El
centrocampista del Real Valladolid se despide del fútbol, a sus 38 años, en su casa, en
Zorrilla: “Vuelvo a mi equipo, juego más que nunca y ascendemos. Con toda la
afición, nuestros amigos, el club y la familia volcada. Volvemos a Primera, nos
salvamos una jornada antes y eso me da la posibilidad de despedirme del fútbol
en mi casa, con los míos, y míos es una palabra muy amplia. ¿No es de cine? Ni
el que escribió ‘La La Land’ podría haberlo hecho más ñoño”.
“Buenas tardes,
noches, mañanas, mediodías, amaneceres u ocasos. El ocaso es justo lo que me
toca a mí hoy.
Escribo esto antes
de mi último partido como profesional. Titulo así esta carta (‘Hasta luego Lucas’) porque de esta
manera se despidió un amigo -también- en su despedida como profesional. Creo
que hay que tomarse todo con humor y no es una pose. Los más cercanos a mí
saben que hasta en el momento más duro de mi vida no pude parar de reírme,
también de llorar. Ya habéis comprobado que lloro.
Hoy es mi último
partido. Este momento sabía que iba a llegar, pero no tan pronto. Tan pronto
pensando en épocas recientes, ya que si hace años, cuando me decían que seguro
que llegaba hasta los treinta y cinco jugando (Víctor), o cuando con treinta y
uno estuve a punto de dejar el fútbol, o cuando me fui tres veces a la India a
jugar, por ejemplo, no hubiera apostado nada por alcanzar esta edad.
Me voy tranquilo,
es duro, mucho. Imagino que más cuando sabes que podrías jugar un poquito más.
Aquí, en otra categoría o en otro país. Al fin y al cabo es hacer lo que todos
nosotros, los futbolistas, soñamos desde pequeños. Jugar, divertirse, competir,
disfrutar del verde… Da igual dónde. Espero que los veteranos me acojan pronto.
Pero me voy tranquilo. Nostálgico, mucho. Agradecido, mucho. Feliz, mucho.
Tengo mucho que
agradecer, posiblemente es por algo, es de ida y vuelta, pero eso que lo digan
otros. Agradecido hasta en este final, del cual el Flaco Valerón me diría “es
que tienes estrella, manillo”. Ha sido una carrera muy bonita, pero este final
es de traca. Vuelvo a mi equipo, juego más que nunca y ascendemos. Con toda la
afición, nuestros amigos, el club y la familia volcada. Volvemos a Primera, nos
salvamos una jornada antes y eso me da la posibilidad de despedirme del fútbol
en mi casa, con los míos, y míos es una palabra muy amplia. ¿No es de cine? Ni
el que escribió ‘La La Land’ -película que me encantó- podría haberlo hecho más
ñoño.
Quiero escribir
esto antes del partido por una razón: Pase lo que pase hoy -que no aguante
mucho en el campo, que me lesione, que la pifie, etc.- todo ya está hecho. Nada
debe emborronar ni agrandar lo que he conseguido y lo feliz que he sido
viajando, jugando, sufriendo, porque ha habido mucho sufrimiento también
-problemas del primer mundo, vale, pero se sufre-, y compartiendo con mucha
gente.
Gracias por tanto,
a muchos. Ya dije ayer en la rueda de prensa de despedida que el que sabe que
tengo algo que agradecerle, no hace falta que le nombre. Sabe que una parte va
para él.
Mi último párrafo
es para ti, me encantaría que pudieras estar hoy aquí, pero desgraciadamente
eres el único que no puede hacerlo. Te quiero Pepiño.
Os deseo una feliz
vida a todos y aúpa Pucela.
Peces.
Hasta luego, Lucas.
P.D.: Y recordad
que la suerte es para el que no sabe.
Noticia de www.realvalladolid.es