeros egoístas que al parecer tenemos en el equipo. De verdad que agradezco poder jugar para este equipo con estos grandes compañeros (…). No me importa lo que digan desde fuera. Mi trabajo es estar atento a lo que ocurre aquí. Estoy realmente cansado de hablar de esto y no responderé a más preguntas como esta. Jugar en Oklahoma fue una elección muy sencilla”, ha replicado en Mercury News.
Los Angeles Clippers y Portland Trail Blazers son claros favoritos para los playoffs. Los Clippers continúan con su ‘big three’: Chris Paul, Blake Griffin y DeAndre Jordan, cuyo progreso fue evidente en los recientes Juegos de Río. Jordan sentó en el banquillo a Cousins. Cuarto año del proyecto Rivers. Hasta hora: dos semifinales de Conferencia y una primera ronda. Menos de lo esperado. Los Clippers intentarán colarse, con la base de los últimos años (incluso Redick y el eterno Jamal Crawford), entre Warriors y Spurs. Y con sus estrellas sanas. Griffin está recuperado tras perderse más de medio curso en la pasada temporada por la famosa infantil pelea con un encargado de material de la franquicia.
Griffin está de vuelta tras una última temporada para olvidar. Foto: Instagram Los Angeles Clippers. |
Los Blazers apuntan muy alto. De tapados, nada de nada. Equipo con mucho futuro… y presente, con un firme candidato a MVP: Damian Lillard. Paul Allen, cofundador de Microsoft junto con Bill Gates y propietario de la franquicia, no ha escatimado dólares en este verano para mantener a todo el proyecto con las millonarias renovaciones de McCollum (cuatro temporadas y 106 millones), Crabbe (cuatro temporadas y 75 millones), Meyers Leonard (cuatro temporadas y 41 millones) y Harkless (cuatro temporadas y 40 millones). Solo los Clippers tienen una masa salarial más abultada que los Blazers en la Conferencia Oeste. Terry Stotts, renovado hasta 2020, cuenta, además, con dos buenos refuerzos: el ‘multiusos’ Evan Turner, que ha sacado un contratazo de cuatro años y setenta millones, y el nigeriano Festus Ezeli, arrebatado a los mismos Warriors.
Para los otros cuatro puestos de playoffs en el Oeste, además de los Thunder de Westbrook, surgen, al menos, siete potenciales candidatos: Memphis, Utah, Houston, Dallas, New Orleans, Minnesota e incluso Denver.
Los Grizzlies ofrecen continuidad en el ‘roster’, con la megarenovación de Conley (cinco años y 153 millones, por unos días el mayor contrato en la historia de la NBA) y con un importante cambio en la plantilla y el banquillo. Chandler Parsons ha abandonado Dallas, donde no ha brillado, a cambio de un contrato máximo (cuatro años y 94 millones) para mejorar la capacidad ofensiva de los Grizzlies, a menudo limitada a Marc Gasol, Randolph y Conley. Mientras, David Fizdale, tras ocho años como asistente en Miami, se estrena como primer entrenador. Pero lo más importante para los Grizzlies será la salud de la plantilla, principal problema en la pasada Liga. De momento, Marc Gasol y compañía están bien.
Utah, fuera de los playoffs en cinco de los últimos seis años, tiene serias papeletas para volver a la élite de la NBA. Una defensa de primer nivel, un grupo joven y con calidad (Hayward, Hood, Gobert y Favors) e interesantes movimientos en el mercado: los veteranos Diaw y Joe Johnson y el base George Hill, que mejora una posición que los Jazz tenían cogida con pinzas con Raulzinho Neto. Snyder recupera también a Dante Exum, que se perdió por completo la última temporada por una rotura del ligamento cruzado de la rodilla izquierda.
Los playoffs son el objetivo real para Houston, Dallas, New Orleans, Minnesota y Denver.
Los Rockets de Harden, más aún tras la salida de Howard, tendrán que quitarse el merecido calificativo de equipo sospechoso. No ayuda mucho la elección de la franquicia para el banquillo. Mike D’Antoni, máximo exponente del ‘run&gun’, que solo funcionó en los Phoenix Suns de Nash. D’Antoni se estrelló en dos franquicias tan mediáticas como Lakers y Knicks. Las altas sí son más creíbles: Ryan Anderson, Eric Gordon y hasta Nene. Houston promete un festival de puntos y triples. Ya se verá si es suficiente.
Dallas, mientras estén Nowitzki y Rick Carlisle, será siempre competitivo. Nada de ‘tanking’. Los tejanos han intercambiado cromos con los Warriors, aunque en operaciones independientes: Harrison Barnes y Andrew Bogut por Zaza Pachulia y Javale McGee. Todo dependerá de la progresión de Barnes, a la sombra de Curry, Thompson e incluso Green e Iguodala en los Warriors. La llegada de Durant a la Bahía le cerró la puerta de la renovación. Barnes, con un carácter algo apocado, tendrá que reivindicarse en Dallas como futura estrella de la NBA. El sueldo lo es: 94 millones por cuatro años.
Los Pelicans de Anthony Davis serán lo que pueda la ‘Ceja’, que se perdió el último mes de la NBA 2015/16 y los Juegos de Río por una lesión en la rodilla izquierda que le mandó al quirófano. El primer año de Alvin Gentry fue muy decepcionante: muchas derrotas, muchas lesiones y mal juego. Lógicamente, fuera de los playoffs tras conocer la post-temporada un año antes. Un paso atrás que, al menos, ha servido para ganar un escolta de primer nivel en el draft: el bahameño Buddy Hield. La prensa estadounidense no ha tardado en colgar a Hield el sobrenombre del ‘nuevo Curry’ por su habilidad y facilidad con los triples. El temperamental Lance Stephenson, E’Twaun Moore, Terrence Jones, Solomon Hill y Langston Galloway se unen también al grupo de la ‘Ceja’ para devolver a New Orleans a los playoffs.
Hora de despertar para los talentosos y jóvenes Timberwolves. Foto: Instagram Minnesota Timberwolves. |
Las urgencias en Denver son menores. Solo llevan tres años fuera de los playoffs y no han contado con rookies tan de primer nivel como Minnesota. Pero la reconstrucción en Denver ha avanzado rápido y bien. Con el italiano Gallinari al frente, Mike Malone dispone de un grupo internacional muy joven y con mucho futuro: el congoleño Mudiay (20 años), el pívot serbio Nikola Jokic (21), el pívot bosnio Jusuf Nurkic (22), más los novatos Jamal Murray, alero canadiense de 19 años, y Juancho Hernangómez, alero español de 21. Kenneth Faried, Wilson Chandler (recuperado tras perderse la temporada pasada por una lesión en la cadera), y Will Barton, que estuvo en la lucha por el título de Mejor Sexto Hombre, ponen la nota ‘veterana’ a un equipo que podría ser una de las revelaciones del curso.
Sacramento, Phoenix y Lakers no entran en las quinielas de los playoffs.
Los Kings porque son una constante frustración. De nada les ha valido contar con el pívot más dominante de la NBA: DeMarcus Cousins. Aún no conoce los playoffs tras seis años en la Liga. Sacramento, que tiene en el escaparate a Rudy Gay, ha vuelto a cambiar el rumbo de la franquicia con la contratación de Dave Joerger, que metió a Memphis en los playoffs en sus tres temporadas con los Grizzlies. Vlade Divac, general manager de los Kings, ha jugado con fuego en el mercado contratando a Ty Lawson (con problemas de alcoholismo) y el temperamental Matt Barnes. Afflalo es la otra principal novedad de Sacramento.
Phoenix modificó, hace año y medio, su plan. Envió a Isaiah Thomas a Boston y a Goran Dragic a Miami. Se quedó con Bledsoe e incorporó a Brandon Knight. Una extraña revolución que, de momento, no ha funcionado. Sin embargo, la temporada 2015/16 resultó fructífera gracias a la irrupción de un novato: Devin Booker, con 13.8 puntos de media en su año rookie. Booker, que cumplirá veinte años el próximo domingo, seguirá creciendo al lado de Bledsoe, Knight y Barbosa, que regresa a Phoenix tras su exitosa etapa en los Warriors.
Brandon Ingram, una de las grandes esperanzas de los nuevos Lakers.
Foto: www.nba.com
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¿Y la Conferencia Este?
Continuismo. Solo Cleveland opta al anillo.
La Conferencia Este continúa estancada. La desigualdad con la Conferencia Oeste se mantiene.
La lucha se centrará en las plazas de playoffs.
Y ahí, es cierto, la igualdad es muy grande. Solo Brooklyn y Philadelphia no cuentan en los pronósticos. Las otras doce franquicias (Toronto, Miami, Atlanta, Boston, Charlotte, Indiana, Detroit, Chicago, Washington, Orlando, Milwaukee y hasta New York) son candidatos a los playoffs. Cualquiera puede entrar. Cualquiera puede quedarse fuera.
Toronto se ha acostumbrado a los playoffs. Los Raptors llevan tres temporadas consecutivas extendiendo el curso, aunque a los canadienses les ha costado mucho ganar su primera eliminatoria. Fracasaron en sus dos primeros intentos. Llegaron a las Finales de la Conferencia Este, ante Cleveland, en la pasada temporada, aunque sufrieron ante Indiana y Miami, avanzando siempre en el séptimo encuentro de ambas series. Dwane Casey, quinto año en Toronto, ha perdido a Biyombo, revelación en los playoffs, pero los Raptors cumplieron con su principal objetivo en el mercado: la renovación de DeMar DeRozan (cinco temporadas por 139 millones). Valanciunas y, especialmente, DeRozan y Lowry, que acaba contrato, serán, una vez más, los argumentos de los Raptors para no caerse de los playoffs.
Miami lo tiene mucho más complicado. Del equipo campeón en 2012 y 2013, solo queda Udonis Haslem. Los Heat han vivido un verano para olvidar. Se marchó su emblema en los últimos trece años: Dwyane Wade. Ocurrió lo impensable e innecesario. Wade no llegó a un acuerdo económico con Pat Riley. El escolta buscaba un reconocimiento económico: dos años y cincuenta millones. Riley no se movió de los cuarenta. Y llegó el divorcio que nadie en Miami y en toda la NBA creía posible.
“El lado de los negocios en el deporte, a veces, sencillamente, apesta. Amo a Pat Riley. Es alguien que siempre ha estado presente en mi vida desde que fui elegido en el draft a los 21 años. Pero, a la vez, tiene un trabajo que hacer. Tiene un rol diferente que asumir. Y ese rol no es ser mi mejor amigo. Ese rol es ser el presidente de la organización y ser un hombre de negocios. Y eso apesta. Conoces a alguien tan bien, os queréis el uno al otro, pero el lado de los negocios aparece. No estoy diciendo que nos abrazamos y lloramos en ese momento. Pero quiero a Pat. Siempre le querré. Y sé que él siente lo mismo hacia mí”, replicó Wade. “Siempre seré un Heat”.
“Lo que pasó con Wade me dejó destrozado. Voy a echar de menos lo que tenía planeado para su futuro, sobre cómo veía su final aquí con los Heat. Es mi responsabilidad hacer que ocurriera. No lo hice”, ha lamentado Riley. “Estuve aquí cuando se fue Zo (Mourning), cuando se fue Shaq (O’Neal), cuando se fueron Brian Grant, Eddie Jones... Pero Dwyane (Wade) es único. Siempre habrá una llave bajo la alfombra (para él). Sencillamente espero que no se oxide”, ha añadido el presidente de los Heat.
El conflicto entre Wade y Riley, a pesar de las conciliadoras palabras de ambos, debió tener otra resolución. “La salida de Wade se podría haber evitado. Había un montón de cosas que le llevaban quemando un tiempo, y llegaron a su tope en este verano”, ha resumido Haslem.
Una pérdida deportiva (Wade promedió 19 puntos por partido en la última temporada regular y 21.4 puntos en los últimos playoffs), pero, aún más, una pérdida simbólica. Miami Heat se ha quedado huérfano.
Bosh no ha superado el reconocimiento médico y es baja indefinida. Foto: Instagram Miami Heat. |
“Solo porque el camino tenga altibajos no significa que vaya a dejar de compartir lo que siento. Los pequeños contratiempos suceden, pero esto no va a cambiar mis intenciones de volver”.
Las bajas de Wade y Bosh han diluido por completo el ‘big three’ construido por LeBron James para ganar dos anillos en 2012 y 2013, más dos subcampeonatos en 2011 y 2014.
Miami sí conserva a un pívot dominador, como Whiteside, a cambio de un jugoso contrato de cuatro temporadas por 98 millones. Le tocará liderar a unos Heat a la baja, con la ayuda del base esloveno Goran Dragic. Dion Waiters y Derrick Williams, dos jugadores con necesidad constante de revalorizarse, representan las principales nuevas apuestas de los Heat para seguir en unos playoffs que se han puesto muy caros.
Atlanta también ha cambiado, aunque por otras circunstancias. Los Hawks han deshecho su ‘big three’. Solo Millsap continúa. Dos ‘halcones’ de toda la vida: Jeff Teague y Al Horford migraron, respectivamente, a Indiana y Boston. Un notable viraje en una de las franquicias más regulares de los últimos tiempos. Llega el momento del alemán Schröder y una nueva oportunidad para Dwight Howard, esta vez en su ciudad natal.
“La única cosa que realmente me molesta escuchar es que soy un cáncer para el vestuario, y que soy un tipo que quiere dividir a sus compañeros. Nunca he sido así en toda mi vida. Siempre he sido alguien que une a la gente, ya sea mis compañeros, a la comunidad, a mi familia... Solo escuchar esa palabra, ‘cáncer’, me molesta porque, para ser honesto, no lo soy. Siempre he sido alguien que se preocupa por sus compañeros de equipo. Y escuchar ‘cáncer’, ‘diva’ y cosas por el estilo. Ese no soy yo”, ha rebatido Howard.
Boston ha sido equipo de playoffs en las dos últimas temporadas. La reconstrucción con Brad Stevens duró un año. Al siguiente, los Celtics volvieron a los playoffs y dejaron su firma en la famosa eliminatoria ante Cleveland que causó la lesión de hombro de Kevin Love. Boston tropezó también con Atlanta en la primera ronda de los últimos playoffs, esta vez en seis partidos. Faltaba un último empujón, una estrella. Los Celtics lo intentaron, con fuerza, con Durant, también con Howard. El premio final ha sido Horford, que no está tampoco nada mal. Sallinger y Evan Turner han salido de Boston, pero la franquicia confía en mucho en el potencial del rookie Jaylen Brown.
Michael Jordan avanza en Charlotte…, como propietario. Los Hornets, desde que Jordan adquirió la franquicia en mayo de 2013, han sido equipo de playoffs en dos de las tres últimas temporadas. Aunque sin pasar ninguna eliminatoria. Para el nuevo curso, la principal noticia pasa por la renovación de Nico Batum, (cinco años y 120 millones) y la recuperación de Kidd Gilchrist, que solo disputó siete partidos en la pasada Liga. Kemba Walker (20.9 puntos por partido en la temporada 2015/16, sus mejores números) será el líder de unos impredecibles Hornets, capaces de lo mejor y lo peor.
Paul George quiere ser MVP y reta a LeBron. Foto: www.nba.com |
“Creo que va a costar algún tiempo pero, una vez lo consigamos, fácilmente podemos ser un equipo de 115 puntos por noche (…). Honestamente, nos veo a nosotros siendo capaces de desafiar a Cleveland y LeBron. Tengo confianza en mí mismo. Tengo confianza en lo que puedo hacer (…). Definitivamente, quiero ser MVP este año. No va a ser fácil. Pero tengo que ir a por él (LeBron). Este es mi año para ir a por él”, ha avisado Paul George. Ya en sus años en Miami, LeBron sufrió ante Indiana en una semifinal y dos finales de Conferencia.
Stan Van Gundy ha dado un nuevo aire a Detroit, uno de los equipos con más capacidad de crecimiento en la NBA. Metió a los Pistons en los playoffs, aunque el reto ante Cleveland quedó aún algo grande. Van Gundy no quiere que la progresión se pare: “Les he dicho a mis chicos que deben dar lo mejor de ellos mismos. Fuimos los octavos el año pasado. No tenemos margen para relajarnos. Soy optimista para esta temporada, pero también debo ser realista. No podemos estar donde nos quedamos el año pasado”. La progresión de Drummond marcará el futuro inmediato de la franquicia de Michigan.
Chicago ha pasado página. Los Bulls se quedaron a dos victorias de los playoffs. No pasaba desde hacía ocho años. El ciclo Rose estaba agotado. El MVP en la temporada 2008/09, tras un carrusel de lesiones desde los fatídicos playoffs de 2012 (aquel innecesario minuto final de un encuentro resuelto ante Philadelphia), no ha recuperado su mejor nivel. Ni siquiera un nivel intermedio para liderar a Chicago. Era el momento idóneo de la ruptura para ambos. También con Noah, mermado igualmente por las lesiones. Pau Gasol, en busca de una mejor opción para el anillo, es la tercera baja importante en Chicago.
Los Bulls son una
incógnita. Las salidas de Rose, Noah y Gasol se han cubierto con jugadores
importantes en la Liga: Rondo, Carter-Williams, Robin Lopez y, especialmente, Dwyane Wade.
Se marchó un hijo de Chicago, Rose, y llegó otro, Wade, con toda una vida
deportiva en Miami.
Tras trece años en Miami, Wade se ha incorporado a Chicago, su hogar natal. Foto: www.nba.com |
Nunca he olvidado de dónde vengo y estoy agradecido
de tener una oportunidad de jugar en el equipo que me dio primero el amor por
el juego. La mayoría de los miembros de mi familia todavía viven en Chicago y
estoy emocionado por volver a casa, a una ciudad muy cercana a mi corazón.
Tengo ganas de regresar
a mis raíces y para lo que viene a continuación”.
Pero Wade no piensa
en objetivos mayores: “Estamos centrados en mejorar día a día hasta volver a
ser un equipo de playoffs”, ha precisado en la pretemporada.
Con Wade, Rondo y
Butler, más jóvenes en proyección como Carter-Williams, Mirotic, Portis,
McDermott, Felicio y los rookies Valentine y Zipser y valores seguros como
Gibson y Robin Lopez, Fred Hoiberg tiene jugadores de sobra para alcanzar los
playoffs, pese al conservador mensaje de Wade.
Washington se diluyó. Las lesiones de Bradley Beal, que ya está en forma, frenaron a un sólido equipo de playoffs en 2014 y 2015. La última temporada fue un fracaso. Cayó Randy Wittman y llegó Scott Brooks. Un movimiento que el mundo de la NBA entendió como un guiño a Kevin Durant, natural de Washington. Wall-Beal-Durant, no sonaba nada mal. Pero los planes de Durant eran otros. Los Wizards insistirán en su pareja exterior, Wall y Beal, renovado con un contrato máximo: cinco años y 128 millones.
Milwaukee también dio un paso atrás. Jason Kidd, que triunfó en su primer año en el banquillo, falló, sin embargo, en el segundo. Los Bucks tienen plantel de futuro: Jabari Parker (21 años), Antetokoumpo (21), Middleton (25) y Monroe (26). Un potencial incrementado por una ilusionante elección en el draft: el sudanés Thon Maker (19 años). Un ‘siete pies’ con un manejo de balón de base y un tiro de escolta. Una estrella en ciernes. Los Bucks han estado, además, finos en el mercado: Dellavedova, Teletovic, Snell, el rebelde Beasley y el veterano Jason Terry.
A Orlando le toca ya también entrar en la lucha directa por los playoffs. No los huele desde el periodo Van Gundy-Howard. La franquicia ha protagonizado un verano muy activo: nuevo entrenador, con Frank Vogel, y nuevo proyecto deportivo. Oladipo no será el líder de los futuros Magic. Orlando ha cambiado de plan y ha iniciado un camino interesante con Ibaka, Biyombo y Jeff Green. Con Vucevic y Fournier con contratos largos, las posibilidades de crecimiento de Orlando son elevadas. Los playoffs, una opción real.
¿Y los Knicks? ¿Acertará esta vez Phil Jackson?
El ‘triángulo ofensivo’ ya no es intocable:
“Los jugadores de hoy en día simplemente carecen de conocimientos necesarios para desempeñar el triángulo. Ellos saben jugar el uno contra uno, coger y lanzar a canasta (el famoso ‘catch and shoot’), crossovers, pantallas... Pero no saben cómo ejecutar algunos movimientos como pivotar hacia dentro o fuera y otras cosas básicas. No tienen sentido del tiempo de juego o la organización. No saben muy bien cómo jugar al baloncesto cinco contra cinco, solo destacan sus habilidades individuales”.
Jackson ha contratado a un nuevo entrenador, Jeff Hornacek, que en Phoenix optó por un modelo con muy pocas similitudes con el ‘triángulo ofensivo’. Hornacek le dará un lavado.
“Hay que pulir el sistema con el tiempo. Queremos ser un equipo con recursos para finales de partido. Si aparte el sistema nos da varias canastas fáciles, partiremos con una gran ventaja. Los jugadores tienen que entender que deben ser creativos para el éxito del sistema. Estos años ejecutamos el sistema como robots. Hay que explotar el talento de nuestros jugadores. Phil (Jackson) siempre hizo hincapié en que tenemos que ser creativos”.
“Chicago me hizo
quien soy. Está tatuado en mi muñeca. He llevado Chicago conmigo donde quiera
que he ido, en el país y en todo el mundo. Siempre. Entiendo que esto es un
negocio y los Bulls tienen sus planes, sus propias ideas sobre en qué dirección
quieren ir con el equipo, pero voy a utilizar esto como motivación. Estuve con
ellos durante ocho años y me han dejado ir. No hay resentimientos ni rencores.
Están tratando de hacer lo que es mejor para el equipo. Entiendo totalmente
eso. Pero no veo mal usar esto como motivación. Tengo 27 años de edad, con
mucho por delante aún. Realmente creo que este traspaso es una bendición. Es
una oportunidad increíble. No puedo esperar. Estoy listo para Nueva York”.
Washington se diluyó. Las lesiones de Bradley Beal, que ya está en forma, frenaron a un sólido equipo de playoffs en 2014 y 2015. La última temporada fue un fracaso. Cayó Randy Wittman y llegó Scott Brooks. Un movimiento que el mundo de la NBA entendió como un guiño a Kevin Durant, natural de Washington. Wall-Beal-Durant, no sonaba nada mal. Pero los planes de Durant eran otros. Los Wizards insistirán en su pareja exterior, Wall y Beal, renovado con un contrato máximo: cinco años y 128 millones.
Milwaukee también dio un paso atrás. Jason Kidd, que triunfó en su primer año en el banquillo, falló, sin embargo, en el segundo. Los Bucks tienen plantel de futuro: Jabari Parker (21 años), Antetokoumpo (21), Middleton (25) y Monroe (26). Un potencial incrementado por una ilusionante elección en el draft: el sudanés Thon Maker (19 años). Un ‘siete pies’ con un manejo de balón de base y un tiro de escolta. Una estrella en ciernes. Los Bucks han estado, además, finos en el mercado: Dellavedova, Teletovic, Snell, el rebelde Beasley y el veterano Jason Terry.
A Orlando le toca ya también entrar en la lucha directa por los playoffs. No los huele desde el periodo Van Gundy-Howard. La franquicia ha protagonizado un verano muy activo: nuevo entrenador, con Frank Vogel, y nuevo proyecto deportivo. Oladipo no será el líder de los futuros Magic. Orlando ha cambiado de plan y ha iniciado un camino interesante con Ibaka, Biyombo y Jeff Green. Con Vucevic y Fournier con contratos largos, las posibilidades de crecimiento de Orlando son elevadas. Los playoffs, una opción real.
¿Y los Knicks? ¿Acertará esta vez Phil Jackson?
El ‘triángulo ofensivo’ ya no es intocable:
“Los jugadores de hoy en día simplemente carecen de conocimientos necesarios para desempeñar el triángulo. Ellos saben jugar el uno contra uno, coger y lanzar a canasta (el famoso ‘catch and shoot’), crossovers, pantallas... Pero no saben cómo ejecutar algunos movimientos como pivotar hacia dentro o fuera y otras cosas básicas. No tienen sentido del tiempo de juego o la organización. No saben muy bien cómo jugar al baloncesto cinco contra cinco, solo destacan sus habilidades individuales”.
Jackson ha contratado a un nuevo entrenador, Jeff Hornacek, que en Phoenix optó por un modelo con muy pocas similitudes con el ‘triángulo ofensivo’. Hornacek le dará un lavado.
“Hay que pulir el sistema con el tiempo. Queremos ser un equipo con recursos para finales de partido. Si aparte el sistema nos da varias canastas fáciles, partiremos con una gran ventaja. Los jugadores tienen que entender que deben ser creativos para el éxito del sistema. Estos años ejecutamos el sistema como robots. Hay que explotar el talento de nuestros jugadores. Phil (Jackson) siempre hizo hincapié en que tenemos que ser creativos”.
Los Knicks, que no
ganan el anillo desde 1973, han mirado a Chicago y Europa para renovar el ‘roster’.
Rose y Noah habían
llegado al final de sus sendos ciclos en los Bulls. Los Knicks esperan que
resurjan en la Gran Manzana.
Rose cambia toda una vida en Chicago por la Gran Manzana. Foto: Instagram New York Knicks. |
Rose, que concluirá
contrato al final de esta nueva temporada, pide una segunda oportunidad. De
momento, el nuevo base de los Knicks ha salido indemne de un primer reto: un
juicio por una supuesta violación que ha condicionado su pretemporada.
Los Knicks han
mirado también a Europa. El ‘experimento’ Porzingis fue lo mejor de la última temporada.
El letón mutó los llantos de los aficionados en la noche del draft en ilusión.
Phil Jackson ha
recurrido, de nuevo, a la ACB para pescar al lituano Kuzminskas, al español
Willy Hernangómez y al senegalés Ndour.
Tampoco ha dejado
escapar las opciones de Brandon Jennings y Courtney Lee.
La NBA necesita que
los Knicks vuelvan al primer plano deportivo. Carmelo Anthony se resiste a renunciar
al sueño del anillo, por muy difícil que sea.
Brooklyn Nets y Philadelphia 76ers sí están, salvo sorpresón, descartados en la pelea por los playoffs.
Prokhorov no cumplió con su promesa de hacer campeones a los Nets en cinco años. El multimillonario ruso hipotecó el futuro deportivo de la franquicia a cambio de un anillo rápido con Deron Williams, Joe Johnson, Paul Pierce y Kevin Garnett. La historia es bien conocida. Fracaso tras fracaso.
Brooklyn Nets y Philadelphia 76ers sí están, salvo sorpresón, descartados en la pelea por los playoffs.
Prokhorov no cumplió con su promesa de hacer campeones a los Nets en cinco años. El multimillonario ruso hipotecó el futuro deportivo de la franquicia a cambio de un anillo rápido con Deron Williams, Joe Johnson, Paul Pierce y Kevin Garnett. La historia es bien conocida. Fracaso tras fracaso.
Mea culpa de Prokhorov:
“Está bien admitir
los errores, ¡siempre y cuando no se admita la derrota! En los Brooklyn Nets,
ahora estamos preparados para centrar nuestros esfuerzos en el análisis
disciplinado y en la planificación (del futuro). Nuestros fans de Brooklyn y
más allá merecen un equipo digno de su tiempo y dedicación, y vamos a dárselo.
Lecciones aprendidas”.
Brooklyn tardará en
contar con un equipo competitivo. Desde luego, no será esta temporada con Brook
Lopez, el regreso de Jeremy Lin, el crecimiento del croata Bogdanovic y la
enésima oportunidad para el número uno del draft 2013: el infortunado canadiense
Anthony Bennett.
Philadelphia no puede perder más. Porque es casi imposible.
Los Sixers se han superado cada año… en lo negativo. Tres temporadas tiradas a la basura: diecinueve victorias (NBA 2013-14), dieciocho (2014-15) y apenas diez (2015-16). Más que un equipo perdedor. Una estafa al espíritu deportivo en pro del ‘tanking’.
Una estrategia, además, fallida por una catarata de lesiones, con el camerunés Joel Embiid en blanco durante dos temporadas completas.
Ha llegado el momento de empezar a competir.
Ya no hay excusas. Ni siquiera, de nuevo, las lesiones. Simmons, número uno del draft, se fracturó el pie derecho hace un mes. Su fecha de regreso es una incógnita. Nadie quiere precipitarse. Además, Nerlens Noel, siempre en rumores de traspaso, se perderá el primer mes de competición por una lesión en la rodilla.
Pero Okafor y el esperanzador regreso de Embiid, aunque no compartirán titularidad, invitan, al menos, a ver un equipo que competirá cada noche en la nueva temporada de la NBA.
Philadelphia no puede perder más. Porque es casi imposible.
Los Sixers se han superado cada año… en lo negativo. Tres temporadas tiradas a la basura: diecinueve victorias (NBA 2013-14), dieciocho (2014-15) y apenas diez (2015-16). Más que un equipo perdedor. Una estafa al espíritu deportivo en pro del ‘tanking’.
Una estrategia, además, fallida por una catarata de lesiones, con el camerunés Joel Embiid en blanco durante dos temporadas completas.
Ha llegado el momento de empezar a competir.
Ya no hay excusas. Ni siquiera, de nuevo, las lesiones. Simmons, número uno del draft, se fracturó el pie derecho hace un mes. Su fecha de regreso es una incógnita. Nadie quiere precipitarse. Además, Nerlens Noel, siempre en rumores de traspaso, se perderá el primer mes de competición por una lesión en la rodilla.
Pero Okafor y el esperanzador regreso de Embiid, aunque no compartirán titularidad, invitan, al menos, a ver un equipo que competirá cada noche en la nueva temporada de la NBA.
PALMARÉS:
2009: Los Angeles Lakers 4-1 Orlando Magic. 2008: Boston Celtics 4-2 Los Angeles Lakers. 2007: San Antonio Spurs 4-0 Cleveland Cavaliers. 2006: Miami Heat 4-2 Dallas Mavericks. 2005: San Antonio Spurs 4-3 Detroit Pistons. 2004: Detroit Pistons 4-1 Los Angeles Lakers. 2003: San Antonio Spurs 4-2 New Jersey Nets. 2002: Los Angeles Lakers 4-0 New Jersey Nets. 2001: Los Angeles Lakers 4-1 Philadelphia 76ers. 2000: Los Angeles Lakers 4-2 Indiana Pacers.
1999: San Antonio Spurs 4-1 New York Knicks. 1998: Chicago Bulls 4-2 Utah Jazz. 1997: Chicago Bulls 4-2 Utah Jazz. 1996: Chicago Bulls 4-2 Seattle Supersonics. 1995: Houston Rockets 4-0 Orlando Magic. 1994: Houston Rockets 4-3 New York Knicks. 1993: Chicago Bulls 4-2 Phoenix Suns. 1992: Chicago Bulls 4-2 Portland Trail Blazers. 1991: Chicago Bulls 4-1 Los Angeles Lakers. 1990: Detroit Pistons 4-1 Portland Trail Blazers.
1979: Seattle SuperSonics 4-1 Washington Bullets. 1978: Washington Bullets 4-3 Seattle SuperSonics. 1977: Portland Trail Blazers 4-2 Philadelphia 76ers. 1976: Boston Celtics 4-2 Phoenix Suns. 1975: Golden State Warriors 4-0 Washington Bullets. 1974: Boston Celtics 4-3 Milwaukee Bucks. 1973: New York Knicks 4-1 Los Angeles Lakers. 1972: Los Angeles Lakers 4-1 New York Knicks. 1971: Milwaukee Bucks 4-0 Baltimore Bullets. 1970: New York Knicks 4-3 Los Angeles Lakers.
1959: Boston Celtics 4-0 Minneapolis Lakers. 1958: Saint Louis Hawks 4-2 Boston Celtics. 1957: Boston Celtics 4-3 Saint Louis Hawks. 1956: Philadelphia Warriors 4-1 Fort Wayne Pistons. 1955: Syracuse Nationals 4-3 Fort Wayne Pistons. 1954: Minneapolis Lakers 4-3 Syracuse Nationals. 1953: Minneapolis Lakers 4-1 New York Knicks. 1952: Minneapolis Lakers 4-3 New York Knicks. 1951: Rochester Royals 4-3 New York Knicks. 1950: Minneapolis Lakers 4-2 Syracuse Nationals. 1949: Minneapolis Lakers 4-2 Washington Capitols. 1948: Baltimore Bullets 4-2 Philadelphia Warrios. 1947: Philadelphia Warriors 4-1 Chicago Stags.
CAMPEONES (con sus actuales denominaciones):
Boston Celtics: 17.
Boston Celtics: 17.
Los Angeles Lakers: 16.
Chicago Bulls: 6.
San Antonio Spurs: 5.
Golden State Warriors: 4.
Golden State Warriors: 4.
Philadelphia 76ers, Detroit Pistons y Miami Heat: 3.
New York Knicks y Houston Rockets: 2.
Baltimore Bullets, Sacramento Kings, Atlanta Hawks, Milwaukee Bucks, Portland Trail Blazers, Washington Wizards, Seattle SuperSonics, Dallas Mavericks y Cleveland Cavaliers: 1.