martes, 22 de diciembre de 2020

Otro Gasol para los Lakers

A sus 35 años y tras ganar la NBA con los Raptors, Marc llega a la franquicia que lo drafteó en 2007 y, después, mandó a Memphis por su hermano Pau, que se colocó dos anillos de oro y púrpura. Mientras, el mayor de la saga, que no juega desde hace 22 meses, busca un ‘contender’ para cerrar su magnífica carrera en los Juegos de Tokio. Ibaka también cambia Los Ángeles por Toronto, pero con destino a los Clippers. Ricky vuelve a Minnesota, “mi hogar”, tres temporadas después. Compartirá vestuario con Juancho Hernangómez, que ha renovado con los Timberwolves por tres cursos. Su hermano Willy estira su presencia en Estados Unidos en New Orleans. El argentino Campazzo, tras dominar en la ACB, salta a Denver para debutar en la mejor liga de baloncesto del mundo.

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Ibaka y Marc Gasol, con sus nuevas camisetas.
Fotos: www.nba.com
Los Lakers vuelven a tener a un Gasol en la plantilla.

Marc recogerá el legado de su hermano mayor, Pau, con dos anillos en 2009 y 2010 de púrpura y oro.

De alguna manera, el segundo de los Gasol se sacará una espina. Los Lakers eligieron a Marc en la segunda ronda (número 48) del draft de 2007. Por entonces, forjaba su propio nombre en la ACB en el Akasvayu Girona.

No tardó en seguir los pasos de su hermano y saltar a la NBA. Pero no lo hizo con los Lakers sino con los Grizzlies, la franquicia que acogió también a Pau en su debut en Estados Unidos.

Los derechos de Marc viajaron de California a Tennessee el 1 de febrero de 2008. Un intercambio entre los dos Gasol. Y mucho más. Uno de los ‘trades’ más importantes en la historia moderna de la NBA. Los Lakers de Kobe Bryant sumaron la pieza que necesitaban para volver a ser campeones, un Pau Gasol que había cumplido su ciclo en Memphis. A los Grizzlies, para cuadrar la operación, llegaron Kwame Brown (número uno del draft en 2001), el conflictivo Javaris Crittenton (el de la pelea con pistolas con Arenas y posterior condenado por asesinato), Aaron McKie (el cañonero de los Sixers de Iverson), una primera ronda de 2008 (Donte Greene), una primera ronda de 2010 (Grevis Vasquez) y los derechos de Marc Gasol.

Doce años después, Marc completará el ciclo en el Staples Center.

Eso sí, un jugador muy distinto al que habría llegado a los Lakers en octubre de 2008. Un campeón, con los Raptors hace apenas un año, con una carrera sobresaliente en la NBA entre Memphis (diez temporadas y media) y Toronto (un año y medio): tres veces All Star (2012, 2015 y 2017), Defensor del Año (2013) y Mejor Quinteto del Año (2015). Una estrella en la última fase de su carrera, con 839 partidos en la fase regular (14,6 puntos, 7,6 rebotes, 3,4 asistencias, 1,4 tapones y casi un robo de media) y 94 más en los playoffs (13,9 puntos, 7,7 rebotes, 3,3 asistencias, 1,4 tapones y 0,8 robos de promedio).

“Tener la oportunidad de ser parte de una gran franquicia y que el entrenador (Frank Vogel), el general manager (Rob Pelinka) y todos sientan que yo puedo contribuir a esto, significa mucho. Para mí, fue increíble que un equipo que acaba de ganar un campeonato me presentara esas ideas”, ha resumido Marc Gasol.

En los Lakers, aportará defensa y conocimiento del juego, al lado de LeBron, al que birló el premio de Defensor del Año en 2013, y Davis, Defensor del Año en 2020. Un trío insuperable.

Marc estrenará un nuevo dorsal, el número 14. En Lakers, el 33, que ha lucido en Memphis y Toronto, está retirado por una leyenda: Kareem.

De momento, no habrá reunión de los Gasol.

Pau, a sus cuarenta años, sueña con ello:

“Hay significado e historia en los Lakers. No voy a mentir, sería muy especial. Ahora que mi hermano está allí, sería aún más especial. Pero ahora no estoy en condiciones de ser muy exigente. No tengo diez ofertas sobre la mesa”.

Pau lleva casi dos años sin jugar, desde el 10 de marzo de 2019 con la camiseta de los Bucks.

Desde entonces, un calvario físico, dos operaciones y una larga rehabilitación tras la fractura del hueso navicular del pie izquierdo.

Y un objetivo: Tokio 2020, sus quintas Olimpiadas, tras volver a luchar por el anillo.

A Los Ángeles, también procedente de los campeones Raptors, sí ha llegado el hispano-congoleño Ibaka, pero a los Clippers.

“No ha sido una decisión fácil porque amo Toronto. Los últimos tres años han sido increíbles”.

Ibaka, a sus 31 años, es el tipo de jugador necesario para apuntalar a un candidato al anillo: duro, experto y ganador. Capaz de defender, con su habilidad innata para el tapón, y capaz de enchufar con frecuencia desde lejos y, si lo requiere, en el poste.

“Los Clippers eran el mejor encaje”, ha explicado el hispano-congoleño, que batió en los últimos playoffs sus registros de anotación (14,8 puntos) como sexto hombre en los Raptors. Un rol que cumplirá en la franquicia de Steve Ballmer, que se la pegó en la primera temporada del proyecto Kawhi-George por falta de química en el vestuario y regularidad en la pista.

Ibaka sabe dónde llega y con quién se encontrará.

“Tener a Kawhi en los Clippers ha influido. Nos entendemos muy bien. Es mi amigo y sé cómo es. Nos entendemos como compañeros y eso hace todo más fácil”.

Ricky Rubio vuelve a “mi hogar”: Minnesota.


Ricky y Juancho, compañeros en Minnesota.
“Siempre pensé en una posible vuelta, pero nunca que sería tan pronto. Siento que pertenezco aquí”, ha subrayado el base en su regreso a los Timberwolves, que le eligieron en el número cinco del draft en 2009 y donde jugó seis temporadas (2011-17), con unos promedios de 10,3 puntos, 8,5 asistencias, 4,2 rebotes y 2,1 robos. El líder de la manada de unos lobos alejados de los playoffs tras la era Garnett.

En los Jazz (2018-19) y en los Suns (2020), Rubio perdió protagonismo, que no baloncesto. Las estrellas eran Mitchell y Booker, respectivamente. Ricky no encajó por completo.

Rubio se siente en deuda con los Timberwolves, donde se reencontrará con Ryan Saunders, hijo del mítico Flip Saunders, que le dirigió en la temporada 2014/15:

Me marché con algo que estaba por terminar. Ahora, tengo la oportunidad de desafiarme a mí mismo y demostrar que puedo ayudar al equipo a llegar a los playoffs. Soy un jugador diferente al que llegó y al que se marchó. Tengo más experiencia, he crecido como jugador y persona”.

Con treinta años, Ricky sacará los dientes de una manada de lobos talentosa, pero sin carácter y liderazgo: Towns, Russell, Okogie, Culver, Edwards (número uno del draft) y Juancho Hernangómez

El segundo de los Hernangómez ha echado raíces en la ciudad de los diez mil lagos.

A Minneapolis llegó a principios de febrero, junto con Malik Beasley, en el último año de su contrato en Denver, donde la competencia era enorme: Barton, Grant, Porter, Craig, Dozier y hasta Bol Bol, el hijo de Manute Bol.

Un mes de competición, hasta que la NBA se paró por el covid-19, y catorce partidos (todos como titular) con unos números notables (12,9 puntos y 7,3 rebotes) le han valido a Juancho (25 años) para firmar un gran contrato con Minnesota: tres temporadas y siete millones por cada una de ellas. Una carrera encauzada en la NBA.

Algo que no termina de conseguir su hermano Willy, un año mayor.

En Charlotte tampoco encontró los minutos que apenas tuvo en los Knicks.

Willy, de momento, sigue en la NBA, con un contrato de un año en los Pelicans, donde tendrá que competir con el neozelandés Steven Adams, incorporado desde Oklahoma, y los jóvenes Gabriel y Hayes.

Una posible última oportunidad en Estados Unidos nada fácil para el mayor de los Hernangómez.

Argentino de nacimiento y español de adopción, Campazzo abandona la ACB tras tres últimas temporadas muy potentes en el Real Madrid.

“Se termina una etapa. De crecimiento y enseñanzas permanentes. Fui muy feliz en España. Pero ahora debo ir a cumplir mi sueño. Llevo una vida esperando concretarlo”, ha subrayado el ‘Facu’ sobre su llegada a la NBA.

Denver es el destino, con Jokic y Murray, con un finalista de la Conferencia Oeste.

A competir, a por el anillo.