viernes, 23 de noviembre de 2012

La F1 se apunta a los finales de campeonato de infarto

Los duelos entre Alain Prost y Ayrton Senna, aunque no fueron estrictamente en la carrera definitiva, crearon escuela. La Fórmula Uno se ha aficionado a esperar hasta el último kilómetro para decidir al campeón. 

Alonso se conjura con la lluvia y la suerte para ganar un tercer mundial en Brasil

Mínimo un pódium, y luego a rezar

Vettel o Alonso se convertirán en el tricampeón más joven de la historia

El adiós definitivo del káiser

El canto del cisne de Hispania


Diecinueve carreras no han sido suficientes. El campeonato de pilotos de Fórmula Uno se decidirá, una vez más, con la última bandera de cuadros, en el circuito brasileño de Interlagos. Los protagonistas serán esta vez Sebastian Vettel y Fernando Alonso. Para ambos, no será una experiencia novedosa. Tanto el español como el alemán saben lo que es jugarse un campeonato en la última carrera de la temporada. La Fórmula Uno se ha convertido en una competición incierta y emocionante de principio a fin.

Alonso ganó su segundo Mundial en Brasil en la última carrera de la temporada 2006. Cierto es que llegó con una clara ventaja de diez puntos sobre el alemán Michael Schumacher. Una avería en el Ferrari del alemán en el penúltimo gran premio, en el circuito japonés de Suzuka, dejó el campeonato casi sentenciado. Alonso solo necesitaba un punto, pero sentenció su segunda corona con un segundo puesto, ocho puntos.

El Mundial del año 2007 deparó un colofón mucho más igualado. Es, sin duda, el campeonato más reñido de la historia moderna de la Fórmula Uno, junto con la edición de 2010. Otra vez en Brasil, y con tres candidatos a la gloria: el finlandés Kimi Raikkonen, con Ferrari, y los pilotos de McLaren Mercedes Fernando Alonso y Lewis Hamilton. El inglés llegaba con ventaja, con 107 puntos. Alonso (103) y Raikkonen (100) le pisaban los talones. El finlandés se llevó el título en un apasionante final con la victoria en Interlagos. Hamilton, séptimo en Brasil, y Alonso, tercero, se quedaron a solo un punto del piloto de Ferrari.

La temporada 2008 no se quedó corta de emoción. Lewis Hamilton se desquitó de la decepción del año anterior. Y, de nuevo, en Brasil. Pero no fue nada sencillo. Hamilton se presentó en Interlagos con siete puntos a favor sobre Felipe Massa. Solo le sobró uno. Massa cumplió con su trabajo: victoria en Brasil. Hamilton se diluyó y atrapó milagrosamente un quinto puesto en la última vuelta tras superar a Timo Glock, con sus neumáticos incapaces de achicar el chaparrón que apareció cuando menos se esperaba.
Con tantas emociones, la Fórmula Uno se concedió una breve tregua en la temporada 2009. Jenson Button se alzó con su primer título en la penúltima carrera. El arrollador comienzo de Button sirvió para frenar la remontada de Sebastian Vettel. El alemán se vengó con un espectacular triunfo en el campeonato del año 2010.

El circuito de Yas Marina de Abu Dhabi vivió un final a la altura del título que Raikkonen birló a McLaren en 2007. Otra vez tres hombres llegaron con opciones a la victoria. Y otra vez se llevó el gato al agua quien, a priori, tenía menos opciones. Fernando Alonso era líder con 246 puntos, Mark Webber contaba con 238 y Vettel esperaba una sorpresa, con 231. Y la hubo. Red Bull sorprendió con una estrategia que entregó el Mundial a Vettel con una sorprendente y prematura entrada a boxes de Webber. Ferrari y Alonso picaron el anzuelo. Y el asturiano se frustró media carrera detrás del ruso Petrov, incapaz de adelantarle, mientras el piloto germano caminaba hacia su primer Mundial.
Vettel no concedió oportunidades en el pasado año, con un campeonato soso con una superioridad abrumadora de Red Bull. Pero los finales apurados no son exclusiva de estos últimos años. Ejemplos cercanos son los títulos obtenidos por Michael Schumacher, en 2003, contra Kimi Raikkonen en Japón; Mika Hakkinen en 1999, tras destronar al norirlandés Eddie Irvine, en Suzuka; Damon Hill, en 1996, sobre Jacques Villenueve, también en la misma pista nipona; y, sobre todo, de nuevo el káiser sobre Hill en 1994 y sobre Villenueve en 1997.

El Mundial de 1994 es uno de los finales deportivos más polémicos de la historia. Ocurrió en el circuito australiano de Adelaida. Schumacher se aseguró su primer título chocando, intencionada o involuntariamente, según las versiones, cuando Damon Hill, su rival en el campeonato, le iba a superar. Tres años después, en 1997, intentó una jugada similar en el Gran Premio de Europa, celebrado en Jerez de la Frontera. Schumacher marchaba primero en el Mundial, aunque solo un punto por delante de Villeneuve (78-77). En la curva Dry Sack de Jerez, cuando el canadiense estaba adelantando al alemán, ya en Ferrari, fue golpeado por su rival. Schumacher se salió de la pista y tuvo que retirarse. Villenueve consiguió mantener ileso su Williams, quedó tercero en la carrera y se proclamó campeón de la Fórmula Uno. La Federación Internacional de Automovilismo castigó con dureza al káiser y le retiró todos los puntos conquistados en ese año.

No obstante, los duelos finales más recordados tuvieron como protagonistas al brasileño Ayrton Senna y Alain Prost. Sin embargo, aquellas batallas se produjeron, en primer lugar, en una penúltima carrera en 1989 con una colisión entre los dos compañeros de Marlboro Honda McLaren en Suzuka. Ambos quedaron fuera de pista, y el francés ganó el campeonato. Senna regresó a la pista y cruzó primero la línea de meta. Sin embargo, fue descalificado por recibir ayuda externa para volver a la carrera (pidió ayuda a los comisarios para que le empujaran), cortar la chicane tras chocarse con Prost y pisar la línea de pitlane. Un año más tarde, en 1990, de nuevo en Suzuka y en la penúltima carrera, el título se decidió con un choque entre ambos pilotos, en la primera curva de la vuelta inicial. Esta vez el beneficiario fue Senna. Son los dos finales de campeonato más recordados en la historia de la Fórmula, a pesar de dirimirse en la penúltima carrera. Esta edición de 2012 se decidirá en la prueba final, con un cara a cara que recuerda, sobre todo, al año 2008, cuando Hamilton casi pierde el título con Massa.